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Economía Dominical |CADA VEZ MÁS, CON MAYOR POBREZA

Hay 182 planes sociales diferentes para 25 millones de beneficiarios

Según el Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales la mitad de los argentinos recibe algún tipo de ayuda por parte del Estado. El gasto en Servicios Sociales para 2022 asciende a $6.993.190 miles de millones

8 de Mayo de 2022 | 06:28
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Los planes sociales generan un gran debate público en momentos en que los movimientos piqueteros exigen un Ministerio especial para esta problemática, al tiempo que anuncian una gran marcha federal de tres días para profundizar los reclamos de asistencia ante un gobierno que convive con indicadores de pobreza, indigencia e inflación de los más altos que se registran en los últimos 20 años.

Para hacer una radiografía de los reclamos que los movimientos piqueteros y sociales centran tanto en el presidente Alberto Fernández como en los ministros de Desarrollo Social Juan Zabaleta (Nación) y Andrés “Cuervo” Larroque (Provincia), los números oficiales del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales revelan que en Argentina coexisten 182 programas sociales que abarcan a unas 25 millones de personas. Es decir, más de la mitad de los argentinos recibe algún tipo de ayuda por parte del Estado.

Una familia con dos hijos puede llegar a recibir ayuda mensualmente de $64.200 del Estado

 

Los datos del Gasto en Servicios Sociales muestran que el gasto corriente en 2021 fue de $7.151.504 miles de millones y en 2022 tiene aprobado $6.993.190 miles de millones. Vale recordar que el año pasado tuvo lugar el “plan platita”, en medio de la campaña electoral, según un informe que reveló la consultora Focus Market.

De ese estudio se desprende que de los 182 programas vigentes, el 46% corresponde al Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, que coordina 84 planes sociales, en donde la mayor partida presupuestaria lo tienen los programas de políticas alimentarias.

Si se contemplan los datos de la Administración Pública Nacional, se puede observar que el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación otorgó a más del 50% de las personas que habitan el suelo argentino alguna cobertura estatal en la pandemia.

En tanto, si se evalúan los datos del presupuesto nacional para este año, la partida servicios sociales es la que representó mayor gasto corriente; siendo así el ítem de Seguridad Social el que presenta unos $4.553.630,86 miles de millones.

Por su parte, la estructura de estos programas se encuentra tan mal diseñada que no existen los incentivos suficientes para abandonar estos planes, según el informe.

Por ejemplo, una trabajadora adulta embarazada puede recibir el plan potenciar de $16.500 sumado al bono extra que se recibió en abril de $6.000, además puede cobrar unos $9.000 como ayuda social por su embarazo, sumando así $31.500 mensuales.

Ahora, en una familia con dos hijos, pueden llegar a recibir mensualmente $64.200 del Estado. De esta manera, se puede a llegar a sumar dos salarios mínimos, pero aun así no lograrían superar los niveles de pobreza, según Iprofesional.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), al cuarto trimestre de 2021, se tiene que el ingreso medio de un asalariado registrado es de $68.879. Mientras que un padre de familia que trabaja como asalariado informal gana en promedio $28.592, más las asistencias del Estado del Programa Potenciar Trabajo de $16.500 por cada padre, Tarjeta Alimentar de $18.000 por tres o más hijos menores de 14 años. Por lo tanto, indica un informe de IDESA, una familia con tres hijos que accede a planes sociales (solo posible sin tener trabajo o trabajando en la informalidad) obtiene aproximadamente $51.000 mensuales del Estado, un 25% menos que el salario medio que cobra una persona por trabajar en blanco ocho horas al día, y que generalmente debe contar con una calificación media o alta para acceder a ese empleo formal.

Para Damián Di Pace, director de Focus Market, los especialistas en temas fiscales se refieren a los planes sociales no solo como el rostro de la pobreza en el país, sino también como la forma perfecta de ocultar problemas de desempleo, “desvío de los ingreso públicos” y un constante presión impositiva en ascenso al sector privado para financiarlos. Hace más de dos décadas que los planes sociales se incrementaron exponencialmente. “Nuestro país siempre que presenta una dificultad ya sea social o económica, recurre a los planes sociales como puerta de escape”, explica el especialista.

Los datos del Gasto en Servicios Sociales, que comprenden todas las partidas del presupuesto que se ejecutaron efectivamente, muestran que el gasto corriente (en miles millones de pesos) hasta el momento tuvo un crecimiento exponencial y sostenido. La dicotomía interna de gestión refleja que por un lado está el compromiso con el FMI en reducir el déficit fiscal pero por el otro lado este mismo organismo avala que se otorgue ayuda estatal al sector más vulnerable.

De los 182 programas vigentes, el 46% corresponde al Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Coordina 84 planes sociales, en donde la mayor partida presupuestaria lo tienen los programas de políticas alimentarias como la Tarjeta Alimentar. Por su parte, el Ministerio de Salud, es el que tiene el 14% de los planes sociales, uno de ellos es el Programa Nacional de Salud Familiar y Comunitaria. El Ministerio de Trabajo, se lleva el 9% de la totalidad de los planes, en donde la mayor partida corresponde al Programa Potenciar Trabajo que además de tener un 1 millón de beneficiarios, tuvo 2 millones de inscriptos potenciales.

De los 182 programas vigentes, el 46% corresponde a Desarrollo Social de la Nación

 

El Ministerio de las Mujeres con ayudas estatales como el Programa Nacional “Generar”, Programa Escuelas Populares de Formación en género y diversidad “Macachas y remedios”, entre otros 10 más, se lleva un 6% de todos los planes del estado. Un 5% corresponde al Ministerio de transporte con programas como el Plan Estratégico para la incorporación de la Perspectiva de Género 2020-2023, un 3% a la Agencia Nacional de Discapacidad (con programas como el Programa Federal Incluir Salud), otro 3% pertenece al Anses con las ya conocidas Asignaciones familiares, AUH, Jubilaciones y pensiones no contributivas. Le corresponde un 2% al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto con políticas como el Programa de Operativos Socio sanitarios: Barrio Unido, entre otros.

Si tomamos los datos de la Administración Pública Nacional, podemos ver que el Ministerio de Desarrollo Social otorgo a más del 50% de las personas que habitan el suelo argentino alguna cobertura estatal en la pandemia. En una serie más larga, de los últimos 10 años, las políticas con respecto a temas alimentarios se duplicaron, es decir en el 2010 un 24% de hogares recibieron ayuda social, mientras que para el 2021 lo reciben aproximadamente un 48% de familias.

“Si evaluamos los datos del presupuesto nacional para este año, la partida servicios sociales es la que represento mayor gasto corriente para este 2022; siendo así el ítem de Seguridad Social el que presenta unos 4.553.630,86 miles de millones de pesos”, afirma Di Pace.

“Detrás de todos estos números que responden a la permanencia de estos programas sociales, solo se esconde la ineficiencia estatal al momento de resolver problemas económicos, ya que ante cada problema se crea una nueva falla de mercado. No solo no asigna recursos en partidas que generarían crecimiento, sino que además crea programas que al sostenerse en el tiempo solo genera trabajadores y hogares dependientes de asistencia estatal. Por su parte, la maraña de programas se encuentra tan mal diseñada que no existen los incentivos suficientes para abandonar estos planes”, agrega.

“La ‘falla de mercado’ se potencia en doble sentido: el Estado asignó mal los recursos porque no logró sacar a la familia de la pobreza y además usó ingresos en gasto corriente y no en inversión sostenible. Por estas razones, es evidente que el Estado en su rol de generador de ineficiencias sería el único ganador, ya que creo un modelo económico no sustentable que forjó dependencia estatal, logrando así que la mitad de la sociedad vea estos subsidios como un estilo de dependencia de vida y no como lo que verdaderamente son: programas creadores de pobres”, concluye.

 

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