Educación bonaerense: un sistema gigante con pobres resultados

Entre las cuestiones que más van a definir el futuro de nuestro país, la educación que reciben hoy los chicos y las chicas en Argentina, pero en particular en la Provincia de Buenos Aires, es acaso una de las más dramáticas. Y lo es no sólo por los resultados educativos cada vez más pobres que exponen las pruebas de evaluación, sino además por la desproporción entre esos resultados y la gigantesca estructura que el Estado bonaerense destina a la educación.

Pese a invertir en ello cerca de un tercio de su presupuesto total, hoy la provincia de Buenos Aires tiene una escuela primaria donde la mitad de los alumnos egresan sin comprender lo que leen y una secundaria donde ocho de cada diez estudiantes no alcanzan niveles mínimos en Matemática. Las causas de que exista semejante desproporción entre el esfuerzo que se hace y los resultados que se obtienen son precisamente el tema central de una serie de notas que EL DÍA comienza a publicar a partir de hoy.

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Al ser consultados sobre esas causas, educadores, especialistas en temas educativos, investigadores y funcionarios coinciden en poner el foco en cuatro de ellas en particular: las deficiencias en la formación y capacitación docente, el altísimo nivel de ausentismo, un sistema educativo que no reconoce el esfuerzo por mejorar y el impacto que tiene en las aulas el empobrecimiento económico y social.

Lejos de cuestionar la educación publica, los especialistas consultados (cuyas trayectorias prueban su fuerte compromiso con ella) coinciden en señalar las consecuencias de un sistema educativo cogobernado por funcionarios y dirigentes gremiales en constante tensión. Pero también en la necesidad de que la tarea docente reciba un reconocimiento acorde a la importancia que tiene para poder exigir de ella mucho más: mejor formación, mayor capacitación y una constante evaluación de su desempeño… en suma, resultados educativos mejores a los obtenidos hoy.

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LAS CIFRAS DE LA DISPARIDAD

Pocos países en el mundo tienen el compromiso constitucional de invertir en educación pública de calidad, algo que en Argentina sucede desde 1853. Y en la Provincia de Buenos Aires ese compromiso ha llegado a consolidarse a niveles internacionales. Como señala el ex presidente del Consejo Escolar de La Plata Nicolás Morzone, “el sistema educativo bonaerense es el tercer sistema público más grande de América Latina (después del de Ciudad de México y el de San Pablo) en cuanto a la cantidad de escuelas publicas, el universo docente y la inversión”.

La dirección de Escuelas tiene más empleados que la población de provincias enteras

Para hacerse una idea de su magnitud, la Provincia de Buenos Aires -donde viven casi 18 millones de personas, cerca del 40% de la población del país- tiene 567.008 cargos docentes, 20.580 unidades educativas y 5.160.000 estudiantes de los tres niveles (2.300.000 de los cuales reciben desayuno o merienda), según datos de la subsecretaría de Educación.

Estos números transforman a la dirección General de Escuelas en el organismo estatal más grande de la Argentina: un ministerio con más empleados que la población de provincias enteras. Tal es el volumen del recurso humano empleado para asegurar, desde el jardín de infantes hasta la secundaria, el acceso a una educación de calidad.

Además de ser la provincia que destina el mayor monto en educación -lo que resulta esperable por ser la más grande del país- Buenos Aires es a la vez una de las jurisdicciones que mayor proporción de su presupuesto dedica a este rubro. Como muestra un estudio comparativo publicado el año pasado por el Observatorio de Argentinos por la Educación, el Estado bonaerense destinó en 2021 el 30,8% de sus recursos a educar; seguido por de Salta, que invirtió el 28,8%. En el otro extremo de la tabla se ubicaron la Ciudad de Buenos Aires, con el 16,7%; y Santa Cruz, con el 17,6%.

Cerca del 80% de los fondos la Provincia destina a educación van a un mismo objeto: el personal. Si se toma como referencia el año 2021, cuando el Estado bonaerense destinó algo más de $900 millones al área, $82 de cada $100 fueron al recurso humano. En segundo lugar aparecen las transferencias al sector privado de la educación; en tercer lugar (con $3 de cada $100) se ubica el gasto en bienes y servicios, y en el último, con el 1%, las erogaciones en bienes de capital.

“La mayor erogación, por lejos, es el salario docente, seguido -como suceden en la mayoría de las provincias- por las transferencias al sector privado (subsidios a las escuelas de gestión privada). Es muy notoria la baja proporción de gasto destinada a la inversión en infraestructura”, señala el economista y magíster en Educación Jorge Lo Cascio, uno de los responsables del informe, quien se muestra preocupado por esta distribución de los recursos.

“Se gasta más en subsidiar a las escuelas de gestión privada que en bienes de capital de las escuelas públicas”, resalta Lo Cascio al señalar que, dado que esto repercute en deficiencias edilicias y falta de equipamiento, termina afectando la calidad de la prestación.

DEUDAS DE CALIDAD Y EQUIDAD

Con la mayor inversión en educación del país, en la provincia de Buenos Aires cerca de la mitad de los estudiantes egresan de la primaria y la secundaria sin haber alcanzado niveles de conocimientos mínimos en Lengua y Matemática, lo que ha dejado de ser ya una novedad. Así lo muestra el informe “¿Qué aprendimos de Aprender?”, presentado semanas atrás por Argentinos por la Educación y Educar 2050, donde se repasa el desempeño de las 24 jurisdicciones en las evaluaciones educativas nacionales entre 2016 y 2023.

Basado en los resultados de las pruebas Aprender -que se toman a alumnos de los últimos años de la primaria y secundaria- el informe muestra que los niveles de aprendizaje en el sistema educativo son especialmente bajos en Matemática y en la secundaria, donde 8 de cada 10 estudiantes no alcanzan los desempeños esperados.

El análisis también advierte que el porcentaje de estudiantes en los niveles más bajos aumentó en casi todas las materias y años desde 2016, con la excepción de Lengua en el último año de secundaria. Los desempeños no volvieron a los niveles prepandemia y, en varios casos, se ubican por debajo de 2016.

Más alarmante aún, los resultados de las pruebas desde 2016 muestran no sólo deudas críticas en la calidad sino también en la equidad educativa. En ellos se observan brechas cada vez más significativas entre el desempeño de los estudiantes más pobres y los más ricos; una diferencia que viene aumentando especialmente en Lengua.

¿QUÉ NOS PASÓ?

¿Cómo es que ser un modelo de referencia en Latinoamérica pasamos a tener estos penosos niveles de desempeño? Para el ex presidente del Consejo Escolar de La Plata Nicolás Morzone la respuesta hay que buscarla en los efectos de tensiones políticas ajenas a las prioridades educativas. “La política pudrió el sistema”, resume Morzone, para quien esto se hace evidente en los distintos problemas que enfrenta hoy la educación.

“Ya de arranque tenemos un sistema de formación docente sin un criterio de exigencia homogéneo y sobre el que se tiene escaso control estatal; y un sistema educativo que, a contrapelo de lo que se hace en todo el mundo, no incluye un mecanismo de autoevaluación porque los gremios se resisten. Y a eso hay que sumarle que un tercio de los docentes se la pasa de licencia, lo que implica una doble erogación; y una política educativa que, para maquillar los pobres resultados pedagógicos, recurre a estrategias como la no repitencia, que no hacen más que agravar el problema”, explica el actual concejal.

En un contexto de creciente deterioro económico y social, Morzone asegura -como muchos especialistas consultados a lo largo de esta serie de notas- que el escenario educativo es desalentador. “Recorrí las más de 300 escuelas públicas que funcionan en La Plata y la mayoría de sus directores reconocen lo mismo-dice-: las aulas dejaron de ser un lugar de formación para convertirse en un espacio de contención social”.