Los arranques del capitán encendieron al equipo
Edición Impresa | 9 de Octubre de 2020 | 04:40

En lo que para él fue la quinta Eliminatoria camino a una Copa del Mundo, porque fue parte de la clasificación a Alemania 2006, Sudáfrica 2010, Brasil 2014 y Rusia 2018, Lionel Messi volvió a ser anoche la figura principal de Argentina. El desafío de jugar el quinto Mundial de su trayectoria, algo que ningún otro jugador de nuestro país pudo lograr a lo largo de la historia, pareció alimentar más todavía su liderazgo en un equipo que desembarcó en la presente etapa tras una renovación que significó la desafectación de varios referentes y anoche, en la cancha de Boca, lo mostró como la carta principal en un largo camino que el martes continuará con una visita a La Paz, contra Bolivia.
Lionel Scaloni, el entrenador designado para estar al frente en un proceso que buscará corregir lo actuado en la anterior Eliminatoria, había anticipado que su idea, para con el rosarino, era que tuviera “dos jugadores por delante” cuando el equipo tuviera la pelota y en la única práctica formal realizada en el predio de Ezeiza antes de presentarse en la Bombonera, la Pulga, a quien Ronald Koeman le cambió la posición en el Barcelona, donde se movió en el comienzo de la Liga española como “falso 9”, se movió como enganche, con Lautaro Martínez y Lucas Ocampo como primeros posibles receptores.
Ni bien la pelota comenzó a rodar, quedó claro que Messi era la llave para abrir a un rival que apretó sus líneas en pocos metros. Abrió a la derecha para la corrida de Acuña a los 2 minutos, y fue la primera visita al área de Alexander Domínguez. Se filtró en diagonal, por derecha, sobre los 5, para recibir un pase en profundidad de Paredes, y no pudo hacer pasar de largo al marcador. Y en la tercera aparición, cuando se cumplían 12 minutos, aseguró el penal cometido por Pervis Estupiñán, cruzando abajo a Lucas Ocampos, con un zurdazo a la izquierda del arquero, quien alcanzó a manotear la pelota. Gol 71 de Messi para la Selección nacional, que lo tiene al tope en la tabla de goleadores, y la apertura no hizo más que asegurarle al conjunto albiceleste los espacios libres que no había encontrado hasta ese momento, a pesar de haber movido la pelota a todo el ancho del terreno. Dentro de este nuevo cuadro, el capitán arrancó un par de veces, a su estilo, y en lo posicional, preferentemente asomó como enganche, y más adelantado por el carril derecho, movimiento que entendió Ocampos, ubicándose como atacante por el medio.
En el segundo tiempo perdió brillo el “10” del equipo argentino, aunque cuando se activó, en forma esporádica, es cierto, quedó en evidencia que la Selección de Scaloni continúa dependiendo del juego que pueda desarrollar su principal referente. Una llegada para recoger la pelota en el borde del área, que no llegó a destino, por que el remate se desvió en un marcador, y un pase filtrado para Ocampos, que entró en diagonal por izquierda, resultó lo más destacado de un Messi que con poquito, considerando su capacidad, fue clave para comenzar las Eliminatorias a paso firme.
Lo mejor de Messi, en el balance de una noche sin brillo, fue el entendimiento que tuvo con Ocampos, el jugador del Sevilla que trajo desde España en su avión privado, y los encuentros con Paredes, jugador con el que viene construyendo una sociedad que de continuar así, puede ser valiosa en un futuro. Faltaron las jugadas que parecían aseguradas con lautaro Martínez, aunque al bahiense los marcadores no le dieron respiro.
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