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Información General |LUIS DANIEL SCATOLINI

“El Barba”: historias de mostrador, al calor de una parrilla

El fútbol, las fotos de cientos de platenses comiendo en una barra, el Lobo y las anécdotas que se fueron cocinando “a fuego lento” durante más de 30 años en un rincón tradicional de la Ciudad

“El Barba”: historias de mostrador, al calor de una parrilla

EL Barba, junto a la parrilla y sus fuegos, durante la charla con el dia / Gonzalo Calvelo

Ricardo Castellani

Ricardo Castellani
rcastellani@eldia.com

14 de Agosto de 2022 | 04:59
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Todos los días a las siete de la tarde, como viene ocurriendo desde hace 32 años, más precisamente desde el 14 de mayo de 1990, en esa parrilla cercana a 3 y 49 comienza a prenderse la primera bolsa de carbón de las cuatro que El Barba quemará durante toda la noche, para que a partir de allí se inicie el ritual. Un ritual que una hora y pico mas tarde, pasaditas las 8 de la noche, empezará a cobrar vida con la llegada de los primeros parroquianos que se irán acomodando a lo largo de la barra. “Fuego lento y a esperar a los amigos, porque para mí los clientes son mis amigos”, dice El Barba.

El Barba es como lo llaman y lo conocen todos. Pero pocos saben que el parrillero de la casa se llama Luis Daniel Scatolini, que tiene 68 años, que esa barba que lleva ya canosa tiene más años que los de sus propios hijos, y que solo una vez se la debió cortar, o mejor dicho se la cortaron, por un partido, cuando no, de su amado Gimnasia.

El cantante Jorge Luna, Pablo Scatolini y un cliente

Es que en esa parrilla se respiran aires puramente gimnasistas, “aunque yo no hago diferencias y también vienen muchos clientes que son de Estudiantes, siempre en un clima tranquilo, porque yo no permito que se armen discusiones, aunque alguna que otra vez, a lo largo de tantos años, hubo episodios que casi se me van de las manos, pero nunca pasó a mayores, para mí son todos amigos”.

El tema de la barba había empezado muchos años antes en un kiosco que El Barba tenía en diagonal 79 entre 1 y 2 entre los años 78 al 86. “Iban muchos taxistas, de esto hace casi 40 años, y uno me empezó a llamar “Barba”, después otro, y otro y otro, y el apodo ya no me lo sacó nadie, empecé a ser ‘El Barba’. Y hoy en día, hasta mis hijos me llaman Barba, nadie sabe que me llamo Luis”.

El tema es que esa barba eterna un día debió desaparecer, obligado por las circunstancias, y ocurrió dentro de la misma parrilla, después de un partido de Gimnasia.

“La gente no lo podía creer, todos comiendo y el Viejo Griguol como uno más en la barra”

 

“Fue en 2009 -cuenta El Barba ante la mirada de su hijo Pablo Daniel (41), que se ríe porque fue también protagonista del suceso- Gimnasia se estaba jugando la promoción para no descender con Rafaela, y había perdido el partido de visitante por 3 a 0. En la revancha había que hacer por lo menos tres goles de diferencia para zafar, y yo al día siguiente en la parrilla, delante de varios clientes, dije que si zafábamos de esta, me afeitaba, pero pensando que era algo imposible. El asunto es que pasaron los días, se jugó la revancha y Gimnasia ganó tres a cero sobre el final con los famosos goles del petiso Niell. Yo estaba feliz, pero no me di cuenta que la barba estaba en juego. Pensé que nadie se acordaría, pero esa misma noche un cliente, el Tero Alzogaray, se apareció en la parrilla con una afeitadora. Yo no quería saber nada, pero entre el Tero, mi hijo Pablo y un par más, me agarraron y ya no tuve escapatoria, me pelaron la barba nomás. Fue la única vez de adulto, en mis 68 años, que estuve sin barba”.

El ex presidente de Gimnasia Héctor Delmar (derecha), en una de sus visitas a la parrilla

“Y yo fue la única vez en mi vida que le vi el mentón pelado a mi viejo”, ríe Pablo, el hijo, divertido.

Era conocido que toda la familia de El Barba -sus hijos María Eugenia (43), Pablo Daniel (41) y Ezequiel Hernán (30); su esposa Patricia Cauteruccio (63) y sus cuñados mellizos Darío Fabián y Jorge Raúl Cauteruccio (56), que también trabajaron siempre en la parrilla- eran bien triperos. Sin embargo, la relación de jugadores, técnicos y dirigentes de Gimnasia con El Barba empezó casi de casualidad.

“Pasó que al lado de la parrilla, hace muchos años, había un locutorio. Era allá por el año 93, cuando no había ni celulares ni internet, y los que tenían que hablar a larga distancia lo hacían en los locutorios, y así venían a hablar con sus familias justo acá todos los jugadores uruguayos, como el Topo Sanguinetti, Pablo Bengoechea y Hugo Romeo Guerra, que eran los uruguayos que jugaban en Gimnasia. Un día vino a comer el Topo, otro día Guerra, y después empezaron a venir todos. Con el tiempo se hizo costumbre, y de aquellos equipos de Carlos Griguol venían todos. Mónaco, Talarico, el Pampa Sosa, Morant, Lagorio, Guglielminpietro, el Zorro Stremiz, el Rifle Dueña, en fin, todos. Nos fuimos haciendo amigos, me traían camisetas, y un día me trajeron al Viejo Griguol. Fue una fiesta, la gente no lo podía creer, todos comiendo y el Viejo Timoteo en la barra como uno más. Fue una de las grandes alegrías que me dio la parrilla, aunque la costumbre siguió para siempre, y los jugadores de hoy también vienen, aunque con quien más amistad hicimos fue con Pedro Troglio, un fenómeno. Él ahora está dirigiendo afuera, pero siempre estamos en contacto y nos mandamos mensajes. Pero con Pedro y un cliente una vez casi tengo un problema serio. Pedro en Gimnasia divide las aguas, unos lo aman y otros no tanto. Yo sabía que había uno que lo odiaba, pero en serio, que inclusive alguna vez fue dirigente. Lo odiaba mucho por lo del 7 a 0, y era capaz hasta de pelearlo. Y no va que un día ese hombre estaba por comer acá cuando justo entra Pedro al negocio. ‘Uhh, acá se arma’, dije. El tipo había pedido bebida y estaba esperando la carne, y cuando lo vio entrar a Pedro me pidió la cuenta, pagó y se fue. La verdad que fue un momento feo y difícil”.

Muchos de los clientes que vienen a comer son de Estudiantes

 

“Otra vez que casi se arma fue después de aquel partido revancha con Rafaela. Justo en esa semana Estudiantes jugaba la final de la Libertadores, y un amigo Pincha, con quien siempre nos cargábamos, vino a comer y hablaba conmigo, cuando otro que estaba medio picado en la barra saltó para decirle que acá de Estudiantes no se hablaba. La cosa se puso espesa y el de Estudiantes le dijo que estaba hablando conmigo y no con él. El asunto es que antes que se armara lo agarré al de Gimnasia y lo eché, ‘acá somos respetuosos de todos’, le dije. El hombre estaba un poco tomado, y al otro día vino a pedirme perdón”.

El ex técnico de Gimnasia Carlos Griguol generó una revolución en la parrilla y se sacó varias fotos

LOS CHURRASCOS DE ANÓNIMOS Y FAMOSOS

Claro que a la Parrilla de El Barba no solo van a comer futbolistas conocidos, sino que también disfrutan de bifes y asados famosos de otros ámbitos.

“Uff, sí -dice El Barba- han venido muchos famosos a comer. Así que me acuerde, los políticos Patricia Bullrich y Florencio Randazzo; el músico Marcelo Moura, el actor Juan Palomino, el humorista Alejandro Gardinetti, intendentes de La Plata, Berisso y Ensenada, periodistas, en fin, de todo”.

Sin embargo, las anécdotas más jocosas se dieron siempre entre clientes anónimos que, sin conocerse, trababan amistad dentro de la parrilla.

“Sí, hubo episodios de todo tipo -recuerda El Barba- una vez había dos que se conocieron acá y comían juntos en la barra, cuando entraron a comer dos mujeres, una más grande que la otra, y se sentaron en la otra punta. Yo estaba en la parrilla y escuchaba a los dos hombres, y uno de ellos empezó a elogiar a las dos mujeres, ‘que lindas que son...’ y todo eso le decía uno, mientras que el otro se mostraba incómodo. El asunto es que la chica más joven se levantó para ir al baño, y se vino a saludar a uno de los varones, le dio un beso y le dijo ‘hola papá’. Eran la ex esposa y la hija del hombre, y el otro se quería morir. Se quedó colorado como un tomate, pagó y se fue de la vergüenza”.

“Otra noche se desató una tormenta tremenda, la parrilla estaba llena, y uno de los comensales estaba cenando muy tranquilo, cuando de repente oímos un ruido terrible, nos asomamos y un árbol enorme se había caído sobre un auto que estaba sobre la 49. Era un Rover importado, y a mí me pareció que era el auto de un cliente. Le avisamos, el tipo miró, y siguió comiendo como si nada. ‘Traeme otra cerveza’, me dijo. Terminó de comer, pagó y se fue en un taxi. Al otro día vimos que tuvieron que venir los bomberos para sacar al auto, que estaba arruinado, y el dueño no le dio ni la más mínima importancia”.

El Barba y su hijo Pablo, con una camiseta firmada por Troglio / G. Calvelo

PEDIDOS INSÓLITOS

Al mando del fuego, el Barba también supo recibir pedidos insólitos y al mismo tiempo jugarse alguna que otra broma.

“Un día viene una mujer y me dice que quería comer pollo, pero que no fuera ni pata muslo ni pechuga. Me dije, ‘esta mujer no vio un pollo en su vida’, y le dije ‘señora, de pollo no hay otra cosa’. No le debe haber gustado la forma en que le contesté, porque dio media vuelta y se fue. Otra vez, uno me preguntó si la bondiola era de cerdo y lo miré como diciéndole ‘y de qué va a ser’. Pero la más graciosa pasó con un chino. Gimnasia había contratado a un jugador de China, y lo trajeron a comer. Era jovencito, no hablaba mucho castellano, y yo para hacerle una broma le di un pedazo del cuero del vacío, pero lo agarró y se lo comió como si fuera un manjar. Claro, el pibe no había comido en su vida algo a la parrilla”.

LAS HISTORIAS DE LAS FOTOS Y LAS ALEGRÍAS Y TRISTEZAS POR GIMNASIA

Durante muchos años, fue costumbre en la parrilla colgar en las paredes fotografías de los clientes. El Barba, su hijo y los mellizos, sacaban rollos y rollos de fotos que, tras mandar a revelar, decoraban la escenografía.

“Todas las semanas llevaba los rollos a revelar a la casa Pinky -cuenta El Barba- y llegamos a colgar más de 3.000 fotos. El asunto es que con esas fotos sucedían cosas increíbles. Por ejemplo una vez una mujer me pidió que sacara una foto de la pared en la que estaba su ex marido con otra mujer, en lo que fue una situación muy incómoda. En otra oportunidad, se apareció otra mujer y le puso una rosa a la foto de un hombre que, según me dijo, había sido su novio; y otra vez vino una chica con su novio y se quedó mirando la foto de un bebé. ‘Esa soy yo’, me dijo. Claro, la foto tenía más de 15 años”.

Juan Palomino, uno de los actores que visitó el local y disfrutó de las carnes asadas por el Barba

“Pero la que más nos sobresaltó -recuerda El Barba- fue la de un hombre que venía a comer más o menos una vez al mes. Era de Magdalena, trabajaba como chofer, y traía a funcionarios a la Municipalidad. Por supuesto tenía su foto colgada en la pared, y una vez, cuando hacía ya un tiempo que no venía, otro muchacho vio la foto y nos dijo que era su compañero, y que el de la foto se había muerto en un accidente. Retiramos la foto, pasó el tiempo, y un día, como a los cinco meses, se apareció el de Magdalena vivito y coleando. Me dio tanta alegría que le di un abrazo, el tipo no entendía nada, ‘pero si vos te habías muerto’ le dije, y nos pusimos a reír”.

“Con Pedro Troglio y un cliente que no lo quería, una vez casi tuve un problema serio”

 

En ese álbum gigante de fotografías que El Barba todavía conserva - “aunque cuando remodelamos el local las tuvimos que sacar de las paredes” dice- obviamente hay muchas vinculadas a Gimnasia. Como también guarda las camisetas que muchos jugadores le regalaron, muchas de ellas internacionales, “entre ellas del Inter, Milan, Udinese y Bologna que usaron jugadores como el Pampa Sosa y Guglielminpietro, o la de la Selección uruguaya que usó el Topo Sanguinetti, las que encuadramos y también usamos para decorar las paredes de la parrilla y que mucha gente venía solo a verlas. Nosotros somos de Gimnasia, pero acá también vienen muchos de Estudiantes, aunque lógicamente mi corazón está con el Lobo, que me dio muchas alegrías y también algunas tristezas. Creo que la mayor alegría fue aquel partido con Rafaela por el que perdí la barba. Y la mayor tristeza fue el partido del ‘95 contra Independiente. Aquel domingo habíamos decidido no abrir, el plan era ir a la cancha y después a festejar, porque no había forma de que Gimnasia no saliera Campeón. Pero se perdió, terminó el partido y yo no podía ni caminar, me trajeron a la parrilla y abrimos el local. Empezó a venir gente, pero todos comían en silencio y algunos lloraban. Al día siguiente vino Guglielminpietro, entró por el pasillo y me pidió comer en la cocina. Me dijo que sentía vergüenza, que no quería que nadie lo viera”.

El ingeniero Fernando Stradella, El Barba y el mellizo Jorge Cauteruccio

Sin embargo, el tiempo le daría luego mayores alegrías, como la llegada de Maradona.

“Un dirigente me prometió que me lo iba a presentar, e incluso me mostró un collar de piedras, carísimo, que un joyero le iba a regalar por su cumpleaños número 60. Eso ocurrió tres días antes de que falleciera, y lamentablemente ni el propio Diego lo pudo llegar a ver”.

“Este año andamos bien -se entusiasma El Barba mientras distribuye la carne sobre las brasas- y los muchachos de ahora también siguen viniendo. Ya vino Melluso, Chávez, el presidente Pellegrino, y estamos esperando que un día se nos aparezca Pipo Gorosito. Así sumamos más fotos a la colección que vamos a volver a colgar en las paredes”.

El Barba junto al relator Pablo Zaro

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