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Séptimo Día |OPINIÓN

¿Estás dispuesto a perder algo de tu libertad?, la pregunta insólita que abre un debate peligroso

¿Estás dispuesto a perder algo de tu libertad?, la pregunta insólita que abre un debate peligroso

OSVALDO GRANADOS
Por OSVALDO GRANADOS

8 de Septiembre de 2019 | 08:15
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En un canal de cable de noticias marcadamente kirchnerista, plantearon una encuesta sorprendente.

La pregunta era: ¿Cuánta libertad estas dispuesto a perder para tener una mejor situación económica?

En China la perdieron totalmente, sin elecciones, ni libertad de prensa, una sociedad muy vigilada y controlada. A cambio, en los últimos 20 años sacaron a 450 millones de personas de la pobreza.

En Venezuela también dejaron que otros decidieran sin ninguna posibilidad de reacción. El poder quedó en manos de unos pocos que sofocan todo tipo de libertad individual.

Pero en economía fueron un desastre, con 1000 por ciento de inflación anual y 80% de pobreza.

No es tan fácil decidir esa pregunta. Sociedades como la alemana desde 1933 pusieron en manos de un líder su destino. Preferían dejar las decisiones en poder de otra persona que idolatraban porque pensaron que era lo mejor para todos. En la historia hay cientos de ejemplos parecidos.

Resulta extraña en estos momentos esa pregunta.

¿Alguien está pensando en controlar a los argentinos con mano de hierro para concretar una transformación?

¿Quieren dar vuelta la Argentina?

Según el economista Jorge Katz hay cuatro argentinas: una moderna, otra orientada a la explotación de recursos naturales, una más industrial atrasada, que vive bajo la protección estatal, y otra excluida. Todos conviven pero no dialogan.

Las crisis se producen porque son producto de una fragmentación social.

No hay matices entre un gobierno y otro. El que gana tiene el poder y demoniza al que se va, portador de todo lo malo.

Se llego al caso que el que pierde no entrega los atributos del poder, porque explico, sería como una rendición.

Los que perdieron en 2015, señalaron: “Ahora pasamos a la resistencia”.

No hay una casa común.

Lo peor, cada uno cuando gobernó mostró errores graves. Ahora rechazan cualquier idea común.

Los arrepentidos de la corrupción piden por favor que los lleven a otros países. Del otro lado preparan listas para las represalias.

Varias argentinas separadas. No tienen ningún interés en un futuro compartido.

En privado Alberto Fernández , reflexionó mirando los números que traían sus economistas : “Va a ser más fácil cerrar la grieta que arreglar estos números”.

Su principal candidato, Alvarez Agis, le dijo: “En primer termino hay que sentarse a una mesa y llegar a un acuerdo sobre cómo repartimos las perdidas. Las primeras paritarias serían del 35%, dependiendo como termina la inflación. Todo al 35, precios, tipo de cambio y gasto publico. Desde allí bajar 7 puntos por año.

Lo más serio se escuchó cuando advirtió: “Tenemos que congelar la distribución del ingreso el primer año. Los salarios no pueden subir por encima de la inflación. Después si se crece es otra historia.

¿Qué pasará entonces con Hugo Moyano?

¿Se le pondrá limites a las paritarias?

Además, en un clima de inestabilidad económica ¿cómo será la relación entre Alberto si es elegida Cristina y La Cámpora?

Hoy la preocupación mayor es cuántas reservas le van a quedar al próximo presidente. Si hay menos, habrá poco margen de maniobra. Por eso la oposición aplaudió las últimas medidas, donde se ponían límites a la venta de dólares.

¿Habrá crédito para el país y las empresas?

Solo aparecerá el crédito si el futuro presidente muestra un programa económico sólido.

Hoy nadie muestra un plan. Nadie dice qué hará desde enero.

Todos saben que un populismo sin plata, sin nada para repartir, es un peligro.

La única definición segura llegó de Alberto Fernández , al campo: “No hay ninguna posibilidad de bajar las retenciones”. Eso se sabía. Lo más probable es que aumenten, especialmente a la soja.

Hoy se necesita más recaudación para que el Gobierno compre dólares a 60 en lugar de a 45. Esa presión adicional sobre el presupuesto solo se puede resolver de manera dolorosa: menos gasto o mas inflación. La tercera opción que era endeudarse, está clausurada.

El mundo sigue andando.

Sin crédito, sin oportunidades, con presión de los grupos sociales, pagando algo de la deuda y decidiendo quién manda.

Vamos a empezar a conjugar el futuro imperfecto.

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