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Alberto Fernández y el contrapeso del ala chavista del oficialismo

Mariano Spezzapria

Mariano Spezzapria
@mnspezzapria

8 de Octubre de 2020 | 02:22
Edición impresa

La renuncia de Alicia Castro a su designación a la embajada argentina en Rusia cayó como una bomba de profundidad en el Gobierno nacional. El trasfondo de esa decisión fue el malestar que se venía incubando en el ala chavista del oficialismo y que terminó de estallar cuando la Cancillería acompañó una resolución de la ONU contra la violación a los derechos humanos en Venezuela.

La dimisión de Castro fue altisonante: difundió una extensa carta en la que no dejó ninguna duda de su oposición a la política internacional del presidente Alberto Fernández y de su canciller Felipe Solá. La ex embajadora en Venezuela, afín al ex presidente Hugo Chávez Frías y a su delfín político Nicolás Maduro, tuvo realmente la intención de exponer esas diferencias en la faz pública.

La reacción inicial del presidente Fernández fue tratar de aplacar los ánimos exaltados de Castro, con quien se comunicó telefónicamente, pero al cabo de la jornada tanto la Casa Rosada como el Palacio San Martín catalogaban la controversia como un “tema terminado”. Sin embargo, el oscilante posicionamiento sobre Venezuela sigue haciendo ruido interno en el Frente de Todos.

Para muestra sobra un botón: el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, dijo en el Senado que el Gobierno está “conforme” con la tarea del embajador ante la OEA, Carlos Raimundi, quien había esquivado la condena al régimen de Caracas en línea con la postura histórica del kirchnerismo. El ministro coordinador dio así una muestra de fe política ante la vicepresidenta Cristina Kirchner.

Cafiero abundó: “La Argentina no es parte de esa política (el bloqueo económico) y no se ha modificado en nada la posición de nuestro país con respecto a este tema”. El jefe de Gabinete sostuvo, en la misma línea, que además de la situación de Venezuela, al Gobierno también le “preocupan los derechos humanos en Bolivia y de la comunidad afroamericana en EE UU”.

Según pudo saber EL DIA, el discurso de Cafiero estuvo coordinado con la Cancillería. El ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Solá, viene experimentando en carne propia la sensibilidad política que provoca el “caso Venezuela”: el embajador de los Estados Unidos, Edward Prado, le trasladó al malestar de Washington cuando la Argentina se desmarcó de la condena a Caracas en la OEA.

Se trata de un asunto relevante para el Gobierno, porque Estados Unidos tiene peso específico en el directorio del Fondo Monetario Internacional. Justamente esta semana, una misión del organismo se encuentra en Buenos Aires para iniciar las conversaciones tendientes a reprogramar la abultada deuda del país con el Fondo y a explorar la posibilidad de acordar un plan conjunto.

El presidente Fernández fijó como un objetivo la reestructuración de la deuda con el FMI, en la misma línea del acuerdo que alcanzó el ministro de Economía, Martín Guzmán, con los tenedores de bonos bajo legislación extranjera y nacional. En ese marco, el mandatario hace equilibrio entre la necesidad económica y la natural inclinación política de sectores internos del Frente de Todos.

La discrepancia más visible es con dirigentes que abrevaron en el kirchnerismo, especialmente durante los mandatos presidenciales de Cristina, y que ahora parecen relegados tanto en los cargos gubernamentales como en la toma de decisiones. Ayer por la tarde, el denominado “Espacio Puebla” dio a conocer un comunicado para rechazar la línea de la Cancillería.

Entre los firmantes se contó al ex vicegobernador Gabriel Mariotto, al metrodelegado Beto Pianelli y al intelectual Mempo Giardinelli, así como a los periodistas Daniel Tognetti y Cynthia García, quien dio la primicia de la renuncia de Alicia Castro que terminó en una ráfaga de “fuego amigo” para el presidente Fernández. Afuera de ese texto quedó Luis D´Elía, otro reconocido chavista.

Tal vez como una forma de compensar el disgusto al kirchnerismo, Fernández participará hoy de la presentación del libro “Néstor, el hombre que cambió todo”, que se realizará en la Casa Patria Grande, justamente uno de los espacios políticos que reivindican aquella alianza entre Kirchner y Chávez, que tuvo su máxima expresión con el rechazo al ALCA en 2005 en Mar del Plata.

 

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