La televisión maldita: de “Señorita Maestra” a “Glee”, series con finales trágicos

La muerte de Naya Rivera, la tercera actriz de “Glee” en fallecer, terminó de sellar el mito de la serie de Fox como un show maldito, sumándose así una larga lista de series y películas sobre las cuales se cree que pesa una maldición.

Al escéptico, claro, esto le puede parecer una gran pavada: muchas veces mero marketing para vender alguna película de terror, parte del morbo que se suele tejer alrededor de ciertas cosas, o producto de esa costumbre tan humana de ver causalidad donde se ve casualidad, de interpretar que hay en el azar razón de ser.

Y sin embargo, las espeluznantes historias de programas aparentemente condenados que contaremos a continuación contienen una concatenación tal de “casualidades” que, sin dudas, harán dudar a más de uno...

“SEÑORITA MAESTRA”
LA MALDICIÓN DE JACINTA PICHIMAHUIDA

No faltará, de todos modos, quien adjudique todas estas tragedias a las consecuencias de la fama temprana. Para ellos, una historia mucho más contundente: la de “Señorita Maestra”, éxito televisivo hace cuatro décadas y uno de los grandes clásicos de la tevé argentina, hoy envuelto en una gran oscuridad.

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Por ejemplo: Alejandro Lamarque, quien entre 1983 y 1985 dio vida a Palmiro Caballasca, está viviendo en la indigencia en una casilla precaria casilla de San Vicente, está ciego, no tiene trabajo ni dinero para comprar los medicamentos que necesita por sus problemas de salud y desde hace un tiempo perdió contacto con su única hija.

Graciela Cimer, conocida por ser Etelvina, falleció tras caer del balcón de la casa que compartía con el actor Marco Estell. Y Julio Silva, quien fuera Siracusa, murió acribillado en el confuso episodio por el que Fabián Rodríguez, Cirilo Tamayo en la ficción, terminó en la cárcel.

La más trágica de todas las historias ocurrió en 1996: la protagonista de la tira, Cristina Lemercier, murió tras agonizar durante cinco días en un sanatorio luego de recibir un disparo en la sien, tras una pelea conyugal con Raúl Ortega, hermano de Palito. Un hecho sobre el que se tejieron todo tipo de especulaciones.

La cineasta y escritora argentina Lucía Puenzo escribió la novela “La maldición de Jacinta Pichimahuida”, ficcionando aquellos sucesos trágicos.

“BLANCO Y NEGRO”
TRAGEDIA DE TRES HERMANOS

Otro programa que se las vio negras tras su éxito original fue “Blanco y Negro”, la serie sobre tres hermanos, dos de color y una blanca, que terminó con su protagonista, Gary Coleman, muerto luego de sufrir una caída que le provocó graves heridas en la cabeza tras una confusa discusión con su pareja, y tras intentar quitarse la vida varias veces. Coleman había caído para entonces en el olvido, atravesando años de desempleo y adicciones.

Tampoco le fue bien a su hermano en ficción, Todd Bridges, quien encarnó a Willis, y pasó mucho tiempo preso por tenencia y consumo de drogas. Con el tiempo se recuperó y creó una fundación de ayuda a jóvenes con problemas de drogadicción, pero ya nunca tuvo éxito. La hermana de ambos, Dana Plato, también cayó en las drogas y murió por una sobredosis: antes, en un afán por despegarse de su papel inocente, posó para Playboy y terminó protagonizando películas eróticas.

“ALF”
WILLIE DESATADO

Similar es la historia de “Alf”, un éxito ochentoso que terminó en tragedia para todos sus protagonistas. La figura principal de la maldición de Alf es, sin dudas, Max Wright: el actor que interpretó a Willie Tanner, padre de familia. Más allá de que su carrera no tomó el vuelo esperado, algo ocurrió hacia los 2000, un año clave en la maldición: Wright comenzó entonces a caer en un pozo depresivo que lo condujo al alcohol, y terminó arrestado por conducir ebrio. La historia se repitió en 2003, cuando Wright embistió varios objetos de la vera del camino antes de ser detenido.

El escandaloso espiral descendente del actor cómico culminó cuando aparecieron imágenes suyas fumando crack con varios hombres semidesnudos, aparentemente filmando porno gay: la veracidad de las imágenes nunca fue comprobada, pero para entonces la carrera del actor ya estaba acabada.

“GLEE”
NADA DE ALEGRÍA

La serie que volvió a destapar la olla de los “programas malditos” es “Glee”, que además de sus tres muertos cuenta otras historias. La pasada semana murió en lo que fue aparentemente un accidente Naya Rivera, tercera del elenco en fallecer.

El primero de ellos fue el protagonista de la serie, Cory Monteith, cuyo cuerpo se encontró en 2013 en un hotel de Vancouver. El fallecimiento del actor, de tan solo 31 años, se debió al abuso de sustancias, entre las que destacan el alcohol y la heroína. Poco tiempo antes de su muerte, Monteith había estado internado en un centro de rehabilitación para recuperarse de una adicción que arrastraba desde los 19 años.

Cinco años después llegaría otra tragedia. Mark Salling, quien daba vida al personaje de Noah “Puck”, más conocido por Puckerman, se quitó la vida tras ser el centro de un escabroso asunto en el que le declaraban culpable de pornografía infantil y de violación a su ex pareja.

El actor fue detenido en diciembre de 2015 cuando los investigadores encontraron en su domicilio más de 50.000 imágenes pornográficas y eróticas de niños y 600 vídeos con la misma temática, delito por el que se enfrentaba a una pena de cárcel de entre cuatro y siete años, además de tener que pagar a sus víctimas y ser incluido en el registro de acosadores sexuales.

El pasado año, además, se destapó el caso de maltrato de pareja por parte de Blake Jenner (Ryder Lynn en “Glee”) a su ex pareja, también del reparto de la serie, Melissa Benoist (Marley Rose). Un tremendo prontuario para una serie que nació hace apenas una década, terminó hace solo cinco años y lleva por título “Alegría”.

FINALES TRÁGICOS
TAMBIÉN EN EL CINE

Los mitos de maldiciones en torno a distintas obras también ha proyectado su sombra sobre el cine: de hecho, este año se estrenó en la tevé estadounidense “Cursed Films”, serie documental sobre películas malditas, entre las cuales se cuentan “El bebé de Rosemary”, “El Exorcista” y “La profecía”.

El caso de “Rosemary” es emblemático: el filme lanzó la carrera en Hollywood de Roman Polanski el mismo año en que se casó con Sharon Tate. Un año más tarde Tate moriría en manos de los secuaces de Charles Manson, en una matanza con clara simbología satánica. A esa muerte se suma además el fallecimiento, muy joven, del compositor de la música, Krzysztof Komeda, meses después del estreno y con solo 38 años.

“El exorcista” es otro caso muy conocido, con incendios en el set, las actrices severamente lastimadas y dos actores que murieron mientras la película estaba en posproducción... y que en la película habían interpretado a personajes que morían. La actriz que hizo la voz del demonio poseedor, en tanto, vio como su hijo asesinó a su familia antes de quitarse la vida.

“La Profecía” cuenta una historia similar. Tres aviones que llevaban al elenco durante el rodaje fueron afectados por circunstancias climáticas extremas durante el vuelo, con truenos golpeando el vuelo del protagonista, Gregory Peck. Días después, Peck tenía que volar a Israel: canceló a último momento... y el avión se estrelló.

Aquí, claro, nadie puede culpar a la fama precoz: parece claro que, o estamos ante extrañas coincidencias, o aquellos cineastas se metieron con fuerzas desconocidas. Como siempre, es cuestión de creer o ser escéptico: las brujas no existen, pero que las hay ¿las hay?.