El trágico vuelco en la ruta 2 exige una profunda investigación
Edición Impresa | 24 de Agosto de 2018 | 02:11

Al margen de que serán los peritajes oficiales los que determinen las causas y responsabilidades del accidente registrado en la ruta 2, a raíz del vuelco de un colectivo de larga distancia, que dejó el luctuoso saldo de tres pasajeros muertos y 22 heridos, no hay dudas de que persisten en nuestro país factores que inciden sobre la inseguridad vial y, más específicamente, en muchos de los episodios trágicos que se registran a partir del servicio de transporte de pasajeros.
El accidente ocurrió a la altura del kilómetro 373, sentido a Mar del Plata. Primeras especulaciones aludieron a la posibilidad de que el conductor pudiera haberse quedado dormido y perdió el control del micro, que corrió un largo trecho por la banquina y terminó semisumergido en el cantero central que separa ambas manos de la ruta.
Parece oportuno reseñar aquí que han sido habituales los datos ofrecidos en los últimos años por la Comisión la Comisión Nacional de Regulación del Transporte, demostrativos en muchos casos de la existencia de fallas mecánicas en algunas unidades habilitadas para cumplir con el servicio de transporte de pasajeros. Algunos de esos colectivos, tal como ocurrió con el que volcó en la ruta nacional 144 en cercanías de la ciudad de San Rafael y que dejó el saldo de 15 pasajeros muertos, “no estaba habilitado, ya que había sido dado de baja el 12 de diciembre de 2016”, según informó ese organismo.
Además de las deficiencias mecánicas y de las eventuales causas que pueden afectar el estado de salud de los conductores –entre otros, la falta de horas de sueño- ¿cómo no recordar aquí el choque frontal de un ómnibus, sucedido hace más de diez años en una ruta santafesina, en el que viajaban alumnos del Colegio Ecos de la capital federal y que dejó el saldo de diez jóvenes muertos. El propio intendente de la localidad en la que se registró el accidente advirtió entonces que esa vía caminera, que contaba con tan sólo siete metros de ancho para sus dos carriles, absorbía un denso tránsito de camiones, ómnibus y autos procedente de Paraguay, Brasil y de las provincias de Corrientes y de Córdoba, así como del flujo local de vehículos.
¿Cómo no hablar de la oscuridad que reina en las rutas? ¿Cómo no aludir a la falta banquinas en condiciones y de señalizaciones? Con excepción de algunas pocas autopistas, la mayoría de las rutas del país y de la Provincia son angostas y carecen de separación de carriles. Una falta absoluta de alumbrado, señalizaciones deficientes, carencia de banquinas o de vías de escape y, sobre todo, pavimentos obsoletos, constituyen los rasgos dominantes.
Si a todo ello se sumara el eventual incumplimiento de algunas empresas de aquellas reglamentaciones que garantizan la idoneidad mecánica de las unidades y el buen estado de salud de los conductores, el resultado no puede ser sino el que ahora se lamenta, con vidas, entre ellas la de un joven de 15 años, injustamente segadas.
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