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Malnutridos: la epidemia de exceso de peso afecta a 4 de cada 10 chicos

En Argentina, el 41 por ciento de los niños y adolescentes tienen sobrepeso y obesidad. Autoridades de salud y especialistas alertan sobre las graves consecuencias y llaman a las familias a tomar conciencia del problema

Malnutridos: la epidemia de exceso de peso afecta a 4 de cada 10 chicos

YAEL LETOILE
Por YAEL LETOILE

3 de Noviembre de 2019 | 07:36
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Una epidemia afecta a cada vez más niños y adolescentes en el país y sus consecuencias se expanden como una mancha de petróleo en el mar: 4 de cada 10 chicos de entre 5 y 17 años tiene sobrepeso y obesidad en Argentina, sin diferencias por nivel socioeconómico, mientras que el exceso de peso asciende a cinco veces más de los esperado en los niños de 0 a 5 años, alcanzando un 13,6 por ciento, cuando lo estimado para la edad es 2,3 por ciento.

Los datos surgen de la segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNYS 2) publicada recientemente por la secretaría de Gobierno de Salud de la Nación y conforman un mapa sobre las conductas alimentarias de la población, lactancia materna, entornos escolares, políticas alimentarias y etiquetado nutricional.

En cambio, la baja talla en los niños de menos de 5 años fue de 7,9 por ciento, con 1,7 de bajo peso y 1,6 de emanación (desnutrición), mientras que en los chicos y adolescentes de 5 a 17, se registró 1,4 por ciento de delgadez y 3,7 por ciento de baja talla.

“Los números confirman que la desnutrición por déficit se mantuvo estable en el país respecto de otros estudios previos y que el sobrepeso y la obesidad crecieron significativamente constituyéndose en el principal problema de malnutrición en el país”, indicó a El Día, Verónica Schoj, directora nacional de Promoción de la Salud y Control de Enfermedades Crónicas no Transmisibles.

El estudio abarcó a casi 21.358 personas de todas las edades y fue realizado en todo el país con una novedad: incorporó mediciones de peso y talla y también bioquímicas a las entrevistas de autoreporte. La primera edición de la encuesta se había realizado en 2005.

¿Cuáles son las causas de la epidemia? ¿Cómo hacerse cargo del problema? ¿Qué estrategias están en marcha para revertir la tendencia? En definitiva: ¿por dónde empezamos a contener la mancha? Veamos.

“El sobrepeso es la nueva modalidad de malnutrición y una epidemia que afecta más a niños, niñas y adolescentes”

Verónica Schoj,
Directora nacional de Promoción de la Salud y Control de Enfermedades Crónicas no Transmisibles

 

TENDENCIA ALARMANTE

Para los especialistas, la realidad reflejada en la encuesta no es nueva: se ve cada vez más en en la atención de consultas tanto en servicios públicos de salud como en privados, y configura una situación preocupante por las enfermedades que trae asociadas.

“Estamos viendo cada vez más chicos y adolescentes con complicaciones cardiometabólicas ligadas al sobrepeso y la obesidad como el hígado graso, la hipertensión, la apnea del sueño y la diabetes 2 que antes era una enfermedad de la adultez”, describe la médica Mónica Katz, presidenta de la Sociedad Argentina de Nutrición.

“La segunda encuesta nacional de nutrición y salud muestra una realidad que se refleja en todos los niveles. El sobrepeso los vemos en los consultorios privados y también en el hospital. Esto no tiende a mejorar y es preocupante”, coincide Adriana Fernández, ex jefa del servicio de Nutrición y Dietoterapia del Hospital de Niños Sor María Ludovica.

Pese a las advertencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ya en 2016 señaló a la obesidad infantil como uno de los problemas más graves de salud pública del siglo XXI, la toma de conciencia sobre los efectos del sobrepeso en la salud infantil sigue siendo una deuda pendiente.

“El país cuenta con datos relevados a través de distintas encuestas y la población tiene información pero no se cambian las conductas. Esto hay que encararlo como un problema”, define Fernández, a quien le preocupa que haya familias que “solo cuando les mostrás sobre el papel los indicadores de sobrepeso y obesidad toman conciencia”.

Para Katz, la actitud de las familias se divide en dos tipos: las de nivel socioeconómico más alto, que se preocupa a veces exageradamente por el sobrepeso de sus hijos y provoca una reacción contraria a la que busca, y la de sectores sociales medios, bajos o vulnerables que necesitan que un pediatra o alguien externo advierta la situación de riesgo en relación al exceso de peso.

“Hay padres de nivel socioeconómico alto que están por demás preocupados por el sobrepeso de sus chicos y lo presionan tanto que el chico come más o a escondidas y desarrolla obesidades reactivas a la obsesión con la dieta”, indica Katz, y por otro lado “hay quienes tienen que ir al pediatra o alguien exterior a escuchar que el chico tiene riesgo de sobrepeso importante u obesidad. En el medio, por supuesto, están los grises”.

“El sobrepeso los vemos en los consultorios privados y en el hospital. Esto no tiende a mejorar y es preocupante”

Adriana Fernández,
Ex jefa del Servicio de Nutrición y Dietoterapia del Hospital de Niños

 

PATRONES ALIMENTARIOS: LA CAUSA DEL PROBLEMA

Las conductas alimentarias de los chicos no nacen de un repollo. Se aprenden en la casa, a semejanza del comportamiento de los adultos –donde la problemática del sobrepeso y la obesidad alcanza al 67,9 por ciento de las personas mayores de 18 años según la ENNYS 2–; y se refuerzan en la escuela y en la vida social, donde el consumo de productos ultraprocesados y bajos en proteínas es mucho más frecuente que lo deseado.

El estudio arrojó que el 37% de los consultados toma bebidas azucaradas diariamente, el 17% consume a diario productos de pastelería y galletitas dulces, y un 36% y 15% consume productos de copetín (snaks) y golosinas, al menos dos veces por semana.

“Uno de los determinantes que explica el crecimiento del sobrepeso y la obesidad tanto niños y adultos es el cambio en los patrones alimentarios que confirma la encuesta: toda la población está lejos de las recomendaciones de consumo de alimentos saludables según las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA), y consume una altísima cantidad de alimentos y bebidas ultraprocesados, de baja calidad nutricional y altos en azúcar, grasa y sal”, explica Schoj.

Esos consumos son siempre menos saludables en los chicos. Por ejemplo, los niños, niñas y adolescentes consumen un 40% más de bebidas azucaradas, el doble de productos de pastelería y galletitas dulces, el doble de productos de copetín (snaks) y el triple de golosinas respecto de los adultos.

“Los padres son los que compran, los que deciden el menú, el horario, la cantidad, la escena familiar de la mesa, el clima familiar que hay durante el momento de la comida compartida”, explica Katz, “hay consenso mundial sobre esto, pero por supuesto que no es sencillo, en las familias con padres con obesidad no es fácil cambiar hábitos”.

La recomendación para los padres es estar atentos a que son modelo: “Los chicos no nos escuchan, nos miran. Entonces, ni obsesión ni negación. Cuando digo modelos es qué patrón de compras hay en casa, cómo se sirve la mesa, cuánto se cocina para cada comensal y cuán activos o sedentarios somos”, propone la especialista.

MÁS POBRES, MENOS SALUDABLES

En los sectores sociales más bajos, el patrón alimentario es menos saludable: la población perteneciente a los 2 quintiles más bajos consume la mitad de las frutas, un 40 por ciento menos de lácteos, y más del doble de bebidas azucaradas, el doble de productos de copetín, que las personas de los dos quintiles más altos.

Sobre este aspecto, Fernández señala que “hay un efecto en Latinoamérica vinculado a que se ha podido mejorar la accesibilidad de los alimentos, aunque existan grupos extremadamente vulnerables donde todavía es complejo. Sin embargo, se trata de alimentos de bajo nivel nutricional que implican una doble carga de obesidad y baja talla. Esa combinación habla de las carencias y de la baja calidad de la alimentación”.

La encuesta muestra además un consumo deficiente de alimentos recomendados: solo un tercio de la población consume al menos una vez por día frutas y verduras, solo 4 de cada 10 individuos consume lácteos recomendados diariamente y la mitad de la población consume carnes al menos una vez por día.

“Los padres son los que compran, los que deciden el menú, el horario, la cantidad y la escena familiar de la mesa”

Mónica Katz,
Presidenta de la Sociedad Argentina de Nutrición

 

LACTANCIA MATERNA

Si bien el 96,9% de los niños iniciaron la lactancia materna, sólo el 43,7% reportó haber sostenido la lactancia materna exclusiva (LME) hasta los 6 meses como recomienda la OMS.

“Los datos vinculados a la obesidad en la primera infancia son alarmantes. Sabemos con seguridad que la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses y luego su continuidad hasta los dos años o más, siempre complementado con una alimentación variada y saludable, es lo más aconsejable para prevenir formas de malnutrición”, sostiene en relación a los datos surgidos de la encuesta Mariana Specogna, voluntaria platense de la Liga de la Leche.

Y aunque los principales motivos de abandono de lactancia referidos fueron “me quedé sin leche”, “el niño dejó solo” o “el niño se quedaba con hambre”, desde la organización remarcaron que uno de los principales fantasmas con que tienen que lidiar las mamás que quieren amamantar es “la idea que desvaloriza la leche materna por sobre la leche de fórmula, los miedos a no poder generar con su cuerpo lo mejor para sus hijos y hasta la palabra de profesionales de la salud que dudan de la capacidad de alimentar a los bebés cuando los chicos no se ajustan a los parámetros de peso”.

ENTORNOS ESCOLARES POCO SALUDABLES

La alimentación en las escuelas es de baja calidad nutricional, según los datos de la encuesta. La entrega de yogur, postres lácteos o leches alcanza el 30,3 por ciento y la de frutas frescas apenas el 21,5 por ciento. ¿El agua? Bien, gracias. Sólo el 57% de los estudiantes dijeron que la escuela les ofrece siempre.

Por el contrario, un 70% de los encuestados dijo haber recibido alimentos no recomendados por su elevado contenido de nutrientes críticos: facturas, productos de pastelería, galletitas dulces y cereales con azúcar.

¿Lo peor? Uno de cada cuatro estudiantes dijo que la escuela le provee bebidas azucaradas, mientras que 8 de cada 10 chicos señaló que su escuela tiene kiosco y que los productos más comprados por los chicos en la última semana fueron golosinas y bebidas azucaradas.

“Estamos viendo cada vez más menores con complicaciones ligadas al sobrepeso y la obesidad como el hígado graso, la hipertensión, la apnea del sueño y la diabetes 2”

Mónica Katz,
Médica, presidenta de la Sociedad Argentina de Nutrición

 

PUBLICIDAD Y ETIQUETADO NUTRICIONAL

La encuesta corrobora la influencia de la publicidad de alimentos en la compra de productos: el 21,5 por ciento de los adultos refirió haber comprado en la última semana un producto porque lo vio publicitado, algo que también se confirma en los chicos: el 23,5 por ciento de los padres compraron un producto porque sus hijos lo vieron en una publicidad, solo en la última semana.

Los consumidores, sin embargo, desconocen en su mayoría el sistema de información nutricional, ya que solo un 13 por ciento de la población dijo comprender el etiquetado de los productos alimenticios.

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