Efecto halo: el juego de las apariencias

Muchas veces juzgamos a las personas sin conocerlas realmente pero dejándonos llevar por su apariencia o muy pocas características. Dar una segunda oportunidad es muy importante

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Cuando conocemos a alguien por primera vez o incluso cuando navegamos en las redes sociales, es habitual que emitamos un juicio de valor favorable o desfavorable basándonos únicamente en una sola cualidad de la persona que estamos observando y actuemos en consecuencia a esa imagen que configuramos.

¿Como influye el sesgo cognitivo en nuestra manera de percibir a los demás?

“Supongamos que pasa al lado tuyo una mujer bien vestida, con tacos altos, buen porte y caminando con paso firme; quizás automáticamente asociarías que tiene un puesto laboral de alto desempeño, un status social elevado, que le va muy bien en su vida. Podría suceder que navegando por las redes sociales, ves a un famoso con sobrepeso o demasiado delgado y sin saber nada de su circunstancia, le atribuís características negativas, abrís un juicio de valor”, dice la licenciada Melisa Mirabet, psicóloga clínica, ejemplificando lo que es un efecto halo y agrega uno más: la impresión que tenemos de los famosos a quienes percibimos como atractivos y exitosos, sin siquiera conocerlos.

Uno de los principales aspectos del efecto halo, es el atractivo de las personas y, de acuerdo a esa percepción, es más o menos valorada aunque cuente con mayores habilidades y competencias.

“Esos pensamientos espontáneos y esa valoración que rápidamente construimos, se debe a que cuando conocemos a una persona, activamos automáticamente nuestra percepción: una función cognitiva que básicamente se centra en seleccionar entre todos los estímulos que se nos presentan, agrupando dicha información en un todo e interpretándola dándole sentido. Así es como rápida, pero quizás erróneamente, nuestra percepción puede vincular atributos como vestimenta, tono de voz, aspecto físico, hobbies e incluso objetos materiales, con valores como la confianza, inteligencia, solidaridad y éxito y como consecuencia podemos vincularnos y tomar una actitud frente a esa persona por solo aquello que presumimos”, detalla MIrabet.

DAR UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD A LAS PRIMERAS IMPRESIONES

Estas inferencias que se realizan en base de nuestra percepción, se vinculan en realidad a una alteración de la misma, creando un sesgo cognitivo que se denomina efecto halo, un término que acuña el psicólogo Edward Lee Thorndike. El término describe que nuestra mente tiene una facilidad cognitiva que la conduce a sacar conclusiones y tomar decisiones frente a pocos atributos y tener un alto nivel de confianza en esas decisiones sin una deliberación más profunda.

Nuestra percepción vincula atributos como el tono de voz o el aspecto físico con valores

 

La base de la teoría planteada por Thorndike es que las personas tienden a crear una impresión general de la personalidad de los demás basándose en un atributo no necesariamente relacionado, creando percepciones positivas o negativas y haciendo que ese juicio subjetivo tenga como consecuencia no poder pensar críticamente sobre los demás rasgos de la persona.

“El efecto halo, al ser una visión sesgada, desestima cualquier otra variable y la percepción de un solo rasgo puede trasladarse a otros aspectos tomándolo como válido aunque no contemos con datos suficientes”, cuenta la licenciada.

Cuando conocemos a alguien por primera vez, el efecto perceptivo crea una aureola -halo en inglés- haciéndonos una impresión general de la persona que influye en cómo nos sentimos y pensamos sobre ella, incluso, cómo nos vincularíamos con la misma. Enseguida comenzamos a presuponer de él y su vida, cuando en realidad, no conocemos absolutamente nada más que rasgos y diversos atributos que vimos en esa primera impresión.

¿LAS APARIENCIAS ENGAÑAN?

El trabajo de Thorndike ha ido desarrollándose por otros autores y hoy se sabe como las personas forman opiniones y suposiciones sobre los demás por pocos atributos y que incluso depende en gran medida de la primera percepción. Por lo tanto, una primera percepción positiva de alguien podría significar que gracias al efecto halo, se hagan más suposiciones positivas sobre sus habilidades, capacidades e incluso valores personales, así es como puede bastar sólo una foto sonriendo con un perro, para valorarse como un atributo positivo y crear una imagen positiva de la persona, así es como quizás aceptarías una cita y no serías consciente de que estarías frente a un mentiroso que podría lastimarte.

El efecto halo se encuentra en la vida diaria y está en casi todos los aspectos de las persona

 

“Como el rasgo positivo o negativo percibido de alguien crea un `halo´ de impresión general frente a esa persona, esto puede repercutir positiva o negativamente a favor de otra persona podría entonces que tengamos un pensamiento erróneo e incluso nos lleve tomar decisiones y emitir juicios de valor que no son correctos, por lo tanto, es bueno saber que no nos debemos dejar llevar por las apariencias, ya que incluso esas apariencias, puedan estar deliberadamente armadas para hacernos creer una idea que en realidad no es”, destaca Mirabet y agrega lo que cree fundamental.

“Por eso es importante darnos cuenta que el efecto halo se encuentra presente en la vida diaria y está presente en casi todos los aspectos de las persona: la forma en la que se vincula con los demás, en el lugar de trabajo, en los ámbitos universitarios e incluso, aunque no seamos consientes de ello, influye en cómo respondemos a las campañas de marketing, en nuestro comportamiento en redes sociales, en las compras que realizamos y la opinión pública frente a celebridades, políticos y causas judiciales”.

Es fundamental que la próxima vez que apresuradamente comencemos a presumir sobre otra persona, poder ser consciente de quizás el efecto halo está en juego y esperar a poder tener mayor conocimiento del otro para no tomar decisiones rápidas en las cuales incluso podríamos salir perjudicados.

 

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