El tiempo y la distancia conspiraron contra un descolorido amistoso

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Los partidos de verano suelen tener ciertas particularidades que atentan contra el deseo de los hinchas de observar a sus equipos. El hecho de que el último de ellos se jugara en Salta, como fue el caso de el de ayer, ante una copiosa lluvia, representó una dificultad más para los simpatizantes triperos que recorrieron los más de 1.500 kilómetros que separan la ciudad de La Plata del Estadio Martearena.

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