Rehenes del transporte

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Los usuarios del transporte público de pasajeros tienen el derecho de viajar al destino que elijan y llegar a tiempo, sin el temor de que el micro los deje a pie porque las unidades circulan colmadas o con la incertidumbre de pensar que tal vez haya pasado adelantado y ya no se sepa cuál será el próximo. Como todo servicio público en el que se establece un contrato, el usuario debe ser tenido en cuenta en sus necesidades. Es inadmisible que en horarios nocturnos se le impida a un menor completar un viaje porque el lector de su tarjeta SUBE marca que no tiene saldo, hecho que también se denunciara en la última encuesta realizada a instancias de un concejal de la Ciudad. Tampoco puede permitirse que los micros paren a la mitad de la calle, algo que causa trastornos a personas con movilidad reducida, embarazadas o adultos mayores. Viajar debe ser uno de los tantos trámites que se realizan a diario, ya sea para ir a trabajar, ir a un médico o simplemente pasear. En ningún caso debe convertirse en una pesadilla que tiene de rehén a quien no posee otro medio para desplazarse de un lugar a otro.

 

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