Pubertad: los chicos se desarrollan antes, pero hay que dejarlos crecer
Edición Impresa | 3 de Diciembre de 2023 | 05:49

La pubertad, esa etapa de la vida que trae consigo una mezcla de cambios físicos y emocionales, está experimentando una transformación significativa en la sociedad moderna. A medida que los adolescentes enfrentan el desconcierto de la voz que cambia, la aparición de vello en los brazos y los molestos granos en la cara, los científicos están investigando un fenómeno particular: la pubertad se está adelantando en el tiempo.
Actualmente, algunos niños y niñas están experimentando los signos de la pubertad a edades sorprendentemente tempranas. Un enigma que ha llevado a los científicos a explorar posibles conexiones con la obesidad y el estrés. Los estudios más recientes revelan que la edad de inicio de la pubertad en las niñas ha descendido cerca de tres meses por década desde la década de 1970, con el desarrollo de los senos siendo la señal más temprana de este proceso.
En el caso de los niños, un estudio sueco realizado en 2019 mostró que, por cada década que pasó entre 1947 y 1996, experimentaron el estirón pubescente 1,5 meses antes. Estos datos sugieren una tendencia clara hacia una pubertad más temprana en ambos géneros.
Desafiando los Estándares Médicos
La estimación de las etapas de pubertad se ha basado históricamente en la Escala de Tanner, que establece que la pubertad normal comienza a los 8 años o después en niñas y a los 9 años o después en niños. Sin embargo, en 1999, el profesor de Pediatría Paul Kaplowitz desafió estos límites, sugiriendo que la pubertad normal debería reducirse a los 7 años en niñas blancas y a los 6 en niñas negras, según sus estudios.
¿Por qué está ocurriendo este fenómeno? Los expertos señalan que la genética explica entre el 50 y el 75% de la variación en el inicio de la pubertad, mientras que factores como el estilo de vida, la nutrición y el estrés pueden contribuir al restante porcentaje.
La conexión entre la pubertad temprana y la epidemia de obesidad entre los adolescentes es un tema en boga. Se ha observado que las niñas con sobrepeso tienden a experimentar la menstruación antes que aquellas con un peso medio. En 2021, se descubrió que la leptina, una hormona liberada por las células grasas, tiene un papel en la regulación del desarrollo sexual, arrojando luz sobre una posible conexión entre la obesidad y el inicio temprano de la pubertad.
Algunos estudios apuntan a la exposición a sustancias químicas, conocidas como disruptores endocrinos, durante el período fetal y neonatal como un factor relevante en el inicio de la pubertad. En 2009, se encontró una correlación entre el desarrollo temprano de los senos en chicas y niveles elevados de ftalatos en la orina, una sustancia presente en el plástico.
Anders Juul, endocrinólogo pediátrico de la Universidad de Copenhague, ha abogado por una teoría alternativa: la exposición a sustancias químicas, específicamente los ftalatos presentes en plásticos, como desencadenante de la pubertad temprana. En un estudio realizado en 2009 en Copenhague, las niñas con desarrollo mamario temprano tenían niveles más altos de ftalatos en la orina.
Aunque esta teoría ha ganado atención, algunos científicos se muestran escépticos, señalando la falta de datos sólidos que respalden la asociación directa entre sustancias químicas específicas y la edad de la pubertad.
Estudio de especialistas
En la década de los ochenta, Marcia Herman-Giddens, entonces directora del equipo de maltrato infantil del Centro Médico de la Universidad de Duke, observó un cambio significativo en niñas que habían sufrido abusos: muchas comenzaban a desarrollar sus senos a la temprana edad de 6 o 7 años. Este descubrimiento marcó el comienzo de una investigación exhaustiva sobre la pubertad precoz y sus implicaciones.
Herman-Giddens, ahora profesora adjunta en la Escuela Gillings de Salud Pública Global de la Universidad de Carolina del Norte, se cuestionó si el desarrollo temprano de los senos estaba relacionado con un mayor riesgo de abuso sexual. Ante la falta de datos sobre la pubertad en niñas estadounidenses, decidió emprender su propia investigación.
Una década después, publicó un estudio que abarcó a más de 17.000 niñas sometidas a exámenes físicos en consultorios pediátricos en todo Estados Unidos. Los resultados fueron reveladores: en promedio, las niñas de mediados de los noventa comenzaron a desarrollar los senos, el primer signo típico de la pubertad, alrededor de los 10 años, más de un año antes que en décadas anteriores. Este hallazgo se acentuaba aún más en niñas afroamericanas, que iniciaban el desarrollo a los 9 años en promedio.
Este estudio marcó un hito en la comprensión médica de la pubertad, consolidando la evidencia de que la edad de la pubertad en niñas ha disminuido aproximadamente tres meses por década desde la década de 1970, un patrón también observado, aunque menos extremo, en niños.
Tiempos conflictivos
En estos tiempos de pospandemia, la pubertad precoz se ha convertido en un tema de creciente preocupación para los especialistas en salud. A medida que las niñas experimentan cambios físicos antes de lo esperado, los médicos han observado un aumento en los casos de pubertad temprana. Veamos qué dicen los expertos al respecto:
Durante la pandemia de COVID-19, la pubertad precoz se ha manifestado con mayor frecuencia en los consultorios de endocrinología pediátrica en todo el mundo. Países como Italia, India, Turquía y Estados Unidos han informado aumentos en los casos de pubertad temprana. Por ejemplo, un estudio italiano reveló que 328 niñas fueron referidas por sospecha de pubertad precoz durante siete meses en 2020, en comparación con 140 durante el mismo período en 2019.
Los cambios en el estilo de vida relacionados con el confinamiento y el uso prolongado de dispositivos electrónicos podrían estar relacionados con este fenómeno. Además, el índice de masa corporal (IMC) también podría influir en la pubertad y su progresión.
Aunque la pubertad temprana puede ser desconcertante para las niñas y sus familias, es importante destacar que no están enfermas. Se trata de un proceso natural que simplemente ha ocurrido antes de lo esperado. Sin embargo, existe tratamiento para abordar los síntomas y las implicancias físicas y emocionales. Los especialistas en endocrinología pediátrica pueden brindar orientación y opciones de manejo.
Es crucial diferenciar entre pubertad precoz (cuando ocurre antes de lo esperado) y pubertad temprana (dentro de los límites normales). El diagnóstico preciso es fundamental para determinar el enfoque adecuado.
Consecuencias para la Salud Mental y Física
Alcanzar la pubertad de manera más temprana de lo normal se asocia con consecuencias negativas para la salud. La menarquia temprana se ha vinculado con una mayor mortalidad y un mayor riesgo de enfermedades como el cáncer de mama y enfermedades cardiovasculares. Además, las niñas que experimentan la pubertad antes que sus pares enfrentan mayores probabilidades de desarrollar depresión o ansiedad, exacerbadas por los desafíos de enfrentarse a cambios en sus cuerpos a edades tan tempranas.
La pubertad temprana no solo tiene repercusiones en la salud física y mental de los adolescentes, sino que también plantea desafíos sociales y educativos. El hecho de que los niños y niñas entren en la pubertad antes de lo previsto puede generar una brecha emocional y social con sus compañeros, afectando su autoestima y relaciones interpersonales.
En las aulas, los educadores se enfrentan al desafío de comprender y abordar las necesidades específicas de estudiantes que experimentan la pubertad temprana. Es crucial crear un entorno educativo que fomente la comprensión, la empatía y el apoyo emocional para estos adolescentes, quienes pueden estar lidiando con cuestiones más maduras mientras aún se encuentran en un entorno escolar.
A medida que la sociedad se adapta a estos cambios en el cronograma de la pubertad, surge la necesidad de investigaciones más profundas y comprensivas. La búsqueda de respuestas sobre por qué la pubertad está ocurriendo más temprano y cómo afecta a la salud y el bienestar a largo plazo sigue siendo un campo en evolución.
Los científicos, médicos y educadores deben colaborar para abordar estos desafíos y desarrollar estrategias preventivas y de intervención. Además, la conciencia pública sobre la importancia de la salud hormonal y el desarrollo emocional durante la pubertad debería ser ampliada, para garantizar que la sociedad esté equipada para apoyar a las generaciones futuras en su viaje hacia la madurez.
Apuntan a la exposición a sustancias conocidas como disruptores endocrinos
Algunos niños están experimentando los signos de la pubertad a edades tempranas
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