Aprender por Internet: boom de la enseñanza virtual

Enseñar es una actividad que existe desde siempre y que supone la transmisión de información de una persona a otra.

Cuando la enseñanza tiene lugar en un espacio definido, se le llama de clase y muchas clases juntas forman una escuela o taller, donde se comparten espacios e ideas.

Ahora bien, si ese espacio donde se comparten los saberes y experiencias no es físico, estamos hablando de enseñanza virtual, algo que con la pandemia y la cuarentena muchos han experimentado a la fuerza y de sopetón.

Sin embargo, pese a lo inesperado del sistema, la mayoría le ha encontrado más de una ventaja a este tipo de enseñanza que se afianza cada vez más solidificándose en estructuras que ofrecen planes educativos y formativos de distintas disciplinas que no tienen que ver con la educación formal ni obligatoria.

No se comparte un lugar físico, pero a esa “desventaja” la supera el hecho de que la tecnología permite reunir a personas de todo el mundo a través de la pantalla, cosa que no podría hacerse de forma presencial.

Desde Villa Elisa Buki Cardelino creía que era complicado dar un taller de poesía en su casa por la distancia. “Siempre me pedían que armara algo y surgió ahora porque se puede hacer de forma virtual. Lo lancé por Instagram con un flyer y se anotaron casi todos los que consultaron. La idea es hacer otro en febrero”.

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Esta profesora de letras, poeta, música y docente siempre se dedicó a escribir y quiso compartir sus saberes teniendo la facilidad de unir gente con Internet. “Se anotó un montón de gente y tuve que armar dos grupos. La pasamos muy bien y a veces nos extendemos más de dos horas -lo que dura cada encuentro-. Cada semana les mando por mail un dossier y virtualmente vamos analizando, vemos procedimientos de autores, temáticas. Se generan conversaciones re interesantes. También hay una parte de clínica y producción, donde subimos todo a un drive que está compartido. Tuvimos que poner un horario especial porque hay una chica que está en Berlín, otra es de Bariloche y muchos participantes son de capital federal. Esto es algo que no había pensado hacer pero estoy re contenta y es súper gratificante. Al principio era rara la virtualidad, pero enseguida pudimos olvidarnos de ella porque nos unió el placer del contenido del taller. Obviamente sería mejor presencial, pero a la vez, quienes están en otras ciudades no habrían podido participar. Se genera una conexión mucho más amplia”.

Pablo Vidal, cantante de Los Valses, estaba desde el año pasado con ganas de dar un taller de composición de canciones. Lo iba a comenzar en abril de forma presencial y la pandemia, como a todos, le cambió los planes. “El nuevo contexto me dio un poco mas de tiempo libre, y me lancé. No fue una motivación económica, sino las ganas de trasmitir lo que había aprendido en estos años de trabajo. No soy profesor, soy una especie de motivador y guía, alguien que marca los límites para que haya un enfoque y mejore la creatividad”, dice el cantautor platense sobre su debut en este rol: “son encuentros semanales de dos horas aproximadamente, que se extienden durante dos meses. Se trabaja la escucha colectiva de canciones en base a un disparador y se hacen tareas relámpagos. El enfoque es más bien lúdico que técnico. Está pensado para personas con y sin experiencia en la composición. Es mi primera experiencia de coordinación. Arranqué en agosto y ya estoy organizando el de diciembre y enero”.

“Pusimos un horario especial para coordinar con una alumna que vive en Berlín”

No hay página web ni plataforma demasiado sofisticada, computadora o teléfono en mano, los encuentros son “artesanales”. “Subimos los temas a un grupo de WhatsApp, y después en el Zoom trabajamos más lo textual. A veces mandan las grabaciones con el celular o le agregan bases. No hay pretensiones técnicas. Me fue re bien, creí que iba a armar un solo grupo y se vienen anotando unas 16 personas por mes. Me generaba incertidumbre pero me encanta, hay muy buenas reacciones. El canto es algo sanador y frente a este contexto difícil de procesar, la canción es un vehículo para la evolución o una ayuda a sentirse mejor”.

SOFISTICADO

Belén Cáceres está en Chubut. Vive en La Plata, pero por la cuarentena decidió ir a sus pagos ya que podía trabajar de forma remota. Artista y estudiante de dirección coral en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata, esta joven se planteó crear un espacio de enseñanza musical virtual que cubriera las necesidades generales de los músicos. “Hay muchas cosas que atraviesan el proceso, y lo que buscamos es conectar a los artistas emergentes con la gente. Que llegue la información para que se sepa qué hay en la agenda artística, que implica lo estético y el mensaje más integral”, explica Belén que con esa idea lanzó Live Art, una academia musical digital donde no sólo hay clases de instrumentos, sino que se enseña sobre producción, grabación en distintos ámbitos y cosas súper específicas como utilización de pedales de efectos.

“Los artistas necesitamos espacios donde se puedan dar clases, y fui contactando a amigos para generar el trabajo de esta forma, que por ahora no pretende tener un espacio físico. La virtualidad te permite conectar con gente de todos lados. Tanto en el área de docentes como con los alumnos”, cuenta y resalta: “somos gente que produce, que sabe lo que pasa en este momento en la escena. Una carrera de música es larga y a veces terminás y no sabés usar la computadora para producir. Hacemos un trabajo personalizado, apuntamos a lo que cada uno busca, más allá de los procesos necesarios y básicos”.

Para Belén, “de forma online se pueden hacer progresos. Tenemos alumnos de todos lados. Algunos son nenes de 10 años y también hay gente de 50 que se adaptó a este formato y vienen trabajando un montón. Las clases son personalizadas y cada docente avanza al ritmo del alumno. Nos manejamos con nuestra página web y además tenemos un servicio para enseñar cómo hacer registro de autor de temas y canciones, producciones, para poder cobrar cucando se hacen shows, aunque sean por streaming”, detalla.

Guillermina Periño tiene dos trabajos. Uno “de toda la vida” y otro reciente. El primero es dar clases de piano, que con la cuarentena pasaron a ser virtuales con videollamadas y zoom. A partir de ese cambio fue que se concretó el segundo: “quería armar algo de educación orientado a músicos. Desde mayo estoy con esto, es una plataforma donde publico desde blogs hasta cursos online. La idea es armar herramientas específicas para los músicos como armado de canciones, sonido o marketing musical”, describe la creadora de Somosmusicxs, la plataforma que entre otras cosas, generó un tarifario para profesores de música, “que se hizo en base a una encuesta en todo el país. Es de referencia y se copó todo el mundo, porque parte del trabajo es saber cobrar”, resalta Guillermina.

“Son contenidos, información sobre distribución y marketing, que siempre me llegó desde Estados Unidos, pero hay poca información sobre cómo manejarse y los pasos a seguir para publicar un disco, por ejemplo, en el país. Esto tiene que ver todo con los artistas independientes, para fortalecernos, ponernos `reglas´”, cuenta la docente y resalta: “se me acercó mucha gente que no conozco, y me llamó mucho la atención, que querían evacuar dudas para no perder plata ni tiempo, ni frustrarse”.