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Séptimo Día |“KEWPÜ WARIA / CIUDAD PEDERNAL”

Martín Raninqueo: las vaquitas son ajenas

Los poemas del autor platense forman un texto político en el que se hace explícito el reclamo ancestral sobre el territorio saqueado a los mapuches

Martín Raninqueo: las vaquitas son ajenas

El poeta y músico martín raninqueo logra una obra de conciencia política / Gonzalo Agustín Alverez

DANIEL KRUPA

25 de Septiembre de 2022 | 06:44
Edición impresa

Leonard Cohen, a quien ya no hace falta presentar, señaló en más de una ocasión que los procesos de escritura y reescritura de un solo poema podían demandarle años. Suena exagerado, pero quien acceda a la lírica de este poeta y músico canadiense, se dará cuenta al instante de que detrás de cada línea, de cada verso, hay un montón de laburo (de “trabajo”, si gusta más), en su sentido más literal.

Con los poemas que propone Martín Raninqueo, también poeta y músico, pero platense, sucede lo mismo. Hay una estética que, entre las tantas definiciones que le podrían caber, se vincula con lo conciso, con el hecho, contrastable página a página, de que lo impreso no podría escribirse de otra manera tal como se está leyendo. Un ebanista, Raninqueo, aunque el concepto esté demodé.

“Kewpü waria/Ciudad pedernal” –que muestra un fuerte anclaje con lo topográfico: playas, ríos, islas, barrios, horizontes y, por supuesto, la urbe de hormigón– es un libro de poemas, por supuesto, pero también un texto político, en el que se hace explícito el reclamo ancestral sobre el territorio saqueado a un pueblo originario, en este caso, a la comunidad mapuche.

Es tan fuerte la reivindicación de dicha causa a lo largo del libro, que al final de los versos, agrupados en cuatro partes, el autor tomó la atípica decisión -atípica para un libro de poesía- de incluir en un apartado que tituló “Rastrillada”, textos que van desde lo antropológico (Estudio del Ngillatún y la religión araucana) a lo literario, en donde no podía quedar afuera Una excursión a los indios ranqueles, de Lucio V. Mansilla, texto fundacional del periodismo local.

Y acá aparece quizá el aspecto más complejo de la propuesta de Raninqueo, y que el reconocido académico de las letras Enrique Fofani bien subrayó en la presentación del libro, hace pocas semanas: “La pregunta soterrada por la lengua en la que se escribe y habla y en la que se inscribe y marca una subjetividad. Pero la lengua del poema es más astuta y sutil, no se amedrenta ante el peligro del desfallecimiento del sentido, no dubita en el fluir de la sintaxis, se lanza directa, como una flecha, al corazón de la imagen porque sabe que allí, en esa combustión de visión y ceguera, podrá retener algo de ese relámpago efímero de palabras”.

Una aclaración más sobre este nuevo título editado del muy recomendable sello platense Pixel: es tanta la dedicación de Raninqueo a la búsqueda de la palabra precisa y de su sonoridad (como Cohen, Raninqueo también es músico), que maneja las herramientas necesarias para esquivar los lugares comunes de lo que podría entenderse como lírica de protesta.

En “Tañi lewfü” (”Mi río”), escribe Raninqueo con sabia precisión: “Mi río es una pampa de agua / donde mis ojos cabalgan”, una mirada que podría interpretarse como diáfana, cristalina, sino fuera porque algunos versos más adelante también se lee: “las radios lloran un gol/ se quema la basura/ en una esquina del corazón”. Esa dicotomía, ese recorrido entre contrastes entre lo urbano y lo rural, el día y la noche, lo poético y lo prosaico, le dan entidad a un libro que ya desde el título invita a pensar en el oxímoron como algo más que una mera figura poética.

“Traiga, lonko, aquel rebaño de ovejas. / Las arrojaremos en la zanja / y cruzaremos / por sobre sus lomos. Esto es poesía. / ¿A quién se le ocurre un puente de lana / que bala toda la noche/ entre los cardos y la niebla?”, que escribe Raninqueo en “Zanja de Alsina”, es otro ejemplo más de este libro que, aunque no habría que aclararlo, sí, tal cual, es pura poesía.

 

Kewpü Waria/Ciudad pedernal
MARTÍN RANNINQUEO
Editorial: Ed. Pixel

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