El Kuelgue: “No tenemos prejuicio con ninguna música”

Con disco editado el año pasado y uno en camino, la banda llega a La Plata tras tres años para repasar toda su carrera

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La Plata es una ciudad familiar para El Kuelgue, visita obligada cada año en cada gira que emprende la multitudinaria banda, pero hace tres años que el combo no pisa las diagonales. La sequía se rompe mañana por la noche: tras su paso por Cosquín Rock, la banda vuelve a la Ciudad para presentarse en el estadio de 13 entre 58 y 59.

El Kuelgue, que se acerca a los 20 años de vida, comenzó el 2022 editando una serie de singles, continuación de su último disco, “Cuentito”, lanzado en pandemia. Pero el show en nuestra ciudad no será de presentación de disco, sino que habrá “una larga lista de temas que repasarán toda la carrera de la banda” y, avisa el bajista Juan Martín Mojoli, seguirá “un guion: estos shows grandes los guionamos desde la puesta en escena y la lista de temas, con diferentes momentos y climas”.

El paso por nuestra ciudad se da en el marco del regreso de El Kuelgue a la acción: “Estamos volviendo al viejo mundo, revisitando las ciudades donde acostumbrábamos a ir”, cuenta Santiago Martínez, teclados y voz de la banda, en diálogo con EL DIA. “El 2021 fue con protocolos, incertidumbre… recién ahora estamos pudiendo proyectar una gira”, agrega.

Mojoli recuerda esos “shows rarísimos” donde “los espectadores estaban en corralitos, en mesas separadas… parecía que estábamos tocando en un cumpleaños de 15”, rodeados además “de una atmósfera gris, muy pandémica”. El cambio comenzó a darse, cuenta, en el Movistar Arena de fin de año, donde “volvieron los pogos y ya no había barbijos”.

Fue el comienzo del final de un proceso del que, dicen, la banda también aprendió. “Al principio pensábamos que iba a durar poco… y venía bien, teníamos una fecha atrás de otra. Pero eso era cuando todavía teníamos la guita de los dos últimos shows en el bolsillo. Cuando esa guita se acabó ya no fue tan gracioso…”, recuerda Martínez, pero enseguida agrega que “parar la pelota, de todos modos, nos vino bien: no seríamos la misma banda si ese parate, seguiríamos en ese tren medio veloz y para nos hubiéramos chocado con algo”.

Nuevo disco

De hecho, el parate le permitió a la banda lanzar un disco tras 7 años: su último trabajo largo había sido en 2015 (“Cariño reptil”), seguido por numerosos singles y algunos EPs. Pero “teníamos ganas de sacar un disco, la obligación personal, artística, era hacer un disco”, dice Mojoli. Y la pandemia aportó el escenario para poder hacerlo, aunque implicara grabar vía satélite.

La banda, de todos modos, defiende la modalidad de singles, “discos en cómodas cuotas”, porque “es difícil guardar la canción una vez que la grabaste” y porque “los sencillos hacen que la gente no tenga que esperar tanto”. “Y una cosa no cambia la otra”, agrega Martínez. “Sacás singles y después sacás un disco”.

De hecho, “Cuentito” tiene algo de rejunte de singles: un disco hecho de algunas canciones que se compusieron antes de la pandemia y otras que se compusieron en el aislamiento.

Quizás por eso la pandemia no suena en los climas de los discos como le ocurrió a tantas bandas, aunque, dice el tecladista de El Kuelgue, “nosotros sabemos dónde está la pandemia”.

“Y es un disco pandémico”, agrega, “porque hay muchos temas lentos: en la época de muchos shows hubiéramos considerado que ese tema había que tocarlo en Cosquín Rock mañana y no daba un tema como ‘Roma’, de piano y voz. La época permitió ese tipo de canciones. Y también hay nostalgia, la pandemia generó ese mirar para atrás… aunque eso también estuvo antes en la banda”.

Es, reconocen sin embargo, un disco ecléctico, “muy variado, una mezcla de cosas de distintos lugares, muchos compositores, diferentes productores”, cuenta Mojoli, que se entusiasma más con “lo que viene ahora”: la banda ya tiene varios temas de lo que será su próximo trabajo y, adelantan, “aparecieron cosas nuevas, nos fuimos un poco para el Brasil, que no habíamos visitado mucho. Pero siempre con ese espíritu variado de El Kuelgue”.

El algoritmo

El Kuelgue, al fin y al cabo, es ese espíritu musical juguetón que va del rock al indie, de la música rioplatense al reggae, sin interesarse por la continuidad. “No tenemos prejuicio con ninguna música, a todo le encontramos algo. A lo que es comercial, sigue teniendo algo interesante desde el audio, siempre hay algo que aprovechar”, dice al respecto Martínez. “Lo único que buscamos es que no sea forzado, nos tiene que picar naturalmente esa exploración. Nos tiene que gustar a nosotros, nos tiene que divertir el proceso”.

Es esa diversidad musical que convierte a El Kuelgue en una pesadilla para el algoritmo: ¿dónde, después de todo, lo incluye el catalogador de esa gran biblioteca que es Spotify? “Entramos en un par de categorías”, se ríe Mojoli, “y también en categorías tipo fogón, mate de la tarde, previa de asadito”.

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