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Deportes |EL 4-2-3-1 NO SE MODIFICÓ NUNCA DURANTE LOS 90 MINUTOS A PESAR DE LOS CAMBIOS

El Pincha no arriesgó en ataque y tampoco estuvo preciso con la pelota parada

Lo mejor de Estudiantes en el clásico estuvo en el fondo, ya que sufrió poco y nada. Se terminó conformando con el punto

El Pincha no arriesgó en ataque y tampoco estuvo preciso con la pelota parada

Gastón Campi, que jugó durante todo el clásico por el lateral izquierdo, en una de sus subidas al ataque en el segundo tiempo / Dolores Ripoll

11 de Febrero de 2018 | 05:52
Edición impresa

Por LAUTARO SEGURA
lsegura@eldia.com

Cuando Diego Abal pitó el final del clásico platense, Estudiantes dejó la sensación de que podía haber hecho algo más en ofensiva pero que se terminó conformando con la solidez en el fondo y por eso no terminó de arriesgar. Para colmo no estuvo preciso en las pelotas paradas que tuvo, por lo que tampoco pudo penetrar por esa vía el arco defendido por Alexis Martin Arias.

Lucas Bernardi puso en cancha un claro 4-2-3-1, esquema que nunca se modificó durante los 90 minutos. En un comienzo, Facundo Sánchez, Jonatan Schunke, Leandro Desábato y Gastón Campi conformaron la línea de cuatro que se ubicó por delante de Mariano Andújar, mientras que Rodrigo Braña e Iván Gómez le brindaron soporte a la defensa con su doble cinco. La faceta ofensiva estuvo compuesta por un tridente de volantes con Gastón Giménez en el medio y Juan Otero y Lucas Rodríguez por las bandas, quienes por momentos intentaban convertirse en extremos cuando el Pincha estaba atacando. Arriba, como hombre más adelantado, estuvo el cordobés Lucas Melano.

En la primera etapa tuvo por momentos el control de la pelota, pero las jugadas se perdían en mitad de cancha y el peligro no llegaba al área rival. Tuvo algunas pelotas paradas que podían haberse convertido en situaciones de riesgo, pero Giménez no estuvo preciso con la pegada. El formoseño, además, tampoco redondeó un buen encuentro ya que nunca pudo imponer su juego en el mediocampo y, por ende, no logró generar algún ataque desde sus pies.

En el aspecto defensivo sufrió poco y nada el conjunto albirrojo, ya que por arriba Schunke y Desábato se encargaron de despejar todo y, cuando el Lobo pudo filtrarse por algunas de las bandas (especialmente por la que defendía Campi), los centros al área que defendió Andújar fueron controlados sin mayores inconvenientes.

En el complemento Bernardi sacó a Melano de la cancha, que no tuvo un mal primer tiempo pero estaba comprometido por su tarjeta amarilla, e hizo ingresar a Pablo Lugüercio. Con esta modificación, el esquema se mantuvo pero Otero pasó a ser el hombre más adelantado, apostando el entrenador a su velocidad contra los centrales albiazules. El Payaso, por su parte, se ubicó en la posición que el colombiano dejó vacante por la derecha.

Con estos nombres empezó la segunda etapa, en donde mostró un buena ráfaga de fútbol en los primeros diez minutos, ya que aprovechó algunos espacios del Lobo y generó la situación más clara con un remate de Tití Rodríguez, tras un buen pase de Gómez, que pasó muy cerca del palo derecho del arquero del Lobo. Pero pasando el cuarto de hora, todo volvió a parecerse al primer tiempo.

A los 11 del segundo tiempo el técnico rosarino decidió sacar a Gómez, otro que estaba amonestado y que podía sufrir una expulsión dolorosa para el equipo, para que ingrese Fernando Zuqui. El ex Boca ingresó para aportar más en defensa que en ataque, ya que también se ubicó al lado del Chapu, aunque en el último cuarto de hora intentó generar juego desde sus pies pero no tuvo demasiada suerte.

En el fondo la realidad fue parecida a los primeros 45 minutos, ya que el único lugar que encontró Gimnasia para generar algo de peligro fue por la banda izquierda de la defensa albirroja. Por arriba, los centrales pincharratas no dejaron dudas y despejaron todo lo que cayó al área. Andújar, en tanto, fue un espectador de lujo.

Ya a falta de diez minutos el cuerpo técnico metió el último cambio, nombre por nombre, ya que se retiró Otero para que ingrese Pavone. El Tanque, sediento de minutos de juego, se mostró apresurado cada vez que tocó la pelota y pudo patear al arco apenas una vez.

Con la expulsión de Omar Alderete a los 41 muchos pensaron que el Pincha iba a quemar motores en los minutos finales, pero prefirió apostar a la tenencia de la pelota para lastimar cuando aparezca un hueco, algo que finalmente no sucedió. También tuvo sobre el final algunas pelotas paradas cerca del área, pero ninguna terminó generando peligro.

 

Un esquema que se mantuvo
Estudiantes disputó todo el clásico platense 159 con el 4-2-3-1. Los ingresos de Pablo Lugüercio, Fernando Zuqui y Mariano Pavone no modificaron el dibujo táctico dispuesto por Lucas Bernardi.

 

 

 

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Gastón Campi, que jugó durante todo el clásico por el lateral izquierdo, en una de sus subidas al ataque en el segundo tiempo / Dolores Ripoll

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