Un mundo de prejuicios

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Por MARINA AMORES (*)

“No creo que el mundo de los videojuegos sea especialmente machista y si hay esa percepción es porque todavía es un ámbito dominado por hombres”. Las conductas discriminatorias se pueden rastrear en tres niveles: en los intercambios que se generan entre jugadores hombres y mujeres cuando se encuentran en partidas online, en algunos obstáculos que deben sortear las programadoras para conseguir trabajo en esta industria y en la narración que cuenta el videojuego. En las ligas profesionales, sólo el diez por ciento de los competidores son mujeres. Uno de los factores que inciden para que el espacio de los gamers sea especialmente discriminatorio es la mediatización, porque al estar detrás de una pantalla, el agresor se cree impune. La discriminación de género se evidencia en varios tipos de actitudes, enraizadas en prejuicios y clichés. Uno de ellos es que una mujer no sabe lo que cualquier jugador sabe, y esto desencadena desde actitudes muy paternalistas de ‘vení que te enseño a jugar’, hasta de desprecio: ‘vos no hables, que sos mujer’”.

 

(*) Autora de los documentales “Mujeres+Videojuegos” y “Hombres+Videojuegos”

 

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