Sabor a poco en los primeros balances de la temporada de verano en la Costa

La explosión turística del fin de semana extra largo de Navidad, que llevó a más de 600.000 personas a movilizarse por distintos destinos de todo el país, sembró ilusiones en la Costa frente a una temporada de verano que, en plena pandemia, se perfilaba como atípica. A una semana del final de enero, esa temporada demostró ser bastante diferente a aquel prometedor fin de semana largo: en los principales destinos se habla de un verano difícil y se menciona una serie de tendencias que definen el escenario de las vacaciones. Las principales: menos gente, de mayor poder adquisitivo, en promedio de menor edad y que volvió a optar por estadías de alrededor de 5 días.

Y aunque algunos comerciantes ya hablan de la temporada más difícil de la historia de la Costa y hasta llegan a decir que es aún peor que la del año 2001, en plena crisis económica, cifran sus esperanzas de mejora en lo que queda de la segunda quincena de enero, tradicionalmente la más convocante, sobre todo en los fines de semana.

De los 500 hoteles que tiene Mar del Plata abrieron 320 y aún así las reservas llegan al 40%

Dentro del complejo escenario que plantea el verano hay, con todo, rubros con más y menos dificultades. Y hasta localidades, como Cariló, donde la fidelización de los turistas y el cierre de las fronteras uruguayas consiguió que el impacto de las tendencias que se notan en toda la costa sea menor, según coincidieron en indicar comerciantes de Pinamar y Cariló consultados para esta nota.

EN MAR DEL PLATA

Alejandro Rabinovich, coordinador de Gabinete de la municipalidad de General Pueyrredón, dice que en la primera quincena de enero, la cantidad de turistas que llegó a Mar del Plata fue 40% menor que la que había visitado la ciudad en el 2020.

“Sabíamos que iba a ser una temporada absolutamente atípica por la pandemia y eso no sólo se nota en la cantidad de gente”, dice Rabinovich.

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Una de las tendencias que deja lo que va de enero muestra que una mayor cantidad de público de mayor poder adquisitivo visita la Costa, turistas que en años anteriores viajaban al exterior.

En el caso de Mar del Plata esto se nota porque los rubros que mejor están trabajando son aquellos destinados a un sector ABC1, tales como los hoteles de mayor categoría o los restaurantes gourmet.

Por caso y de acuerdo a los datos oficiales, las viviendas en barrios cerrados y los edificios con amenities están alquilados en un 100% en Mar del Plata.

Entre los que sienten menos el impacto de la crisis también se cuentan las cervecerías con deck, favorecidas por una mayor proporción de gente joven en relación con otros años en Mar del Plata.

Como contrapartida, entre los sectores más castigados se encuentran la hotelería de menor categoría, los cines y teatros y el transporte público.

“La mayoría de la gente que está viniendo a la costa lo hace en vehículo propio. Si en la temporada anterior habían ingresado en la Ciudad 5.000 micros en diciembre, este año sólo lo hicieron 900”, indica Rabinovich, quien agrega que uno de los elementos propio del paisaje marplatense de cada verano que no se ve este año es el turismo de grupos.

Al mismo tiempo, la merma en la demanda de alojamiento afecta principalmente a los hoteles de una o dos estrellas y sindicales. Algunos de estos últimos transitan la temporada con sus puertas cerradas.

“Los ingresos de micros bajaron de 5.000 a 900 entre diciembre de 2019 y de 2020. Los hoteles de menor categoría tienen menos ocupación. Y cayó el turismo de grupos”

Alejandro Rabinovich
Coordinador de gabinete General Pueyrredón

La situación de los hoteles de menor categoría es particularmente preocupante, según destacan desde la Asociación Hotelera Gastronómica de Mar del Plata, representante de un sector que teme que muchos de estos hoteles se vean obligados a cerrar cuando termine la temporada.

Según los datos que maneja esa entidad, de los alrededor de 500 hoteles con que cuenta Mar del Plata esta temporada abrieron sólo 320 La mayoría de los 180 que no abrió son hoteles sindicales. Y aún con 180 hoteles menos, las reservas llegan apenas al 40%.

En el caso de los hoteles de 4 y 5 estrellas las reservas son mayores, al tiempo que registraron un repunte en la tercera semana de enero.

A pesar de que en algún momento se especuló con la posibilidad de que la pandemia alentara las estadías más prolongadas, esto finalmente no ocurrió: las estadías se mantuvieron en un promedio de cinco días.

La propuesta de cerrar contratos por quince días había sido impulsada por las inmobiliarias con la idea de mejorar la ocupación y de reducir la rotación, pero finalmente no prosperó y las estadías mantuvieron su situación propia de los últimos años.

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Según los datos manejados por el Colegio de Martilleros y Corredores Públicos marplatense, el promedio de alquileres para la primera quincena de enero rondó el 25%, mientras la expectativa para la presente quincena, tradicionalmente la mejor, rondaba el 30%, otro indicador con gusto a poco que deja lo que va de la temporada.

Las razones por las cuales los números dejan esa sensación son fáciles de entender dicen en La Feliz: el miedo al contagio inhibió a mucha gente de viajar, sobre todo a aquella que debía usar el transporte público, al mismo tiempo el parate que impuso la pandemia a la economía hizo que para muchos las vacaciones se convirtieran en un objetivo económicamente inalcanzable. Por último, muchos prefirieron no viajar hasta la Costa y permanecer en ciudades más pobladas, con mayor infraestructura sanitaria al alcance de la mano ante el temor al contagio.

Ese temor al contagio tuvo también el correlato de bajar drásticamente el promedio de edad de los veraneante en la costa,

“Los mayores de 60, incluso aquellos que eran clientes históricos de determinados balnearios, prefirieron no venir”, dicen en Mar del Plata y lo mismo se escucha en algunos paradores de Pinamar.

Para los conocedores de la Costa es un dato que salta a la vista. Y que repercute también en lo económico y especialmente, con miras a marzo, un mes en que, tradicionalmente, los adultos mayores tuvieron un rol protagónico.

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Como contrapartida se ven muchos jóvenes en las calles de los principales destinos marítimos bonaerenses. Pero se trata generalmente del tipo de público que mueve menos los indicadores económicos: son, tradicionalmente, los más gasoleros.

Con todo, la fuerte afluencia de jóvenes explica el éxito de uno de los rubros menos impactado por la crisis sanitaria: el de las cervecerías.

En Mar del Plata, por caso, a pesar de que no se hacen las fiestas electrónicas que año a año llevan jóvenes de distintos puntos del país a la ciudad, es visible la fuerte proporción de jóvenes veraneantes en las calles y en los balnearios, al menos durante el mes de enero.

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En febrero, tradicionalmente el mes de las familias, el temor de los operadores turísticos y comerciantes es que el anunciado regreso de las clases del 17 de ese mes en la Ciudad de Buenos Aires sea crucial para un mes que viene bajo de reservas: hasta esta semana alcanzaban a entre el 20 y el 30%.

En ese cóctel de contrariedades que acompañan al verano de pandemia hasta el tiempo dijo presente: en los primeros días de enero se contaron con los dedos los días aptos para la playa.

Con todo, todavía queda una buena parte del verano y algunos alientan la esperanza de que el repunte de los últimos días cambie un poco la marcha de la temporada.