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Séptimo Día |BEATE KLARSFELD

La pareja de cazadores

En el libro “Memorias” Beate y Serge Klarsfeld dejan testimonio de las acciones que llevaron adelante a partir de la década del 60 para lograr el señalamiento y detención de nazis

La pareja de cazadores

Beate y Serge Klarsfeld / web

6 de Octubre de 2019 | 06:58
Edición impresa

Beate Künzel, nacida en Alemania en 1939 e hija de un soldado de las fuerzas armadas del ejército nazi, conoció a Serge en un subte parisino a los 21 años, e inmediatamente se unieron conformando una pareja guiada no solo por el amor sino por la búsqueda de justicia.

Serge, nacido en Rumania en 1935 en una familia judía que a comienzos de la Segunda Guerra Mundial se trasladó a Francia, cargaba sobre sus espaldas el secuestro de su padre en Niza durante la ocupación nazi y la posterior muerte en Auschwitz.

Beate y Serge trascendieron como los “cazadores de nazis”, que buscaron a través de escraches impedir que los responsables de crímenes de guerra que habían actuado en la Francia ocupada por el ejército alemán accedieran y se mantuvieran en cargos de alta responsabilidad en Alemania.

Apoyados por sobrevivientes de los campos de exterminio e hijos de víctimas del Holocausto, la pareja logró que se juzgue y condene en Alemania en 1979 a Kurt Lischka, Ernst Heinrichsohn y Herbert Hagen, responsables de la deportación de miles de judíos en Francia.

“En los 60 aún había una ley en Alemania que impedía los juicios, los archivos eran accesibles pero los fiscales no actuaban, los nazis estaban en el Parlamento y era muy difícil desactivar eso porque la sociedad política alemana no quería los juicios y la justicia no era independiente”, asegura Klarsfeld, para quien “hubo un caso emblemático que cambió la legislación, el de un guardia de un campo de concentración que fue extraditado para su juzgamiento. Si bien ese cambio en la ley debió haber ocurrido 50 años antes, al menos la sociedad alemana tomó conciencia de que se debía juzgar hasta llegar al último responsable. Simón Wiesenthal decía que los responsables debían ser juzgados hasta el último soplo”.

Uno de los hechos que dio notoriedad pública a Beate fue el enfrentamiento que en 1968 tuvo con el Canciller alemán Kurt Kiesinger, a quien en una convención de la Unión Demócrata Cristiana lo abofeteó y le recriminó su intervención en la propaganda nazi, exigiéndole la renuncia.

De la misma manera, llegaron hasta América del Sur y trabajaron para que desde Bolivia el jerarca nazi Klaus Barbie, acusado de torturar hasta la muerte al máximo dirigente de la resistencia en Francia y de la muerte de 41 niños judíos, sea expatriado, juzgado y condenado a cadena perpetua.

“Tengo 80 años y Serge 84 -dice la autora-, somos una generación que vivimos las atrocidades de la guerra, hoy hay otro tipo de crisis como la extrema derecha que se desarrolla en Europa, por eso le digo a los jóvenes que hoy lo tienen todo que no deben esperar a que ocurran las desgracias, sino que deben adelantarse a ellas”.

 

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