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Espectáculos |UN NUEVO PANORAMA EN LA TEVÉ INFANTIL

Dibujitos desaforados: detrás de colores pastel y mundos de fantasía, la nueva animación desafía los límites

Las superficies inocentonas de los shows de la última década de Cartoon Network, Disney y Nick esconden alocadas historias que tratan sobre el sexo, la violencia y un sistema injusto, e invitan a los chicos al desacato y a quebrar sus propios preconceptos

Dibujitos desaforados: detrás de colores pastel y mundos de fantasía, la nueva animación desafía los límites

“Hora de aventura” · Finn y Jake, de paseo por una tierra posapocalíptica

22 de Diciembre de 2019 | 08:09
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Si un padre pasa distraídamente por detrás de su hijo mientras mira, en su tablet o celular, dibujitos animados, probablemente no vea nada raro: colores llamativos, un trazo inocentón y voces felices emanarán de la pantalla, como lo hicieron casi toda la vida. Nada sospechoso.

Una indagación más profunda, sin embargo, sobre las historias que se cuentan detrás de esas simpáticas imágenes revelará algo más: sus hijos están siendo criados por unas historias extrañísimas, aventuras en mundos posapocalípticos, en las entrañas de criaturas, en trenes infinitos, que juegan con los límites de lo posible mientras se regodean en quebrar las nociones clásicas, realistas, de tiempo y espacio.

Una mirada un poco más atenta revelará, además, que estas son historias sobre explotación laboral, diversidad sexual, familias disfuncionales, violencia, crueldad, relaciones tóxicas. Historias desinhibidas, desacatadas, que están rompiendo la idea paradigmática de una animación inocente y pedagógica, orientada a los buenos valores y la educación de nuestros hijos, y volando bajo el radar del control parental hace más de diez años.

“El espíritu de la Contracultura no solo no ha muerto, sino que ha encontrado un territorio ideal para sobrevivir bajo camuflaje, desarrollando, al mismo tiempo, una valiosa labor: la de educar a los más pequeños en la insumisión”, lanzó sobre esta nueva era dorada de la animación el crítico cultural español Jordi Costa.

Desde ya, no es que la animación nunca haya sido subversiva antes de este momento. Aunque sin el texto explícito de las animaciones del siglo XXI, ya las obras de Hanna-Barbera guardaban una cuota de sana locura y desobediencia, al igual los dibujos de Tex Avery o Chuck Jones. Sin hablar, claro, de Ralph Bakshi, que tras realizar la primera animación condicionada, “El gato Fritz”, realizó el show familiar “Mighty Mouse” con una serie de asistentes mal pagos pero con total libertad. Algún travieso hizo que, en un episodio, el super ratón aspirara unas flores...

De aquel equipo destartalado de animadores surgieron animadores de “Los Simpson” y “Futurama”, y, más importante aún, John Kricfalusi, el creador de la inclasificable “Ren y Stimpy”, que llegó a ser censurada y que hoy es un show de culto. La serie debutó en los 90 en medio de un panorama que ya empezaba a rebelarse contra el dogma de Disney que dictaba animaciones sanas y valores conservadores: desde Nickelodeon aparecían propuestas diferentes como “Doug”, “Aventuras en pañales” y “La vida moderna de Rocko”; por la pantalla de MTV aparecían animaciones adultas, desde “Beavis & Butthead” a “The Maxx”; el anime, la industria animada de Japón (mucho más variada y a menudo controversial), desembarcaba con furia en Occidente, sufriendo censuras (como aquel romance gay en “Sailor Moon”: sus protagonistas fueron reclasificadas como “primas” en el doblaje...).

Al cabo de unos años Cartoon Network, que se dedicaba a pasar repeticiones de viejos clásicos, se dio cuenta de que perdía a la audiencia joven, ávida de historias estimulantes y complejas, y desató su propio torrente de animaciones desaforadas y geniales, con títulos como “Las Chicas Superpoderosas”, “El laboratorio de Dexter” y “Hey Arnold”. También, abría la factoría de animación adulta má importante, el segmento nocturno Adult Swim. Por aquellos años, mientras Nick y CN se peleaban a muerte, apareció “Bob Esponja”, que marcó a una generación entera... y a sus padres.

CRIADOS FRENTE AL TELE

De esa generación, la que creció frente al tele viendo esta explosión animada, surgió el grupo de animadores jóvenes que empujarían las fronteras de la animación para toda la familia con osadía, utilizando la fantasía como medio para reflejar un mundo caótico e injusto.

“Este fenómeno de los flamantes dibujos animados de vanguardia para niños”, opinó con humor, “parece haber pasado completamente inadvertido por esos dos modelos de radar sancionador. Todas estas nuevas series tienen algo en común: son obras de autor y han aprendido a comunicarse en un doble lenguaje, ofreciendo estímulos directos al espectador en minoría de edad, al tiempo que desvelan sus abrasivos subtextos —sobre el mundo de las drogas, el trabajo basura, la inmadurez generacional, el sexo y la violencia— a una iniciada audiencia adulta que encuentra en estas propuestas esos discursos radicales y atrevidos que las parrillas televisivas suelen expulsar del prime time”.

“La capa de fantasía del show me permite divertirme con verdades que no son divertidas”, reconoce, al respecto, Rebecca Sugar, creadora de la adorada ”Steven Universe”, serie que mostró la primera boda lesbiana en la televisión animada estadounidense y tiene una caterva de personajes que parecen reflejar las diversas “minorías” del mundo. Narra la historia de un niño llamado Steven, que vive en el pueblo ficticio de Beach City junto a tres guerreras alienígenas con superpoderes, pero entre batallas y batallas, además de dar vuelta el género de la animación de acción para niños y jóvenes (dominado por hombres musculosos, violencia y visiones dicotómicas de la realidad), relata historias de soledad, pérdida, crueldad.

Sugar es uno de los emblemas de esta revolución animada, una superestrella para los adolescentes descastados del mundo, que se acercaron de a miles el año pasado a la Argentina Comic Con para ver de cerca a su ídola en su primera visita al país: su “Steven Universe” dio refugio a miles de chicos que se sienten diferentes, les permitió sentirse bien con sus diferencias y arroparse en merchandising de la serie para reconocer a otros marginados a primera vista.

LOS NUEVOS ANIMADORES

Pero Sugar es solo la punta del iceberg: emergió de “Hora de aventura”, cuyo creador, Pendleton Ward, la contrató cuando todavía era una veinteañera. “Hora de aventura”, que, como “Steven Universe” para el género de la acción fantástica, reescribiría y subvertiría el género de las princesas y hadas, debutó en 2010 y duró ocho años y 283 episodios. En ese tiempo, también pasaron bajo las órdenes de Ward Skyler Page, creador de “Clarence”, y Justin Roiland, uno de los creadores del hit animado adulto “Rick y Morty”.

Y algunos años antes, Ward mismo hacía sus primeras armas en otro show fundamental, “Flapjack”, de Thurop Van Orman, que dio hogar a quienes serían luego los creadores de “Regular Show”, donde un par de cuidadores de un parque y grandes amigos (uno es una urraca, el otro un mapache) dejan de lado sus responsabilidades en un trabajo basura para divertirse en extrañas aventuras; y la paranormal “Gravity Falls”, esta última creación de Disney.

Sí, finalmente, el hacedor de las estrictas reglas que constreñían al medio cedía, y se sumaba a la fiesta (también producirían, por ejemplo, la inusual “Pickle y Maní”, cuyo título dice bastante). Estas historias “parecen preparar a las nuevas generaciones para un futuro regido por una libertad de invención absoluta”.

A la fiesta también se sumaba Netflix, con su billetera grande para producir contenidos, y los chicos aparecían como uno de sus principales blancos: la competencia hizo estallar las texturas y temáticas hacia el infinito, como demuestra el show de antología “El Tren Infinito”, cuyo creador, Owen Dennis, también fue recibido como un héroe en su visita al país este mes. “Y el atractivo no solo está en las ocurrencias: el fenómeno es toda una orgía de nuevas estéticas imaginativas y transgresoras”, lanza Costa.

 

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