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Representan más del 70% de los promotores barriales que participan en operativos de detección y en la asistencia de vecinos aislados. La misma tendencia se repite entre los voluntarios universitarios
Omar Giménez
ogimenez@eldia.com
La primera vez que Luz Torres (17) escuchó hablar de la pandemia fue en el mes de marzo, mientras hacía trabajo voluntario en el comedor “Sol estrellas”, de 93 entre 121 y 121 bis, en Villa Montoro, el barrio donde vive. Y aunque la preocupación en ese momento la representaban las personas de riesgo que se desempeñaban en el merendero, ya estaba claro que el virus iba a plantear desafíos mucho más serios en el barrio y que se iba a necesitar gente para hacerle frente. Fue entonces que decidió inscribirse en un curso de formación de promotores comunitarios en pandemia. Hoy ya participó en más de diez operativos de detección del virus como voluntaria haciendo encuestas y concientización casa por casa; se ocupó de llevar comida y medicamentos a vecinos de su barrio obligados a estar aislados y de llamarlos permanentemente para conocer su evolución. Y hasta formó parte de una posta sanitaria para desinfectar vehículos en una esquina muy transitada de su barrio, iniciativa de una organización social.
“Me gusta ser voluntaria porque ayudás a un montón de gente y los vecinos reconocen tu esfuerzo”, dice Luz, quien relata que las nuevas tareas le abrieron un horizonte de posibilidades en las que antes nunca había pensado: “creo que cuando esto termine me gustaría ser licenciada en enfermería. Pero no para trabajar en hospitales, sino en mi barrio, para mis vecinos”, dice.
Luz forma parte de los 1.600 voluntarios que se formaron en el Curso de Promotores en Pandemia COVID-19 de la Región Sanitaria XI, quienes participan en los operativos Detectar en distintos barrios de la Región, actúan como referentes comunitarios de salud desde el corazón de los mismos barrios aportando información relacionada con la prevención y asisten a los vecinos que permanecen aislados, llamándolos por teléfono para conocer su evolución y acercándoles alimentos, medicamentos y hasta ropa hasta sus domicilios y actuando de nexos para ayudar si sus cuadros se complican.
Según destaca Manuel De Battista, director asociado de la Región Sanitaria XI, hay un primer dato que salta a la vista entre los voluntarios barriales que se formaron en ese curso: una abrumadora mayoría (más del 70%) son mujeres. Y la mayor parte de ellas, menores de 40 años.
Entre esas voluntarias, las principales motivaciones son las de formarse como referentes en salud en un momento en que la cuestión sanitaria es un tema clave. Y, desde ese rol, ayudar a sus vecinos.
La misma tendencia se observa entre los voluntarios universitarios que participan de los planes Detectar en los barrios y también de otras iniciativas, como la atención telefónica en centros de telemedicina, el ordenamiento de la circulación en los hospitales, el reparto de bolsones de comida en las escuelas, el acompañamiento de adultos mayores o el trabajo de apoyo a los CAPS.
También en este caso las mujeres son mayoría, según apunta el secretario de Salud de la Universidad de La Plata, Sergio Lazo, dentro de un universo en el que sobresalen por su cantidad los estudiantes de carreras vinculadas a la salud, como Medicina, Odontología, Ciencias Exactas, Enfermería o Nutrición y las edades oscilan entre los 20 y los 30 años (ver aparte).
Más difícil es explicar la razón de esta abrumadora mayoría femenina entre los voluntarios: “las mujeres tienen un gran compromiso social. Debe tener que ver con eso”, dice de Battista, quien agrega que entre las voluntarias que se formaron en la Región Sanitaria XI muchas militan o han militado en organizaciones sociales, trabajado en comedores barriales, iglesias o clubes, aunque otras no reconocen ningún antecedente de participación comunitaria y las movilizó el ideal de ayudar en la pandemia.
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De entre los promotores que se formaron en los cursos de la Región Sanitaria XI, 800 son de La Plata, 100 de Berisso, 80 de Ensenada y los demás de los otros 15 municipios que forman parte de la Región, dice de Battista.
LA CALLE, OTRA TRINCHERA
Las referentes voluntarias que caminan los barrios platenses describen un cúmulo de situaciones cotidianas que las enorgullecen o las preocupan.
Entre las primeras destacan el reconocimiento que reciben de la gente en el propio barrio y en aquellos a los que se trasladan para participar de los operativos de detección: hablan de vecinos bien predispuestos a responder a las encuestas y expresar sus dudas frente a la pandemia, quienes les manifiestan su reconocimiento a la tarea que desarrollan. La situación contraria - la frialdad o la indiferencia - es menos común, pero hay voluntarias que reconocen que les tocó vivirla cuando se desplazan hacia otros barrios que no son los que habitan.
Entre los motivos de preocupación, en tanto, hay dos salientes: el primero, al que se hace referencia una y otra vez, es la actitud de muchos adolescentes reacios a adoptar en sus barrios normas de prevención tan básicas como el uso del barbijo, el mantenimiento de la distancia social o el evitar compartir el mate.
Otra inquietud que manifiestan tiene que ver con la forma en que se van flexibilizando las normas de prevención, un relajamiento que redunda -junto a la mayor actividad y circulación- en un aumento de los casos positivos, dicen.
“Hoy un operativo detectar promedio en La Plata no baja de entre 20 y 30 hisopados, de los cuales entre el 40 y el 50% son positivos”, dice Manuel de Battista.
El trabajo de las voluntarias también permite asomarse a las principales preocupaciones de los vecinos relevados frente a la pandemia, entre quienes se advierte un amplio abanico de actitudes respecto al coronavirus que van desde el temor al contagio hasta la subestimación. Con todo, la pregunta que con más frecuencia les formulan todavía no tiene respuesta: “siempre nos preguntan cuándo termina la pandemia”, dice de Battista.
Las voluntarias también se refieren a los desafíos “fuera de libreto” que deben afrontar en el marco de una lucha inédita y para la que no existen recetas, tales como conseguir un auto para un caso positivo del barrio al que el cuadro se le agravó y no consigue que le manden un ambulancia. O encontrar una solución para vecinos que, cuando les explican que la forma de prevención básica es lavarse las manos con frecuencia, responden que en su barrio no tienen agua (ver aparte).
Según se explicó en la Región Sanitaria XI -a cargo de los operativos Detectar junto a los municipios- el voluntariado de los promotores es fundamental para la estrategia que apunta a la búsqueda activa de casos de COVID-19 en los barrios.
Para desempeñar esa tarea, éstos recibieron una capacitación virtual basada en distintos ejes, tales como protocolos del COVID-19, sintomatología, comunicación asertiva, pediatría y violencia, entre otros temas, ya que durante los operativos, los voluntarios, que integran las cuadrillas junto a sus pares de la UNLP y de organizaciones sociales, no sólo hacen un relevamiento puerta a puerta para detectar personas con síntomas, sino que también hacen preguntas relacionadas con el cronograma de vacunas y otras problemáticas como la violencia familiar o las adicciones.
¿Y el miedo al contagio?: Para Luz, 17, por caso, la preocupación es contagiar. Por eso usa cuidadosamente su equipo de protección. Pero hasta ahora, según indican los organizadores de los operativos, no ha habido contagios entre los voluntarios.
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Voluntarias haciendo un relevamiento casa por casa en el marco de un operativo detectar / mariana Juárez
“Más del 70% de los 1.600 voluntarios que se formaron en el Curso de Promotores en Pandemia de la Región Sanitaria XI son mujeres y tienen menos de 40 años Manuel de Batista Director Asociado Región Sanitaria XI
“Entre los voluntarios universitarios hay estudiantes y graduados y las mujeres son más. Muchos están vinculados a carreras relacionadas con la salud como Medicina, Odontología, Exactas o Nutrición” Sergio Lazo Secretario de Salud UNLP
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