Las Tortugas Ninja: un chiste que se transformó en millones de dólares
Edición Impresa | 13 de Agosto de 2023 | 03:03

Como rezaba la pegadiza canción de la serie animada, llegan las Tortugas Ninja: este jueves, por enésima vez, la franquicia de los reptiles mutantes expertos en artes marciales reinicia su historia, de nuevo, para continuar la vida de una franquicia que se expande ya por casi cuatro décadas. Y pensar que nació como un chiste, y quedó.
La historia de las Tortugas Ninja, que este jueves llegarán a los cines en forma animada y haciendo énfasis en el carácter adolescente de las criaturas, es una de amistad, creatividad, rencillas y dinero. Pero comenzó como una broma que Kevin Eastman le hizo a su amigo Peter Laird: ambos se habían mudado juntos para explorar una vida en el mundo de las historietas, en una región donde no había demasiadas mentes afines, y en un mundo donde la industria de la historieta no era lo que es hoy. Sus trabajos eran amateur, pero empapados de conocimiento del género. También había un poco de parodia, de reírse de algunos lugares comunes del medio.
Lo cierto es que en ese estudio que compartían, en 1984, Eastman dibujó una tortuga con antifaz, como una forma de hacer reír a su compañero. Una tortuga ninja, una artista marcial caracterizada por la lentitud de sus movimientos. Laird siguió el chiste. Dibujó su versión. Ambos empezaron a juguetear. “Ya que hacíamos una tortuga ninja, ¿por qué no hacíamos cuatro?”, se preguntó Kevin Eastman. “Hice un dibujo a lápiz de cuatro tortugas, cada una con un arma. Yo propuse lo de Tortugas Ninja, y Pete añadió lo de adolescentes mutantes“, contó.
Empezaron a desarrollar la idea como una parodia de Daredevil (también de “Ronin”, de Frank Miller): habían obtenido sus poderes, como el superhéroe ciego, de un derrame radiactivo; en lugar de pelear contra los ninjas de La Mano, las tortugas se fajaban contra los esbirros del Clan del Pie (Foot Clan).
Así es que nació una franquicia que lleva recaudados, entre historietas, series televisivas, videojuegos y películas, miles de millones de dólares: en un estudio seguramente oloriento, con dos artistas amateur haciendo bromas. La dupla decidió seguir con el chistecito y autopublicaron, con dinero prestado y algo que tenían, el primer número de las aventuras tortuguescas: autoeditado, con aroma punk, en blanco y negro, con una estilo crudo, un tono mucho más oscuro que la comedia que haría masiva a su serie televisiva, agotaron la primera tirada de 3250 ejemplares.
Es que, como explicó Laird, las Tortugas Ninja “no son como Spiderman, que va de ronda todas las noches en busca de ladrones de bolsos o asesinos. Lo que intentan básicamente es sobrevivir. Su existencia no sería aceptada por la sociedad porque son animales mutantes. Los enjaularían y los diseccionarían; así que vagan entre las sombras y solo interactúan con los humanos cuando no hay otro remedio“.
Lo cierto es que al lanzar el segundo número, la cosa estalló. Tuvieron que reimprimir ambos libritos: el boom de las tortugas había llegado.
JUGUETES Y MILLONES
Las historias de las Tortugas eran atormentadas, oscuras, con sangre y rencillas internas. Sin embargo, el éxito captó la atención de Playmates, una juguetera, que en cuatro años ganaría más de mil millones de dólares en tortuguitas. Así fue que decidieron lanzar la hoy célebre serie animada de las cuatro tortugas come-pizza que cimentaría para siempre a la franquicia como un contenido divertido sobre cuatro amigos adeptos a las peleas.
La serie animada, la primera de cinco creadas hasta la fecha, comenzó en 1987. El éxito brutal llevó al lanzamiento de dos películas “live action”, también muy recordadas y sumamente exitosas. Fue el momento pico de la fama tortuguística. La dupla permitió las adaptaciones, que diferían profundamente de su visión, pero manteniendo independencia para dibujar sus historias como quisieran. Sin embargo, las diversas versiones, que infantilizaban y mercantilizaban a las Tortugas, fueron generando una grieta entre Eastman y Laird. Algunos dicen que incluso esa rencilla traspasó a las historias del comic, que se volvió más oscuro y mostraba en aquellos días las peleas internas del grupo ninja.
”Hay cosas a las que desearíamos haberles dicho que no”, admitió en algún punto Eastman. Y su compañero llegó a poner por escrito que lamentaba el tono más suave de la serie animada. Eastman fue el primero en alejarse: le vendió su parte a Laird, que seguiría haciendo crecer el negocio (con la que se estrena el jueves llevamos siete adaptaciones en el cine, además de videojuegos y, claro, una línea de juguetes para cada versión). Pero terminó perdiendo el cariño por los lápices: “No sé cuándo fue la última vez que salí con un anotador para dibujar por gusto”, declaró. Quemado, vendió a las Tortugas en 2009 a Nickelodeon.
LA ULTIMA MUTACIÓN
La casa de animación infantil televisiva produjo dos series, pero también intentó dar nueva vida a las Tortugas en el cine, con dos adaptaciones “live action”. Una tercera llega el jueves: como todas las adaptaciones “Caos mutante” es un mejunje de las distintas iteraciones de las Tortugas a lo largo del tiempo. Están la comedia y la pizza, pero también algunas capas de oscuridad ausentes en buena parte de las adaptaciones animadas. Además, la película suma un elemento: hace énfasis en el elemento “adolescente” del “Teenage Mutant Ninja Turtles” del título, nunca antes explorado.
”Queríamos hacer una película muy humana aun cuando se trata de tortugas. Es difícil que alguien se relacione con un ninja, pero es más fácil identificarte con el hecho de ser un marginado”, dice Jeff Rowe, director del filme.
La versión de Rowe deja atrás la estética hiperrealista de la última entrega de las Tortugas Ninja de acción real de 2014 y en cambio dota de referencias ochenteras y noventeras la técnica de “painterly”, utilizada para darle propiedades visuales de pintura a la animación (popularizada por la “Spider-Man” animada), con personajes físicamente imperfectos, chuecos y divertidos.
”Queríamos que la película se sintiera como este juguete macizo y raro de nuestra infancia y que el estilo respaldara lo desordenada, caótica y confusa que puede ser la vida adolescente”, cuenta el director. La idea era lograr que el filme tuviera un espíritu tan fresco que se sintiera que había sido creado por jóvenes de secundaria.
Esto detonó que la mayor inspiración para el director y el resto del equipo fuera el arte de sus cuadernos de pubertad, en los que reinaba la libertad creativa sin perfeccionismo: “Al final queríamos que pareciera que las Tortugas Ninja se dibujaron a ellas mismas y al mundo a su alrededor. Eso fue lo más emocionante para nosotros”.
La primera tortuga
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE