La Scaloneta se despidió con un verdadero show de goles

La Selección nacional completó los festejos del título de campeón del mundo ganado en Qatar, y lo hizo con una fiesta tan completa como la del jueves pasado en Buenos Aires, cuando el rival fue Panamá. Esta vez el eje de la celebración se trasladó a Santiago del Estero, siendo Curazao el adversario, al que apabulló con un categórico 7-0, y las emociones ganaron todos y cada uno de los espacios, incluso más allá del estadio Madre de Ciudades, colmado por 42.000 personas, una capacidad a la que la organización llegó removiendo butacas en un sector de tribunas.

Los homenajes para la Scaloneta se multiplicaron desde que los campeones llegaron a esta provincia desde Asunción, Paraguay, donde fueron reconocidos por la Conmebol, también los shows, pero si bien el presente del equipo albiceleste, por estos días, transitó un camino distendido, en realidad una nueva etapa está en marcha, la que tiene como destino final la Copa del Mundo 2026 que organizarán Estados Unidos, Canadá y México, y como adelantó Lionel Scaloni, todo empieza de nuevo.

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Así, esta vez la pelota comenzó a rodar con varias caras nuevas en la formación inicial, la posibilidad latente que Lionel Messi convirtiera el gol que le faltaba para llegar a los 100 con la camiseta de la Selección nacional y la seguridad que una victoria frente a Curazao le aseguraba a la Argentina el escalón más alto en el próximo ranking mundial de la FIFA.

El país puso los ojos en Santiago del Estero, provincia en la que se declaró asueto administrativo y escolar desde las 14 debido a la importancia del suceso, y en el marco de una previa que no paró de sacudir a “los héroes de Qatar” se conoció que el técnico cambiaría más de la mitad del equipo titular para este amistoso frente a Curazao.

Scaloni dispuso seis modificaciones y sólo mantuvo en la formación a “Dibu” Martínez, Nicolás Otamendi, Alexis Mac Allister, Enzo Fernández y a Lionel Messi, ingresando, entre otros, Giovani Lo Celso y Nicolás González, jugadores de continuidad en buena parte del ciclo, que tuvieron en esta segunda noche mágica la chance de un reconocimiento de parte de los hinchas tras perderse el Mundial por lesiones de último momento.

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Argentina dejó las emociones a un costado, y ni bien la pelota comenzó a rodar apretó el juego contra el arco defendido por Eloy Roon. Increíble el gol que se perdió Lautaro Martínez abajo del arco, con asistencia de Messi, en el primer ataque a fondo, y bien el golero sacando al córner un remate de Leo desde afuera del área.

La resistencia de Curazao llegó hasta los 19 minutos, cuando el propio Messi, llegando por el medio, y definiendo con la pierna derecha aseguró el primer grito de la noche, el número 100 propio con la camiseta albiceleste, y enseguida el segundo, vía Nicolás González, de cabeza, ganándole en el salto al arquero. A esta altura de la noche se abrió la puerta de una goleada que se hizo efectiva con otra anotación de Messi, un balazo de Enzo Fernández y el “hat-trick” del abanderado del representativo argentino, que se fue al descanso 5-0 arriba.

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La furia en la etapa complementaria no fue la misma, y aunque sosteniendo el dominio propio de un seleccionado campeón del mundo sobre otro marcadamente inferior, en todos los planos, Argentina le restó una cuota de intensidad a su juego, para bien de Curazao, que de este modo sólo fue a buscar la pelota dos veces más al fondo de su arco, cuando Ángel Di María convirtió un penal que Messi dejó pasar y Gonzalo Montiel completó el 7-0 que terminó siendo definitivo.

Ingresaron Rodrigo De Paul, Exequiel Palacios, Juan Foyth, Ángel Di María, Paulo Dybala y Franco Armani, en cambios que, además de permitirle sumar minutos a quienes aparecieron en escena, despertaron ovaciones que bajaron desde las tribunas en un partido inolvidable, con los campeones del mundo y la gente como protagonistas centrales.

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