Paros docentes: desde 2002 se perdió un año completo de clases en la Provincia

Sin solución a la vista, los especialistas afirman que el sistema está colapsado por culpas repartidas entre todos los actores. Los contenidos no dictados y no aprendidos “nunca se recuperan” en un contexto semejante, advierten

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Por CARLOS ALTAVISTA

caltavista@eldia.com

“El año que los chicos tengan clase todos los días, y que todos los días tengan al frente del aula a una maestra bien paga, vamos a dar un paso gigante en materia educativa”, reflexionó un docente jubilado, en la vereda del ministerio de Economía bonaerense, durante la penúltima reunión paritaria.

El planteo es tan real, pero a la vez tan básico, que asusta. Y es que hay un dato que realmente asusta: desde 2002 a la fecha, en la provincia de Buenos Aires se perdió un año entero de clases. Un despropósito desde donde se lo analice.

Los gremios, definitivamente, tendrán que dejar de lado el paro como opción de protesta. Y los gobiernos de turno, definitivamente, tendrán que eliminar el eterno conflicto salarial. Porque lo cierto es que los sueldos son muy malos y que las huelgas son un disparo al corazón de la escuela pública.

Recuperar los contenidos no dictados y los no aprendidos es una misión imposible

 

Este ciclo lectivo, que el miércoles que viene llegará a su fin, marcará un triste récord. O quizás dos.

Por un lado, será el año escolar con más paros desde la gran crisis de 2001. Un total de 26, contabilizando sólo los convocados oficialmente por el Frente de Unidad Docente Bonaerense, que reúne a la Feb, el Suteba, Sadop, Udocba y Amet.

Por el otro, es altamente probable que, por primera vez desde la sanción de la ley de paritaria docente (en 2006), no se firme un acuerdo salarial entre el Ejecutivo provincial y los gremios.

“Desde que María Eugenia Vidal asumiera como gobernadora, siempre ha priorizado el diálogo con todos los sectores y, en particular, con los gremios docentes”, afirma el director general de Cultura y Educación, Gabriel Sánchez Zinny. “(El paro) no es una decisión sistemática e irresponsable: es el resultado de enfrentar a un Gobierno que no quiere negociar y que ha hecho del diálogo un slogan y no un acto concreto”, subraya, en tanto, la presidenta de la Federación de Educadores Bonaerenses (Feb), Mirta Petrocini (ver columnas de opinión en esta página y en página 17).

El punto de partida es el contrapunto (valga la redundancia) que ha caracterizado a la relación entre los gobiernos y los sindicatos docentes en los últimos años. Si no se busca otro, querrá decir que el deseo básico de aquel docente jubilado se acerca más a una sana utopía que a una realidad concreta. Y conste que sólo habló de tener clases todos los días con maestros bien remunerados: el abc de todo sistema educativo, aquí y en cualquier país del mundo.

“La falla es de todos. Se llega al paro, fundamentalmente, por la falta de diálogo”, puntualiza el ex director del nivel secundario del Normal Nº 2, Emilio González. Aunque también deja en claro que “veintiséis días de paro (como hubo este año)” transforma en una empresa “imposible” la de “recuperar los contenidos no dictados y, en mayor proporción, los contenidos no aprendidos por los alumnos”.

El experimentado docente pone la cuestión de la recuperación de contenidos -siempre presente en los inconducentes cruces verbales entre funcionarios y gremialistas- en el plano de la pura y dura realidad, la del aula, la de la escuela cotidiana: contenidos y aprendizajes perdidos no se recuperan cuando la interrupción de las clases se da a niveles como los que se conocen en la Provincia (ver gráfico).

“Lo único claro es que las dirigencias políticas y gremiales no están a la altura del conflicto”, desafía el pedagogo Mariano Narodowski, tras alertar sobre la “solución ilusoria” que han creído encontrar “las clases medias al enviar a sus hijos a colegios privados”. Eso sólo “contribuye a deteriorar a la escuela pública y aumenta la segregación socioeconómica”, enfatiza.

De los últimos 20 años, sólo tres tuvieron un inicio de clases normal, en tiempo y forma

 

En el marco de una entrevista realizada en julio pasado, el profesor de la Universidad Torcuato Di Tella realzó que “en todos los países la clase media es un factor clave del desarrollo educativo, mientras que los sectores pobres, por poseer menos historia escolar y estar ocupados por otras problemáticas, no exigen a la escuela como lo hace el sector medio. Ahora bien, como en Argentina las capas medias pensaron que solucionaban la educación de sus hijos mudándose al sector privado, ya no protestan por ese tema. No reclaman, salvo a los dueños de los colegios. En otras palabras: ya no hay debate público sobre la educación pública”. ¿Barajar y dar de nuevo?

Las comparaciones son odiosas. O no. Si bien algunos se molestan cuando se hace referencia a sistemas educativos modelo, otros creen que es bueno mirar lo que funciona. Sí, Finlandia. Allí, las escuelas son públicas e iguales. La diferencia de rendimiento entre todos los establecimientos del país está por debajo del 6%. Según las autoridades educativas del país nórdico, una de las tantas claves es que “al estar prohibida la apertura de colegios privados, todos envían a sus hijos a las mismas escuelas. Desde los académicos, profesionales, sectores de alto nivel económico, hasta los obreros industriales. De modo que la sociedad en su conjunto presiona siempre para que la educación sea de alto nivel”. ¿Los docentes? En la cúspide de la consideración social. Tan simple. Y tan complejo mirando a nuestro alrededor.

LO INEXPLICABLE

“La mejora salarial por sí sola no asegura mejor educación”, señala Emilio González. Se podría completar: “Y no garantiza que no se hagan paros”.

Un recorrido por las negociaciones paritarias y las medidas de fuerza de los docentes desde 2010 en adelante arroja datos lisa y llanamente inexplicables.

En 2014 hubo una huelga salvaje. Literalmente. El inicio de las clases estaba pautado para el 5 de marzo. Recién arrancaron el 31 de ese mes, luego de 17 jornadas consecutivas de paro. ¿El motivo? El 11 de febrero, casi un mes antes del comienzo de la actividad escolar, el Gobierno provincial ofreció a los gremios un aumento del 25,5%, que fue subiendo en las sucesivas reuniones paritarias. Pero no. Sólo se normalizó la situación cuando se alcanzó el segundo acuerdo más alto de, por lo menos, la última década: 38,5% de incremento para el salario inicial de bolsillo y 33% promedio para toda la escala salarial del sector. ¿Todo quedó allí? Para nada. Tras el receso invernal hubo tres paros más.

“La fuga al sector privado aporta a deteriorar la escuela pública y aumenta la segregación socioeconómica

Mariano Narodowski
Prof. Univ. Torcuato Di Tella

 

El mayor aumento que se recuerde se dio al año siguiente, en 2015, cuando antes del comienzo de las clases se otorgó una mejora del 46% para el salario inicial. No obstante, la Feb y Udocba no lo aceptaron e hicieron seis días de huelga: 72 horas en la primera semana y otras tantas en la segunda.

Las suspicacias políticas estuvieron siempre a la orden del día. En 2014 se decía que la feroz huelga que atrasó un mes el arranque del ciclo lectivo estaba capitaneada por el Suteba que -supuestamente- jugaba contra el entonces gobernador Daniel Scioli en la interna peronista. En 2015, año electoral, se rumoreaba que los delegados del interior de la Feb -¿ligados al radicalismo y al Frente Renovador?- y el alineamiento de Udocba con el sector de Hugo Moyano -por entonces antikirchnerista- jugaron un papel central para “embarrarle la cancha” al Scioli candidato presidencial. Hoy, funcionarios del Gobierno dicen que algunos sindicatos quieren “perjudicar a Vidal”.

¿HASTA CUÁNDO?

De los últimos 20 años, sólo tres tuvieron un inicio de clases normal, en tiempo y forma. Una situación intolerable que todos deben apuntar a cortar de raíz.

 

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