Lido Iacopetti: “Se puede ceder una silla pero no los ideales”
Edición Impresa | 30 de Diciembre de 2019 | 06:24

Por MARÍA VIRGINIA BRUNO
Figuras que parecen recortadas del cosmos, paletas coloridas que llaman la atención de hasta los más chicos, universos oníricos para pensar en la posibilidad de un mundo más bello. La obra de Lido Iacopetti tiene estas y otras tantas particularidades que la hacen reconocible al pasar pero que no son pasajeras: detrás de esos trazos se esconde el alma de un pintor popular que, a los 83 años, se animó esta temporada a ir por más.
Lido y su obra tuvieron, este año, una actividad muy intensa, en parte, gracias al “descubrimiento” de la porteña Galería De Sousa, en donde expuso permanentemente, y que le permitió llegar por primera vez en su vida a exhibir en ArteBA. También fue parte de la Feria Internacional de Arte en Bogotá, Colombia, y mostró sus pinturas en Miami. En paralelo, estuvo presente en la Ciudad, en diferentes museos, y fue parte de experiencias colectivas en Italia, Uruguay y Francia. El mes pasado, como ya es tradición, presentó además la edición 2020 de los almanaques solidarios que pinta a beneficio de Pro Infantia.
“Mucho para mi edad”, reconoce, entre risas Lido, en diálogo con EL DIA, y aclara que, aunque en otro nivel, ya había sido parte del circuito de galerías en el pasado. “Cuando era joven realizaba múltiples presentaciones pictográficas, y exponía en 10, 20 ó más lugares simultáneamente, incluso lo hice internacionalmente, en Brasil, Venezuela, Suiza, Países Bajos, Italia, Francia, E.E.U.U”. Sin embargo, había algo que le generaba más curiosidad que las luces de ese recorrido oficial.
“Mi intención fue expandir el circuito de exposiciones, quería acercar la obra al pueblo”, cuenta Lido, quien en 1964 y 1965 expuso en una de las galerías más vanguardista de Buenos Aires: Lirolay. “Después, a fines del sesenta, comencé a presentar mis trabajos en negocios, locales, plazas, etc. y a ofrendar mis pictografías a instituciones públicas y mis imigrafías al público en general. Incluso una de esas ofrendas, la realicé en la Galería Carmen Waugh en 1975: fue la primera exposición efímera, en tres días se agotaron las 20 pictografías y las 500 imigrafias que iban con un manifiesto”, recuerda.
“Sueño con ese mundo poético, inalcanzable para los que no saben amar, pero real, palpable, para quienes aman”
Dice Lido que “esas actitudes” fueron las que lo “marginaron del mercado y de las galerías de arte”. A partir de entonces, se comenzó apartar de los salones y concursos y se mantuvo en ese borde durante las últimas seis décadas hasta este año cuando, sin buscarlo, reconoce, “se volvió a dar esta participación (dentro del circuito comercial) a través de la Galería De Sousa”. Para Lido, este desembarco, no plantea ninguna contradicción. “Sigo siendo un pintor popular”, reza.
-¿Cómo vive este reconocimiento que su obra está teniendo en estos nuevos espacios y públicos?
-Vivo esto de la misma manera que he vivido los otros momentos de mi vida, con la alegría que la obra se expanda en otros espacios, ampliando así el circuito que he recorrido en lugares y colecciones más populares y que sin dudas seguiré recorriendo, porque uno no anula lo otro.
-¿Qué opina de los que pueden pensar que “Lido se vendió al sistema que siempre rechazó”?
- Ello no me preocupa, porque la verdad surge de la realidad, y mi situación sigue siendo la misma, a pesar de haber aceptado algunas distinciones y ofrecimientos como el actual. Mi rumbo no se desvía, ni mi pintura deja de ser la misma. Solo cambia temporariamente el campo de juego, como cambiaron grandes artistas con los que no me comparo, sino que doy como ejemplo; basta citar a Marcel Duchamp.
-¿Qué cosa nunca resignaría?
-Pintar. Nunca dejaría de hacerlo porque es mi pasión. Cuando uno ama lo que hace jamás lo abandona, ni lo toma como pasatiempo. Por eso para mí es fácil distinguir a un auténtico pintor de otro.
-¿Hubo algo con lo que cedió en este último tiempo?
-Siempre tuve presente el párrafo de Hermann Hesse en el ‘Demián’; cuando se remontaba hacia las estrellas dudó y se cayó: ceder se puede una silla o en otra atención, pero no en los ideales o en el camino elegido.
-¿Cómo es su vínculo con la pintura en esta etapa de su vida, en el que quizás la mente, el alma y el corazón le indican pero el cuerpo a veces no obedece por los achaques lógicos de la edad?
-Mi vínculo es el mismo de siempre, no la frecuencia. Antes mis secciones eran de 8, 10 o más horas, ahora en cambio son de 3, 4 ó menos, pero sigo trabajando como siempre. En el 2013 pinté ‘Apocalipsis’ de 3m x 5,40m. Este año realicé ‘La Creación’ de 3m x 5,50 m entre otras obras y ensambles, incluidas las de los almanaques que vengo realizando desde hace 27 años, para Pro Infantia. Me pesan los años, pero no puedo parar, pese a la dureza de mis articulaciones, a los calambres o a los dolores. La pasión me mantiene aún.
-¿Cuál o cuándo cree que será su último trazo? ¿Cómo se imagina que será esa pintura?
-No sé cuándo será el último trazo, quizás ya lo di, quizás falte un tiempo, ello no me preocupa. Nadie tiene comprado el día, sí tengo compradas telas, pinceles, pomos de colores, diluyentes y todo material para seguir pintando hasta que la muerte me sorprenda. Siempre me digo que el alba me encuentre proyectando, el día plasmando y el anochecer creando. Sigo soñando ese mundo imaginario que me acompaña desde mi niñez.
-Firma su obra TLido en homenaje a su mujer. ¿Cree que Lido hubiera sido Lido sin Teldy?
-Sí, desde que nos unimos en 1965 siempre firme TL mis obras, aún las hojas de los escritos a mis alumnos. Con Teldy nos integramos en un solo ser, en una sola alma, aunque somos dos personas distintas e independientes. El amor te permite ser junto al otro, darte, por eso no podría ser lo que soy sin Teldy y ella quizás no podría ser lo que es sin mí. Sin dudas seríamos otras personas. Agradezco a la vida por ello, por vivir este profundo amor, donde creo que la entrega, la lealtad, la comprensión y el compañerismo son sus bases fundamentales.
-¿Qué opina sobre el rol que las mujeres están ocupando en la sociedad de hoy?
-Desde niño vi en la mujer, a través de mi madre, mi hermana, mis tías, a mi semejante femenino. Nunca vi una pared entre los sexos, siempre respeté la diversidad con la sobriedad que merece. Creo que en estos momentos hay un poco de revuelo, propio de los cambios y las transiciones, pero cuando todo se reacomode se dará esa plenitud existencial donde cada uno ocupará su lugar, quizás poéticamente como lo vivimos nosotros.
-¿Qué sueños le quedan por cumplir?
-Sigo soñando y seguiré soñando, aún después de muerto, a través de la energía que deposité en mis pinturas: ese mundo poético, sin maldad, sin destrucción, sin prejuicios, sin estatus, ni solemnidad, en donde cada ser es semejante. Ello no es una utopía. Lo convierte en inalcanzable los intereses egoístas y las ignorancias, que esos mismos intereses generan, ocultados, muchas veces, en palabras y disfraces bondadosos y benévolos. La educación a través de una Cultura Creativa, por la que trabajé toda la vida, es el camino más seguro para lograrlo. No hay revolución que valga si no cambiamos nuestra cultura. En ‘Buichos Estéticos’ –1963-2003- y en el resumen del mismo ‘Testamento Estético’ -2010- ya expongo lo dicho.
-¿Qué futuro le gustaría dejarle a las futuras generaciones?
-Ese futuro que sueño, como dije recién. Por eso nos gusta cooperar con el Hospital Sbarra u otros centros que se ocupen de la niñez, porque estoy convencido que si nos ocupáramos de todos los niños dando amor y educación, creciendo en un ambiente saludable, no habría delincuencia en el futuro, pero para ello se necesita que todos colaboremos con nuestros ejemplos, dando sin pedir nada a cambio, porque de todos los destinos el más hermoso es ser útil a la humanidad.
“Mi rumbo no se desvía, ni mi pintura cambia; solo cambia temporalmente el campo de juego”
-¿Qué proyectos tiene para el año próximo?
-Los proyectos están allí, es necesario desarrollarlos. Si la vida me lo permite, ya estoy empezando a soñar el próximo almanaque 2021, las obras que me esperan y todo lo que podamos hacer para mejorar la condición humana, tanto la personal, como la de todos los seres. Siempre sueño con ese mundo poético, puro, pleno, inalcanzable para los que no saben amar, pero real, palpable para quienes aman, para quienes la vida es algo más que una existencia chata y sin futuro. Porque a pesar de todas las problemáticas de la vida cotidiana, vivir es una experiencia maravillosa e intransferible, se vive una sola vez y no se puede repetir. Desperdiciarla en banalidades y destrucciones de sí mismo o el semejante es realmente deplorable. Crear un mundo más humanizado y solidario es un fin verdaderamente hermoso y eso vale para todos los adultos sin excepción...
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