El bicampeón es azul y oro

El esfuerzo, con orden, que en un tramo del primer tiempo lo dejó en condiciones de pasar a ganar el partido, le permitió a Gimnasia evitar que la consagración de Boca Juniors como nuevo campeón del fútbol de la Argentina, en vez de ser en el marco de una fiesta en lo que tiene que ver con el juego desplegado, se convirtiera en un verdadero sufrimiento, que en los minutos finales mostró imágenes de jugadores haciendo lo posible para que se jugara lo menos posible.

Entonces, más allá del festejo del conjunto azul y oro, que repitió la conquista de la temporada anterior, los aplausos y el reconocimiento de anoche en el estadio del Bosque también le correspondieron a un Lobo que en estos términos está completando una temporada plagada de altibajos, que significó la salida de dos entrenadores y la designación para el cierre de un tercero, que sorpresivamente parece haber encontrado el camino.

Gimnasia ha sido a lo largo del presente campeonato oficial de Primera un equipo de por lo menos dos caras, que entusiasmó, como lo hizo en las últimas presentaciones, contra Independiente y Boca, pero antes dejó tantos puntos en el camino que primero hizo fracasar el proyecto imaginado con Mariano Soso como abanderado y también la continuidad que se buscó a través de Facundo Sava, complicando el futuro en lo que tiene que ver con la tabla de promedios.

Contra el puntero, al que nadie pudo bajar desde hace más de 500 días, que sumó la estrella 67, y que al margen de la polémica ausencia del colombiano Wilmar Barrios, llegó anoche al Bosque mostrando un montón de figuras de primera línea, la escuadra albiazul se repuso a un comienzo adverso, al punto de haber quedado más cerca de una victoria que hubiera puesto en riesgo el grito de campeón.

El gol de Pablo Pérez dejó mal parada a la defensa, es cierto, pero luego de asimilar el golpe, Gimnasia equilibró en la franja central, tapando al propio rosarino, y después de una entrada que desaprovechó Dibble, Colazo firmó el empate y el mismo polifuncional casi repite en jugada que tapó el arquero.

Si los méritos contaran en el fútbol, el primer tiempo debió ser con ventaja para los Triperos, que dieron un paso atrás cuando el juego se reinició. Martín Arias evitó el segundo, por entrada de Más, y al término de la única situación que se desarrolló con Tevez como protagonista importante.

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Cuando el trámite se empezó a equilibrar, y el conjunto que está en manos de Ortíz se dispuso a ir por todo, un increíble error de Coronel, de esos que no se pueden cometer, y menos contra Boca, le permitió a Ábila instalar nuevamente la ventaja para su equipo, que en un pasaje verdaderamente le perdonó la vida al rival.

Pero entró Alemán, y el uruguayo le aportó al Lobo la frescura que estaba necesitando a esa altura de la noche. Él se hizo cargo de la organización del juego, armó jugadas con pases en profundidad para los que llegaban por afuera, y pasada la media hora, con ayuda de un rebote, empató con un pelotazo largo y puso en duda la consagración boquense una fecha antes de la finalización de la Superliga.

Empujado por la gente, por el deseo de evitar el festejo de Boca, y también por la necesidad de sumar puntos para el futuro, Gimnasia salió a buscar un triunfo del que estuvo cerca. Al punto que el campeón, en vez de ir a justificar su condición de mejor equipo, se agrupó en terreno propio e hizo lo posible para cortar el juego. Interrumpirlo de cualquier forma.

Un partido le queda por delante a los albiazules, que por estas horas están bajo la lupa de Troglio, quien se hará cargo tras el receso. Y a propósito del futuro conductor: tendrá que realizar un balance muy profundo para descubrir realmente qué va a tener en manos.