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Información General |ADOLFO C. STURZENEGGER

“Todos deben tener igualdad de oportunidades para poder estudiar”

Economista, profesor de la UNLP “Ad Honorem” y hombre de consulta de ministros y presidentes, recuerda los temores que le despertaba la Ciudad cuando llegó de Rufino (Santa Fe), sus viajes en el tranvía 5, su época de estudiante en Ciencias Económicas, su pasión por la Pelota a Paleta. A sus 86 años, sigue analizando la economía argentina

“Todos deben tener igualdad de oportunidades para poder estudiar”
18 de Septiembre de 2022 | 03:41
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“Yo quería estudiar en la Universidad, y tenía por un lado la de Rosario, a 280 kilómetros de distancia -desde Rufino, donde nació-, y la de La Plata a 500 kilómetros. Lo más lógico era ir a Rosario, pero como papá tenía a dos personas conocidas que vivían en Los Hornos, pensó que era más seguro que ellas, que eran dos hermanas mayores solteras, me dieran alojamiento como pensionista, y así sucedió, por lo que viví con ellas hasta después de recibirme. Era una casa que estaba en la calle 134 y 60, por lo que me pasaba el tiempo viajando hasta la facultad en el micro 7 y el tranvía 5”. Así recuerda Adolfo Carmen Sturzenegger como fue la decisión de que desembarque en nuestra ciudad , con una estadía que ya lleva casi 70 años.

 

“Vivía en una casa que estaba en 134 y 60, Los Hornos, de mis tías”&

 

La facultad a la que se refiere Adolfo es la de Ciencias Económicas, que en aquellos tiempos funcionaba en el edificio del actual Liceo Víctor Mercante, y la primera vez que lo vio produjo tal impresión en aquel joven, que por poco no se volvió inmediatamente a Rufino.

“Es que vi siete escalones juntos y me asusté – ríe Adolfo – me temblaron las piernas, en Rufino no había nada que tuviera más de dos escalones. Yo era un muchacho de campo y la verdad es que la Ciudad me impresionó. Tenga en cuenta que yo conocí el mar recién a los 17 años, y eso también me había impresionado bastante. Es cierto que pensé en volverme, pero después me fui acostumbrando y me quedé”.

El joven estudiante de Economía había decidido su carrera también por episodios sucedidos en su Rufino de origen.

 



Adolfo Sturzenneger junto a su esposa Iris en su vivienda de Gonnet. A sus 86 años, sigue trabajando en un ensayo sobre la economía de nuestro país / César Santoro

 

“El primero, trivial, fue en un cine – cuenta Adolfo – donde había visto un documental sobre Wall Street que me impactó, me resultó impresionante todo aquel movimiento en la Bolsa de Valores de Nueva York. Y el segundo fue por algo que me había pasado en la escuela primaria, y que creo también influyó mucho. Resulta que en la primaria, teníamos una maestra en cuarto, quinto y sexto grado que era muy buena, y que en los exámenes, de aritmética especialmente, nos pedía precisión y velocidad. Eran como concursos para ver quien entregaba bien y mas rápido. Yo era muy buen alumno, pero en esos exámenes había un chico que era mejor que yo, el ´Negrito´ Avila, que en los tres años me ganó como 500 veces. El era de una familia muy pobre, y cuando terminamos la primaria yo Seguí en el secundario, y él tuvo que ir a trabajar a una carnicería, es decir que no pudo seguir estudiando. Siempre me quedó eso, yo llegué hasta la Universidad de Harvard, y me preguntaba hasta donde hubiese llegado él, que era mejor que yo, si hubiese podido seguir estudiando. Pero la historia no termina allí, ya que 40 años después, debido a mi actividad profesional, conversando con un gobernador de la Provincia de Buenos Aires, le conté esta anécdota, y le causó tal impacto, que al tiempo se decidió entregar en la Provincia 5.000 becas para que alumnos sin recursos pudieran estudiar en el secundario. Me pareció una iniciativa interesante, y pensé que, de alguna manera, se lo debía al ´Negrito´ Avila. Tanto fue así que lo busqué, y lo encontré trabajando como ayudante de una parrilla en Morón; le conté sobre esto de las becas, pero a él mucho no le interesó, era como otra persona a la que yo había conocido, a la que la falta de oportunidades le había cambiado la vida. Eso me hizo entender que fue una pérdida para él, pero también para el país, y que todos deben tener igualdad de oportunidades para poder estudiar”.

 

Yo era un muchacho de campo y la verdad es que la Ciudad me impresionó. Es cierto que pensé en volverme, pero después me fui acostumbrando y me quedé”

 

UN ESTUDIANTE EN LA CIUDAD

A aquel joven llegado de Rufino, hijo de un mayordomo de estancia y de una ama de casa - “que también solo pudieron estudiar hasta cuarto grado”, aclara Adolfo - la Ciudad le seguía despertando temores, que lo hacían dudar, inclusive, hasta de asistir a las reuniones del Centro de Estudiantes.

“Hubo una reunión a la que no sabía si ir o no –recuerda - salí de la casa de Los Hornos con esas dudas, me tomé el tranvía pero me bajé ocho cuadras antes de llegar, para poder pensar mientras caminaba. Al final, me decidí unos metros antes y entré. Fue curioso, porque terminé siendo Presidente de ese Centro de Estudiantes, y después hasta de la Federación Universitaria de La Plata (FULP). Yo militaba en la Agrupación Reformista Independiente de Ciencias Económicas (ARICE), y tenía claras simpatías por la Revolución Cubana. En la facultad me llamaban ´Otto´, por mi apellido, que es de origen suizo – sus abuelos llegaron de Suiza a nuestro país en el año 1890 y se radicaron en la provincia de Buenos Aires, en la zona de Salto - cuando en Rufino para todos yo era ´Pocho´”

 

“En la facultad me llamaban ´Otto´, por mi apellido, que es de origen suizo. En Rufino, Pocho”

 

Finalmente, el estudiante se recibiría de Contador Público Nacional en 1959, y de Licenciado en Economía en 1961, para comenzar a preparar su tesis doctoral sobre “Como medir la productividad en el sector público”, la que terminaría presentando en 1969.

“Sucedió que, en el medio, en el año 64, hubo un concurso para profesor adjunto de la materia ´Teoría del Desarrollo Económico´, que trata sobre la riqueza o pobreza de las naciones, y como no había profesor titular de la materia, quedé yo, que había ganado el concurso”.

Desde entonces, Adolfo Sturzenegger fue profesor de la UNLP y lo sigue siendo hasta el día de hoy, cuando a sus 86 años da todavía cátedra como Profesor Titular Ad Honorem.

Claro que, mientras tanto, Adolfo ya había conocido, en sus viajes a Rufino para visitar a sus padres, a una joven que estudiaba Abogacía en la UBA, rufinense como él, Iris Luz Forzi, con quien se casaría en 1963 para formar una familia que tendría cuatro hijos, Alejandra, Federico, Úrsula y Germán, quienes a su vez le darían al matrimonio cinco nietos, Angela, Felipe, Agustín, Sofía y Justo.

LAS SEIS PALABRAS

Tantos años como profesor universitario, estuvieron sin embargo a punto de ser interrumpidos si no fuera por un episodio que Adolfo recuerda “ por su extraordinario sentido ético”.

 

“Yo militaba en la Agrupación Reformista Independiente de Ciencias Económicas (ARICE), y tenía claras simpatías por la Revolución Cubana”

 

“Un lunes del mes de agosto del año 1976, el entonces decano de la facultad, Raúl Granoni, me comunicó que esa mañana el Rector de la Universidad había firmado una resolución por la cual se me separaba de la Universidad. Me comentó que los motivos no estaban especificados, e inmediatamente agregó que quería darme la oportunidad de que yo renunciara como profesor, en cuanto él pensaba que sería más conveniente para mí la renuncia que la separación, aunque inmediatamente le contesté que consideraba que tal separación era totalmente improcedente, que había obtenido mi cátedra por concurso, que no la aceptaba en nada, y que bajo ningún concepto iba a renunciar. Ese mismo día, al bajar de la reunión, me abordó Horacio Nuñez Miñana, un brillante profesor y ex decano, muy prestigioso, quien me dijo sus primeras tres palabras, “¿Adolfo, qué pasó?”. Le comenté en detalle la conversación con el Decano, y Horacio no me hizo una sola pregunta, dejó que terminara, y al hacerlo dijo sus otras tres palabras: “Adolfo, yo renuncio”. No dijo más nada, y se fue. Después de escuchar sus últimas tres palabras, me convencí que no había poder alguno que me pudiera separar de la Universidad, por fuerte y arbitrario que fuera ese poder, porque la conducta moral de Horacio iba a ser una fuerza irresistible que se había puesto del lado de la decencia, de lo moralmente correcto y de lo ético. El martes a primera hora él presentó su renuncia, le siguieron muchas otras, y el miércoles ya habían renunciado más del 70% de los profesores de la Facultad, y de hecho, en un gesto desesperado, las autoridades decidieron en el mediodía de ese miércoles cerrar la mesa de entradas para no acumular más renuncias. Todo terminó cuando a última hora, el Decano volvió a llamarme y me comunicó que olvidara todo lo sucedido, y todas las demás renuncias quedaron de hecho retiradas”.

“Aquel fue un gesto increíble -detalla Adolfo – en una facultad que siempre tuvo personalidades brillantes, como Martín López Armengol, Horacio Nuñez Miñana, Rogelio Simonatto, Julio Gianini, Eduardo De Giusti o Mario Szychowski, un destacado profesor y amigo”.

ALUMNOS DESTACADOS

También, como profesor de la Universidad de La Plata, Adolfo tuvo a alumnos reconocidos, y entre ellos destaca nombres como los de Martín Guzmán, Ricardo López Murphy, Jorge Remes Lenicov, Fernando Navajas, Daniel Artana, Dante Sica o Martín Tetaz, con la salvedad de que en un mismo año tuvo a tres alumnos muy destacados, entre los cuales estaba su propio hijo.

“Eran Leandro Gasparini, luego miembro del CEDLAS; Fernando Alvarez, luego profesor en la Universidad de Chicago, y mi hijo Federico, quien es actualmente profesor en Harvard. Ya como alumnos los tres eran brillantes”.

Además de su destacada trayectoria como profesor y profesional de la economía, Adolfo Sturzenegger supo ser también hombre de consulta de Presidentes de la Nación como Raúl Alfonsín, Fernando De la Rúa, Eduardo Duhalde o Carlos Menem, y asesor en los equipos económicos de candidatos como Eduardo Angeloz.

 

Siempre radicado en Gonnet, supo estar muy ligado también al deporte en la Ciudad

 

Por lo demás, siempre radicado en Gonnet, supo estar muy ligado también al deporte en la Ciudad, como que “fui jugador de Pelota a Paleta durante más de 25 años, y podría decir que jugué en casi todas las canchas de La Plata, como las de Gimnasia, Estudiantes, el Jockey Club, Everton, Centro Vasco, etc, y también, después, al tenis. Ahora juego al golf, aunque tengo el peor handicap posible, que es el de 36. Y el fútbol también me gustaba, aunque era extremadamente malo como jugador, pero hincha de River, porque de Rufino, mi pueblo, salieron jugadores excepcionales como Bernabé Ferreira y Amadeo Carrizo”.

Por otra parte, una curiosidad sobre su segundo nombre Carmen, que se debe a sendos episodios que decidieron sus padres antes incluso de que él naciera.

“Sucedió que mi mamá – Josefina Guggia - había tenido una hija que falleció al nacer, y había prometido a la Virgen del Carmen que si tenía otro hijo, del sexo que fuera, le pondría Carmen. Dos años después nací yo, y me pusieron Adolfo, como mi papá, y Carmen, por la promesa de mamá. Aquello había ocurrido en Rufino, pero por los temores que le habían quedado a mamá, yo finalmente nací en una clínica de la capital federal.

En cuanto a su día a día, Adolfo cuenta que se levanta temprano, toma mate, lee el diario, corrige exámenes de sus alumnos, prepara las clases y maneja su auto todos los lunes para asistir a la cátedra que dicta en la facultad. También, que trabaja en un ensayo abocado al estudio de los últimos 70 años de la economía argentina.

- Adolfo, y ya llegó a alguna conclusión ?

“Bueno, lo voy a publicar, pero para darle esa respuesta se necesitaría algo más que una nota”, sonríe.

 



Distintas etapas de la vida de Adolfo Sturzenneger en nuestra ciudad / Archivo

 

 

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