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Jorge Marrale: “La parálisis en nuestro trabajo es un telón oscuro delante de uno”

El actor y presidente de SAGAI, que tiende puentes desde la voz en la novedosa propuesta “Amor de cuarentena”, analiza el preocupante presente y el futuro de la ficción en Argentina

Jorge Marrale: “La parálisis en nuestro trabajo es un telón oscuro delante de uno”
Pedro Garay

Pedro Garay
pgaray@eldia.com

5 de Julio de 2020 | 05:30
Edición impresa

Cualquier argentino reconoce la voz de Jorge Marrale: grave, profunda, con esa pausa, esa respiración de la dicción teatral de la vieja guardia, se impone sin gritar, comanda respeto pero desde las antípodas de la violencia. Esa voz llega ahora a los teléfonos celulares de quienes acceden a la experiencia de “Amor de cuarentena”, un experimento hecho de mensajes que llegan al espectador evocando viejos amores, tiempos donde fue feliz.

Una propuesta inusual, atada a las posibilidades de esta cuarentena eterna, y otra muestra de como los artistas se las ingenian en tiempos de salas cerradas y rodajes frenados.

“Creo mucho en la creatividad, en cómo reaccionamos los humanos ante algunas desesperaciones”, dice al respecto Marrale, en diálogo con EL DIA, y recuerda anécdotas de tiempos de guerras, donde el temor disparaba valentías. Ahora, en esta pandemia, dice, “la cabeza para algunos dispara en busca de soluciones, de vacunas. Otros, los artistas, tratamos de encontrar salidas creativas para purificar el dolor, y sobre todo apaciguar la falta de contacto”.

Una carencia particular para ellos, los artistas, porque, afirma el intérprete nacido en 1947, de larga trayectoria en teatro y televisión y ganador de dos Martín Fierro, “los actores somos personas de contacto: construimos con el otro, y con el público, por lo cual para nosotros hay algo de esa inmovilidad que filtra en el alma, no solo en el cuerpo”.

En el marco de ese contacto vedado, prohibido y peligroso, “Amor de cuarentena” lanza la voz humana al encuentro del otro, y, dice Marrale, consigue trascender esas barreras físicas. “La voz humana sigue siendo un instrumento de contacto, tiene la posibilidad del milagro del contacto emocional”, explica sobre esta experiencia dirigida por Guillermo Cacace y con textos de Santiago Loza, en la que el espectador recibe cada día mensajes, leídos por Marrale, Dolores Fonzi, Cecilia Roth, Leonardo Sbaraglia o Camila Sosa Villada, de un ex, un romance lejano, una ilusión que se enciende. Todo ese fuego es invocado por la voz, dice Marrale: el actor ya había realizado trabajos, en documentales e incluso en animación (prestó su voz para “El Paraíso”, cinta animada que revisita Rosario, “la Chicago argentina”, en los inicios de siglo XX), poniendo solo la voz.

“El fenómeno humano es uno de comunicación, pero el fenómeno oral es embriagador”, afirma Marrale, y agrega que “para mi tiene un valor muy central”: escuchar su propia voz le dispara el recuerdo de su hermano fallecido, cuenta, y así, dice, reacciona el público. Cada mensaje dispara mundos, pasados, nostalgias.

“Con lo que más nos comunicamos es con la voz, y la voz siempre es evocadora: de chicos, escuchábamos la radio, y las voces nos daban en el imaginario una cara, un cuerpo. Construye imagen interna. Si yo puedo con mi voz generar la posibilidad de que quien la reciba pueda construir esa persona olvidada, generar el fenómeno de la empatía a través de mi voz, es algo mágico. Hay algo mágico en la voz: a pesar de todo este desastre de la pandemia, podemos todavía, desde la voz, hacer caricias”, opina Marrale.

LA PARÁLISIS

La voz irrumpe en la parálisis a la que ha forzado a mucha gente esta cuarentena: la vida entre cuatro paredes, las posibilidades vitales limitadas, el aburrimiento, la asfixia, todo lleva a la quietud, pero particularmente en este momento los recuerdos de un amor del pasado, de tiempos que fueron felices, “pueden ser muy movilizadores”, afirma. Y para él, cuenta, también fue movilizador el proyecto: “Una de las cosas que uno tiene que conseguir como actor en la ficción es ser verdadero, con lo cual tuve que pasar los textos por mi, por mi historia, con lo cual tuve que corporizar a quién estaba dirigido. Así que fue un acto de gran sinceramiento emotivo. Entonces si yo, que lo tengo que decir, puedo convocarme a mi mismo en el recuerdo, si consigo que llegue a los destinatarios, tiene que funcionar. Y funcionó”.

“Los artistas tratamos de encontrar salidas creativas para purificar el dolor, y sobre todo apaciguar la falta de contacto”

 

Con parte de lo recaudado destinado a la Casa del Teatro, “Amor de cuarentena” ha sido un pequeño suceso pandémico, con “muchos pedidos” y solo dos “funciones” más pautadas (una comienza el miércoles y la otra el sábado), aunque ya hay charlas para “ver cómo continuamos”, desliza Marrale.

Pero no es solo la satisfacción de un trabajo bien hecho lo que celebra Marrale, sino también la posibilidad de estar en movimiento como actor en tiempos de parálisis laboral. Es una época “complicada”, dice, donde “más allá de las voluntades que uno puede tener para llevarla adelante, hay una cantidad enorme de cosas que no podés hacer. Nuestro trabajo es un trabajo de contacto”, repite, “y el compañero tiene que estar al lado, uno tiene que vibrar con lo que el otro dice”.

Una chance que se cortó de seco cuando el mundo se detuvo en marzo: Marrale iba a viajar a Bogotá para mostrar “El Vestidor”, y estaba a punto de iniciar el rodaje de la serie de Pol-ka sobre sobre María Marta García Belsunce, serie de 8 episodios en la que iba a interpretar a Carlos Carrascosa. “No sé en qué quedará eso. Ojalá que se pueda hacer”, lanza con algo de resignación.

“La parálisis en nuestro trabajo significa un telón oscuro delante de uno: y eso es inquietante, porque además no sabés cuándo se va a abrir”, analiza, aunque afirma que “de golpe nos inoculan la parálisis, y estamos mirando todo lo que se podría hacer y no se hace: algo habrá que achacarle a la pandemia, pero otro tanto no”.

“Antes del parate había una sola telenovela grabándose. Es una macana, con lo que fue Argentina en términos de ficción, estar llegando a ese límite tan bajo”

 

EL AUDIOVISUAL EN ARGENTINA

Porque, lanza mientras se coloca el gorro de presidente de Sagai, la Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes (una asociación civil sin fines de lucro de Argentina que gestiona colectivamente los derechos intelectuales de actores y bailarines), la crisis precede a la pandemia. “Antes del parate había una sola telenovela grabándose”, recuerda (en alusión a “Separadas”, que, encima, se levantó porque no pudo seguir rodándose). “Es una macana, con lo que fue Argentina en términos de ficción, estar llegando a ese límite tan bajo demuestra en qué estado estábamos antes de la pandemia: ya era preocupante”.

Desde Sagai impulsan desde hace meses que los canales de aire incluyan ficción argentina, para que las regalías permitan paliar la crisis a los actores sin trabajo, aunque sin demasiada respuesta de las señales. Así, dice, “nuestra tarea está paralizada de una manera dramática: ya estaba jaqueado el audiovisual y ahora, bueno, también el teatro”.

“La esperanza que tengo es que esto nos enseñe a toda la industria del audiovisual que si no nos unimos con proyectos factibles para una ley de promoción de la industria, lo identitario se irá corriendo”, afirma. Marrale pide una ley de fomento del audiovisual en donde todos los jugadores opinen, lleguen a un acuerdo, para “salir a la cancha”: la cancha es, claro, el mercado, un mercado copado por ficciones extranjeras. Y Argentina hoy no puede competir ni siquiera en su mercado local: “Estamos demasiado bombardeados por obra audiovisual extranjera”.

“Si uno no entra en el juego mundial, donde puedas imponer productos originales, propios, identitarios, estamos en un lugar de desventaja”, analiza Marrale, y recuerda la influencia que tuvo en el país el cine italiano clásico, y también la presencia “desde siempre” del cine estadounidense: “Traían cultura, acciones, procedimientos, de otros, que tomamos y los hicimos propios: yo antes de ir a Nueva York, ya la conocía por el cine. Esto es lo que tenemos que hacer: darnos a conocer, y si hay algo que es una carta de presentación universal es el audiovisual. No es sencillo, y venimos de un parate muy grande, con lo cual tenemos que remover un montón de cosas, entre ellas la creatividad. Pero hay mucho talento en Argentina, tenemos con qué salir. Pero hay que unirse para salir, terminar con algunas dicotomías, sobre todo en materia audiovisual”.

“La voz humana sigue siendo un instrumento de contacto, tiene la posibilidad del milagro del contacto emocional”

 

Y la capacidad, sigue Marrale, “está en todos lados. El audiovisual puede ayudar a federalizar el país”, afirma, citando el ejemplo del éxito internacional de “La chica que limpia”, ficción producida en Córdoba. “Pero hay que mirar un poco más, porque no se ve. Tenemos que tejer ese vínculo: nos tenemos que religar un poco más los argentinos, saber en qué anda el resto, salir del claustro individual. El audiovisual necesita que empecemos a cruzar data, pensamiento, formas, crear núcleos un poco más esperanzadores, de menos odio, y menos pelea. Con diferencias, por supuesto que las habrá. Pero hay que tener objetivos comunes”.

Así opina el presidente de Sagai, antes conocido por ser uno de los grandes villanos de la televisión argentina, sobre el estado de cosas. El panorama no es demasiado alentador, concede, pero igual “pienso que cuando se salga de la cuarentena se pueden hacer cosas buenas. No sé si vamos a cambiar, eso creo que es más individual, y las cosas probablemente continúen igual porque no se cambia de caballo en la mitad del río. Pero hay algo de la experiencia personal, de vivir de la forma que estamos viviendo, que nos tiene que dejar alguna marquita como para, cuando salgamos de esta, tratar de hacerla mejor. Mejor para el bien, porque, como de costumbre, hay algunos que ya están pensando en hacerla mejor para el mal”.

 

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Marrale pone su reconocible voz a “Amor de cuarentena”, una experiencia diferente, a través de Whatsapp

Jorge Marrale y Arturo Puig en una escena de “El vestidor”

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