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Deportes |ENTREVISTA CON EL "GATO", A 50 AÑOS DEL TRICAMPEONATO DE AMÉRICA

“Estudiantes es lo que más quiero en la vida”

Rubén Pagnanini recuerda todo: la Libertadores del ’70, Zubeldía, Bilardo, Menotti, Maradona, Sabella y hasta los sueños del juvenil Vivas

“Estudiantes es lo que más quiero en la vida”

El Gato Pagnanini posa para este diario con la camiseta que más quiere y el escudo del Pincha / EL DÍA

Martín Cabrera

Martín Cabrera
mcabrera@eldia.com

26 de Mayo de 2020 | 03:17
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Tenía 21 años cuando levantó la copa Libertadores. Llevaba un puñado de partidos en ese plantel plagado de hombres de peso para la época. Nunca lo había imaginado, pese a su esfuerzo y al de su familia. Pero ahí estaba, con el trofeo en sus manos, una pelota de fútbol guardada dentro de su camiseta y 60 mil personas gritando en el estadio Centenario de Montevideo. Rubén Pagnanini, a 50 años de uno de los días más felices de su vida, recuerda el título de América conseguido, con Estudiantes, el 27 de mayo de 1970. Y mucho más.

Con 71 años mantiene su elegancia junto a Laura, su señora de toda la vida. Cabellera rubia, altura y pasión por el fútbol. Sólo le tiene a maltraer un problema en el lado derecho de su cadera, que no le permite caminar demasiado. “Por eso no pude ir a La Plata cuando se inauguró el estadio”.

Elogia al Pincha y de desvive en palabras para AlejandroSabella. “Me alegré tanto al verlo bien después de lo que pasó. Es un campeón del mundo. Lo quiero como si fuera mi hermano. Ya desde la época de jugador, cuando lo enfrenté, me sorprendía su don de gente. Con el tiempo comprobé que era especial y disfruté por partida doble lo que consiguió en Estudiantes y con la Selección”. Entonces sí, es momento de hablar de la Copa.

Pero el Gato, como le dicen todavía, remarcó que antes de recordar los partidos contra el Carbonero se jugaron dos finales ante River, el favorito. “Fueron tremendos. Me tocó marcar a Pinino Mas, que ya era famoso. Bilardo me decía, ‘cuidado que te hace diagonales y después te amaga, marcalo de perfil’. Le hice caso y me fui bien. Allá sacamos un buen resultado (1-0 arriba) y en La Plata los pasamos por arriba (3-1)”.

- Y llegó Peñarol, un gran equipo…

- Dificilísimo. Me tocó marcar a Lamberck. También estaba Losada, bravísimo, peleador y que jugaba bien abierto. Fueron dos partidos duros, jugados al límite. Estaban también Onega y Goncalvez. Pero Estudiantes tenía muy claro lo que debía que hacer. Daba gusto jugar en un equipo así. En La Plata sacamos un triunfo corto pero merecido. Y en el Centenario lo planteamos con inteligencia. Casi no nos llegaron. Fuimos felices.

-¿Terminaron a las piñas?

- Sí, hubo una trifulca. Me acuerdo que se me acercó el arquero Mazurkiewicz y me dijo “no te metas, no es con vos el problema”. Pero tenía que defender a mis compañeros. Me sacó del cuello hasta el banco de los suplentes. En la cancha, el resto se repartió con todo. Fue una cosa que resolvieron los que tenían que hacerlo. Fueron 10 minutos. Y quedó ahí.

-Hay una foto famosa de El Gráfico con la pelota de la final debajo de su casaca. ¿La conserva?

-La doné el año pasado al Museo de Estudiantes, el lugar donde debía estar. Cuando terminó el partido justo estaba con la pelota y no dudé en guardármela. Me la quisieron sacar, pero no pudieron, ja.

“En La Plata sacamos un triunfo corto pero merecido y allá fuimos inteligentes

Rubén Pagnanini,
Sobre las finales ante Peñarol

 

Pagnanini debutó en 1968, en un partido contra Colón, pero su despegue definitivo se produjo un año después, en el Nacional de ese año. “Jugué bastante porque los muchachos tenían partidos importantes. Hasta estuve en la tabla de goleadores, ya que pateaba los penales”, recuerda este jugador que además hizo goles de tiro libre y uno de cabeza desde mitad de cancha en un clásico amistoso jugado en el Bosque. “En la Copa Rucci. Fue un rechazo, con suerte para mí y desgracia para el arquero”.

-¿Cómo fue para alguien tan joven meterse en un equipo como esede Osvaldo Zubeldía?

-Tuve la suerte que me eligiera entre varios muchachos que estaban conmigo en la Tercera famosa del Vasco Urriolabeitia. Teníamos algunos jugadores suspendidos y lesionados para esas finales y me llamó a mí. Por diferentes motivos no pudieron estar Manera, Aguirre Suárez, Madero (se había retirado), Malbernat y alguno más. El tema es que era volante y faltaba alguien en la punta derecha. Tuve la suerte de ser muy bien asesorado por Carlos Bilardo, que me dijo absolutamente todo del puesto. Básicamente me ordenaba, porque me gustaba pasar mucho al ataque y jugando de 4, en una final, no podía hacerlo siempre. Gracias a él me consolidé como marcador de punta el resto de mi carrera.

-¿Él lo manejaba adentro de la cancha?

-Exacto. Osvaldo (Zubeldía) daba las directivas y planteaba el partido, pero adentro de la cancha el que me hablaba del minuto 0 al 90 era el Flaco (Bilardo). “Llegá al fondo, no tires centros de tres cuarto de cancha”, me decían los dos. Mi espejo era Eduardo Luján Manera. Me encantaba verlo jugar. Terminaba el partido de Tercera y me quedaba a mirar la Primera. Después volvía a San Nicolás. Ahí lo veía jugar y aprendí. Lástima que lo lesionaron tan joven, en aquella época no se operaban los cruzados.

-¿Usted vivía en San Nicolás y viajaba todos los días?

-Hasta que terminé la escuela secundaria viajaba los viernes para La Plata y volvía los domingos. Tenía un sólo entrenamiento con mis compañeros de la Tercera, los sábados a la mañana. Después me recibí de técnico metalúrgico (1967) y me fui a vivir a La Plata. Justo ese año empecé a entrenar con Primera. Me entrenaba de lunes a viernes en mi casa con un plan del profe. Pero lo hacía solo. Así jugué dos años en Tercera y fuimos campeones. Hasta el día de hoy no encontré otro caso así. Era el único del plantel que hacía eso.

-¿Quién lo acercó?

-Miguel Ignomiriello, con los delegados que estaban junto a él. Hicieron una prueba con 300 pibes en San Nicolás y unos pocos quedamos. Me sumé después de la Tercera que Mata, con el Bambi Flores, Fucenecco, Zuccarelli, Pedro Verde, Camilo Aguilar, Taverna, Ronco, Zibecchi y Marito Rodríguez. Teníamos un equipo muy bueno. Estudiantes siempre tuvo grandes inferiores.

¿Se acuerda qué hizo el día que Estudiantes fue campeón mundial?

-Estaba en plaza San Martín gritando con mis compañeros. Ya vivía en La Plata, en una pensión del centro. Viví 20 años en la ciudad.

-Al ser de San Nicolás seguramente cuando vino a La Plata era hincha de otro Club. ¿Le tomó cariño igual a Estudiantes?

-Estudiantes es mi casa, lo que más quiero en la vida ,deportivamente hablando. Eso va a seguir hasta el día que me muera. Fue el que me dio la posibilidad de ser alguien en el fútbol. El agradecimiento por encima de todo. Tres de mis cuatro hijos son hinchas como mi señora y yo. Y mis nietos también.

“Me duele que no tengan buena onda. Con sus estilos, le dieron lo mejor al fútbol argentino”

Rubén Pagnanini,
Sobre la relación Menotti-Bilardo

 

-A usted lo dirigió dos veces Bilardo. ¿Qué puede decir de esas primeras experiencias?

-Era terrible, no dejaba pasar nada. Estaba todo el día detrás nuestro. Siempre con cosas nuevas. La verdad, full time las 24 horas y siempre para mejorar. Era muy detallista. Fuimos subcampeones del Nacional ’75, con Benito, Galletti y Verón en la delantera. No salimos campeones por Fillol y por una distracción que tuvimos en el partido contra River. Cosa rara para ese equipo. No se dio.

-¿Lo sorprendió su transferencia a Independiente?

-Sí, porque ya tenía 28 años. Pensé que estaba dando las hurras. No me olvido más que Julio Grondona me dijo “Gato, te traigo para salir campeón, por tu experiencia nos tenés que ayudar”. Don Julio tenía admiración por Estudiantes. El Pato Pastoriza armó un gran equipo y fuimos campeones dos veces de manera consecutiva. Fue el otro gran técnico que me hizo conocer el fútbol. Ese partido que ganamos en Córdoba con 8 jugadores fue inolvidable.

-Y le llegó la chance de jugar en la Selección y salir campeón del mundo…

-Grondona me avisó en el avión de regreso de Córdoba. “Vas a estar en la lista de 25”. Y así fue. Jugué algunos partidos en la previa, incluso hice un gol contra Perú en la cancha de Boca. Por suerte quedé, pero en la mente del técnico estaba Olguín, que jugó todos los partidos. Igual fue una experiencia inolvidable. Fue un regalo a todo lo que había hecho en Estudiantes e Independiente. Fui campeón del mundo. De alguna manera me pude sacar la espina de la final perdida contra el Feyernoord en 1970, algo que al día de hoy no lo puedo creer. Yo le digo la “final infame”.

-Pocos jugadores fueron campeones con Bilardo y Menotti…

-Me duele que no tengan buena onda. Pero en esa época no tenían problemas, salvo cuando jugábamos contra Huracán. Cada uno, con sus estilos, le dieron lo mejor al fútbol argentino.

-¿Jugar con Maradona fue la frutilla del postre?

-(risas) En Argentinos, en 1980, sólo cuatro meses. Él tenía 18 años. Era un malabarista de la pelota. Por suerte yo estaba en el equipo titular y no tuve que marcarlo ni en las prácticas. Un día en la cancha de Boca nos dijo “ustedes me dan la pelota y listo”. Les pintó la cara a todos. Años después le pude regalar una camiseta de Olimpo. Estaba veraneando en una playa cercana a Bahía Blanca. Me mandó un agradecimiento muy lindo.

-¿Qué hizo después de dejar el fútbol?

-Dirigí en algunos clubes y me dediqué a buscar jugadores. Uno de ellos fue Nelson Vivas. Jugaba en El Acuerdo de San Nicolás y cuando dirigí ahí lo pasé del medio a marcador de punta. No quería saber nada. Era un chico muy temperamental y lo expulsaban mucho. Yo estaba convencido que atrás se iba a aplacar. Sin tener divisiones inferiores en un club importante llegó a jugar en Boca, River y la Selección. Una lástima que no quedó en Estudiantes…

-¿Cómo fue eso?

-A los 19 años se fue a probar, pero no quedó. Se vino llorando desde La Plata hasta mi casa. “David, no te preocupes, vas a tener otra chance”, le dije. Luego tuvo la chance en Quilmes y empezó su carrera hasta el día de hoy. Son cosas del fútol.

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