El Lobo tuvo carácter, dejó una buena imagen y mostró que tiene elementos para dar la gran pelea

Aquella victoria deslucida, que poco tuvo de ilusionante, en diciembre pasado ante Central Córdoba en el Bosque, que marcó el cierre del pasado calendario, nada tuvo que ver, en cuanto al juego, con lo que propuso anoche Gimnasia ante Vélez. ¿Se puede disociar el resultado del rendimiento? Por supuesto, porque si bien el fin fundamental es la victoria, la sumatoria de los tres puntos, el desarrollo de los encuentros y sus circunstancias marcan si un equipo está para más o permanece en baja. Entonces, la primera conclusión que dejó el encuentro debut de este elenco de Maradona en 2020 es que la igualdad ante Vélez, por contradictorio que suene, puesto que necesitaba sumar tres puntos y no uno, puede acercarlo más al objetivo de la salvación que aquellos tres puntos cosechados, a los tumbos, contra los santiagueños.

Aunque todo es relativo, difícilmente la réplica de un rendimiento colectivo como el mostrado a fines del año pasado en 60 y 118 invite a pensar que los mens sana podrían ir de victoria en victoria. Por el contrario, varios aspectos del desarrollo del trámite de anoche en la tórrida jornada platense, dan la pauta de que algo nuevo y, posiblemente, más ilusionante para los triperos acaba de comenzar.

En primer lugar, la calidad del rival plantado enfrente resulta insoslayable para poner de relieve lo actuado. Los de Heinze, como bien dijo Maradona en la conferencia de prensa posterior, son uno de los mejores equipos del país, tal como la tabla refleja. Tienen un juego aceitado y se conocen los sistemas tácticos de memoria. Ante eso, Gimnasia contrapuso una presión en la zona alta del campo, constante en la primera media hora y alternada luego -con cierta lógica para oxigenar a los protagonistas tras semejante esfuerzo- para maniatar a los hombres de Liniers.

Como se sabe, Fernando Gago es el encargado de gestionar la primera línea de pase metido casi -o sin el “casi”- entre los centrales propios para, desde allí, darle limpieza a la salida de su equipo. El Lobo pudo desarticular ese engranaje gracias a la disciplina táctica de sus jugadores y al despliegue físico mostrado. El equipo dueño de casa supo ocupar los espacios del campo con inteligencia, al punto que quedo flotando la sensación de que la “V” azulada se llevó una sorpresa ante la intensidad de su rival.

DISPOSICIONES LÓGICAS Y REFUERZOS EN EL SENTIDO MÁS ESPECÍFICO DE LA PALABRA

Este renovado Lobo mostró una disposición táctica con un tinte lógico. Inició el encuentro con un diseño 4-4-2, con Mancilla como volante tapón ¡Cómo extrañaba Gimnasia un “5” de corte! El colombiano hizo lo suyo: recuperó balones y trató luego de dárselos a un compañero. Nada del otro mundo, pero tan necesario como una gambeta o un pase-gol para un conjunto que desde hace meses extrañaba horrores un mediocampista de neto corte defensivo con cierto peso específico en el campo.

No pocas veces, a las incorporaciones les quedó grande el mote de refuerzos. No es este el caso. Las caras nuevas, en mayoría, le dieron un salto de calidad a Gimnasia, dieron un aporte en aspecto del juego en los que el tripero mostraba inobjetables carencias. El mencionado Mancilla, el tiempista Goltz, destinado a ser patrón del fondo y con brazalete de capitán con solo dos entrenamientos, Barrios que mostró su jerarquía mientras tuvo aire y Pérez García que refrescó el ataque albiazul con un notable desparpajo.

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Gimnasia pedía a gritos un mercado de pases como el que se acaba de cerrar, con caras nuevas que le otorguen un plus al equipo. Se notó ese salto de calidad en todas las líneas, como punto de partida para una pelea que será durísima hasta el final.

EL RENDIMIENTO, APROBADO; EL PUNTO, CON SABOR A POCO, PERO...

El Lobo de Maradona se fue aplaudido del campo. Desde los cuatro costados se premió con las palmas el esfuerzo y el orden que los protagonistas mostraron. Jugando de esa manera, los mens sana dejaron en evidencia que tienen con qué ilusionarse con dar la talla en una pelea sin cuartel por permanecer en la Primera División.

Como contrapartida, un punto en condición de local sonó a poco. En la lucha que está protagonizando Gimnasia se debe proponer sumar siempre de a tres en condición de local. Si no, será difícil, matemáticamente, que la cosa se acomode.

La conclusión inequívoca que deja esta primera producción en el almanaque 2020 es que tiene y debe ir por más. Porque en el debe le quedó la falta de volumen de juego del primer tiempo y la carencia de justeza en los últimos metros de la cancha. Dos elementos, verdad de perogrullo mediante, que lo privaron de la ansiada -y por momentos merecida- victoria.

Paradela volvió a mostrar que tiene todo para crecer sin un techo cercano y Comba tuvo un rato con buen despliegue y ganas. Pero quien estuvo un paso por encima de todos fue Pérez García. El ex Tigre tuvo la personalidad sobreponerse a un inicio errático. Perdió las primeras pelotas que tocó, pero, corajudo, no paró de pedir la redonda, señal de guapeza y de personalidad.

Fue entonces cuando se vio lo mejor de Gimnasia, por el desequilibrio individual del flamante enganche y las sociedades que fomentó en procura de llegar al arco de enfrente.

Pasó el primero de 2020 para los mens sana y las sensaciones que quedaron flotando en el Bosque fueron ciertamente ambiguas. El empate de poco le sirvió para las matemáticas, pero la forma de lograr sí podría darle muchas satisfacciones en lo subsiguiente. Será cuestión de que afiance lo realizado y potencie los aspectos flacos.