Negociar y evitar que vuelvan los paros a las escuelas públicas

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El anuncio por parte de los principales gremios docentes bonaerenses acerca de la realización, durante la primera semana de abril, de un paro en demanda de mejoras salariales, formulado luego de participar de una movilización nacional del sector en la ciudad de Buenos Aires, reabre ciertamente la alternativa de que la escuela pública de la Provincia transite otro año lectivo irregular, con directo perjuicio para los millones de alumnos que cursan en todos los niveles.

Frente a esa declaración, corresponde reseñar que la más alta autoridad educativa provincial afirmó que “no hay fecha límite para las negociaciones” en el tema paritario, a la vez que valoró como un logro importante que ambas partes puedan seguir deliberando , sin perjuicio de que los chicos permanezcan asistiendo a clases en las aulas.

Desde luego que ambas definiciones resultan ser contradictorias, toda vez que la postura oficial se vería relativizada o desmentida en los hechos, de verificarse en los próximos días una convocatoria al paro, algo que, según algunos observadores, parecería inexorable para el corto plazo. Sin embargo, lo que corresponde a todo trance es aguardar que en estas pocas horas que faltan para abril las partes puedan hallar puntos de encuentro y evitar así que las medidas de fuerza vuelvan a interrumpir un ciclo lectivo.

Como se sabe, los gremios docentes volvieron a rechazar en los últimos días la propuesta salarial presentada por las autoridades provinciales. Tal como se informó, el ofrecimiento añadía el pago de un plus anual para aquellos docentes que cumplan con cursos de capacitación fuera del horario escolar, reiterándose un aumento del 15 por ciento pagadero en tres cuotas y una suma adicional en concepto de presentismo. Por su parte, los gremios rechazaron esa última oferta por considerar que el presentismo y la capacitación no forman parte del salario, por lo que no lo recibirían los jubilados. Frente a ello desde el gobierno se dijo no entender el rechazo, pues sería a cuenta de un futuro acuerdo.

Sea como sea, corresponde una vez más instar a ambas partes a que se extremen esfuerzos para lograr que un servicio tan esencial como lo es el de la educación pueda brindarse en plenitud, sin interrupciones que alteren, inevitable y negativamente, el aprendizaje de los escolares. No cabe señalar aquí otra cosa que no sea la de afirmar que, mientras quede tiempo disponible para negociar, ninguna puerta debe cerrarse e n forma definitiva.

Tal como se ha dicho en años anteriores, lo cierto es que por más intensos que puedan parecer los niveles de controversia, sólo cabe insistir en la necesidad de que ambos sectores agoten las posibilidades hasta llegar a posturas consensuadas, que permitan resolver una situación cuyos primeros y más directos perjudicados son los millones de niños y jóvenes que asisten a las escuelas bonaerenses y que -de no acordar entre las partes- no podrán acudir a ellas.

Lo concreto es que la discontinuidad de un ciclo lectivo resiente profundamente a la escuela pública. Ello no significa, en modo alguno, desmerecer las justas reivindicaciones que puedan invocar los docentes.

Por ello es que debe insistirse en que las autoridades y los dirigentes gremiales del sector procuren en estas horas encontrar fórmulas positivas, que permitan la extensión de un ciclo lectivo sin interrupciones y que, por consiguiente, le garanticen a los alumnos ejercer el pleno derecho de aprender.

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