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Deportes |GIMNASIA Y ESTUDIANTES EMPATARON 0 A 0, EN UN PARTIDO QUE RÁPIDAMENTE QUEDARÁ EN EL OLVIDO

El clásico fue como la comida de hospital: sin gusto pero útil para ambos

El Lobo equivocó su juego ofensivo y el Pincha sufrió el mal partido de sus jugadores creadores. Ninguno de los dos mereció la victoria. El empate, en definitiva, no tuvo sabor a nada pero, en gran parte, les sirvió a los dos

El clásico fue como la comida de hospital: sin gusto pero útil para ambos

Facundo Sánchez disputa una pelota con Lorenzo Faravelli, una postal que se repitió una y mil veces en el clásico de ayer / Gonzalo Mainoldi

11 de Febrero de 2018 | 06:01
Edición impresa

Por MARTÍN CABRERA
mcabrera@eldia.com

Resulta difícil encontrar un clásico tan aburrido como el de ayer. Hubo varios 0-0 a lo largo de la historia y algunos en los últimos años. Es verdad. Pero pocos con gusto a nada como el 159. De los peores en mucho tiempo. Gimnasia y Estudiantes empataron 0-0, un partido que mañana todos habrán olvidado. Cómo habrá sido de aburrido que lo único que quedó en la imagen mediática fueron la bomba de estruendo sobre el banco de suplentes, la detención de un vicepresidente de Gimnasia por impedir que algunos socios se queden afuera del estadio y por los gestos del juvenil Carlo Lattanzio cuando el micro albirrojo les hizo el gesto del “7” a algunos hinchas locales.

No hubo nada para destacar desde lo futbolístico. Ni una jugada que pudiera haber cambiado el rumbo, poco para el reclamo y una sensación de conformismo que le puso el broche final a una tarde calurosa y con mucha tensión desde lo externo pero con nada adentro de la cancha.

El empate fue como la comida de hospital, sin sal ni pimienta, sin un vino para acompañarla, sin gusto... Claro, quienes están internados necesitan ese alimento para recuperarse y por eso, en buena parte, el clásico fue eso: les sirvió a los dos para sacárselo de encima y pensar a futuro.

Gimnasia se fue con un poco de decepción porque al ser local esperaba romper la mala racha. Pero el empate, en definitiva, no está mal porque le permite seguir adelante en este ciclo que recién inicia Facundo Sava. Es verdad que una victoria le hubiese dado mayor envión, casi el mismo que -por el contrario- le hubiese significado una derrota.

Estudiantes, que indudablemente tiene un poco de mayor jerarquía individual jugó un partido apenas regular que le impidió superar a su rival. Pero de todos modos el resultado lo dejó conforme en buena medida, porque estiró su racha sin perder contra su rival de siempre, se sacó de encima un partido muchas veces incómodo y puede ver con mejores expectativas su futuro en la Superliga y Copa Libertadores.

La más clara del Lobo fue un remate de Alderete; la del Pincha un mano a mano de Rodríguez

A partir de ahora comienza el verdadero torneo para ambos. Gimnasia tendrá que repuntar en lo numérico (tiene que crecer en la tabla) y su entrenador deberá buscar una idea clara de juego. Lo mismo para Estudiantes, que ayer dio un paso para atrás desde lo futbolístico pero tiene mucho crédito para seguir creciendo.

UN PARTIDO SIN IDEAS, SIN JUEGO Y CON CERO AMBICIÓN

El partido fue un bodrio. A diferencia de otros clásicos esta vez no hubo dominadores ni vencidos. Y tuvo en Facundo Sava y Lucas Bernardi dos técnico que no supieron o no quisieron cambiar el rumbo final del camino.

El Colorado se equivocó al jugar con Franco Niell un partido cuyo equipo básicamente apostó por el pelotazo frontal o alguna genialidad de Brahian Alemán. Poner a un jugador tan bajo a luchar dentro del área contra Leandro Desábato y Jonatan Schunke parece equivocado. Mucho más lo fue cuando entró Jerónimo Barrales, quien lejos de mostrar gestos deslumbrantes, generó alguna infracción que pudo haber sido aprovechada.

Tampoco acertó al sacar a Nicolás Dibble, el jugador junto con Alemán más desequilibrante de mitad de cancha para adelante. Por la derecha había llevado algo de peligro y era una amenaza constante.

Lucas Bernardi tampoco pudo encontrarle la vuelta al partido. El esquema, por momentos 4-3-3 y otros tantos 4-2-2-2 nunca hizo pie. Gastón Giménez y Lucas Rodríguez no pudieron ponerse el equipo al hombro, fallaron en todas las jugadas y por eso el equipo no logró imponerse en el campo.

Lucas Melano, que no estaba para salir, tuvo que hacerlo por la temprana amarilla y la posible expulsión. Lo mismo Iván Gómez. Pero los que entraron no marcaron la diferencia.

A la hora de contabilizar situaciones de gol, del local apenas hay un remate de Omar Alderete a los 12 minutos que salió desviado y un desborde por derecha en el segundo tiempo de Alemán que cruzó el área pero nadie la pudo empujar.

Sobre el final un buen desborde de Ezequiel Bonifacio por la derecha le dejó la pelota a Alemán, que no pudo enganchar bien la pelota. Se fue desviada y sin fuerza. Demasiado poco para un equipo que pretendía ganar el partido.

Tampoco aparecen situaciones por el lado de la visita, que estuvo cerca en el primer tiempo con un remate desde afuera del área de Iván Gómez que salió desviado y el mano a mano de Lucas Rodríguez a poco de comenzado el segundo tiempo. También pudo terminar en gol un tiro libre de Giménez que salvó Martín Arias en dos tiempos, en una jugada que pudo ser más peligrosa de lo que finalmente sucedió.

También pudo ser más de lo que sucedió un cabezazo del Chavo Desábato dentro del área. Se molestó con Campi y entonces la pelota se fue lejos del segundo palo del arquero local.

En síntesis, un partido chato, sin gusto y que quedará sólo para completar la estadística de un clásico que tiene mejores episodios que el de ayer. Sin dudas.

 

Datos

15
Remates al arco en todo el partido.
Esa fue la cantidad de veces que Gimnasia y Estudiantes remató al gol durante el partido. El local apenas cinco veces y ninguna fue al arco. La visita probó diez veces y apenas dos fueron a las manos de Alexis Martín Arias.

49
Infracciones durante los 90 minutos
. Este dato también permite entender lo malo que resultó el partido: la pelota estuvo más tiempo detenida que en juego. Gimnasia cometió 23 faltas contra 26 de Estudiantes. No fueron violentas, salvo la de Bolívar, pero impidieron jugar.

 

 

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