Una “sacrosanta” estafa en La Plata: millonario robo con el artilugio de la vela

Toda una vida de trabajo, esfuerzo y sacrificio tuvo el pasado fin de semana el peor de los destinos. Un total de 8 mil dólares y 500 mil pesos, los ahorros de una vecina platense de 58 años, pasaron a manos de un supuesto curandero que, empleando una serie de artilugios, convenció a la víctima de que le entregara cada uno de los billetes que venía atesorando desde hacía tantos años.

Así, en un abrir y cerrar de ojos, se esfumaron por completo las miles de horas que esta mujer le dedicó a sus labores y al cuidado del peso, seguramente asumiendo privaciones y renunciando a la posibilidad de darse un “gustito”. Todo con el objetivo de tener un retiro digno.

A diferencia de lo que sucede en la mayoría de los episodios que concluyen con millonarios atracos, el delincuente no empleó ni una pizca de violencia. Al presunto curandero solo le bastó hablar con seguridad y elocuencia para convencer a su víctima, que debía entregarle el dinero que había estado juntando durante tantos años.

Según trascendió, la situación aconteció el pasado sábado por la tarde cuando la propietaria de un inmueble ubicado en 12 entre 71 y 72 se encontraba abocada a tareas de limpieza en su hogar.

Quizás el cansancio acumulado por la actividad que estaba desarrollando, no le permitió prever que detrás del llamado de un conocido se escondía un terrible peligro.

En base al testimonio de la damnificada, alrededor de las 13 horas un viejo amigo se comunicó con ella para pedirle que encendiera una vela, ya que había acudido a un sanador y éste le había requerido que contactara a alguien cercano para prestar su colaboración en la realización de un ritual.

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La mujer, que estaba enterada de las dolencias que venía padeciendo esa persona de su entorno, se comprometió a colaborar. Después de todo, qué malo podría ser encender una vela.

Luego de cumplir con su compromiso, la mujer volvió a sus quehaceres, pero sin dejar de pensar en la difícil situación que estaba atravesando su amigo. Rondaba en su mente el nivel de desesperación que lo había embargado para tener que acudir a un curandero.

Sin lugar a dudas el ritual de la vela había generado en la mujer una sensación espirituosa. Por eso alrededor de las 14 horas, cuando el timbre de su domicilio sonó, no dudó en atender a su amigo, quien se presentó acompañado del chamán.

Tampoco le pareció raro cuando el curandero le explicó que una persona de confianza debía ser quien preparara el brebaje que debía tomar para apaciguar su problema.

Con ingredientes que le proporcionó el estafador, la mujer hizo una mezcla que, luego de consumirla, dejó a su amigo inmerso en un profundo sueño. El sujeto aprovechó el clima que había generado para recomendarle que debía tomar la sustancia, ya que también servía para prevenir enfermedades.

La mujer, que aún mantenía algunas reservas, accedió a tomar un sorbo. Pese a que se trató de una pequeña cantidad, fue suficiente para reducir a cero la voluntad de la mujer. Luego de algunas indagaciones, el curandero accedió a información valiosísima. Tras confirmar que había ahorros en la morada, el sujeto se dispuso a tender la trampa.

La pregunta “¿querés ser bendecida y convertirte en una mujer exitosa?” fue letal y contundente. Con las defensas bajas, la mujer acudió al lugar en el que tenía guardados sus ahorros y se los entregó en mano al chamán para que lo bendijera. Solo así “se abriría el grifo de los cielos para derramar las bendiciones”.

El hombre lo envolvió en servilletas y le dijo que debían acudir a una parroquia cercana para completar el proceso. Cuando el amigo se despertó, los tres se subieron a un auto y se dirigieron a la iglesia “San Francisco de Asís”, de 12 entre 68 y 69,.

Ni la posibilidad de que estuviera siendo filmado, mucho menos el hecho de estar en un lugar sagrado, hizo que este sujeto se arrepintiera y abortara su plan. No hubo milagro. De hecho, el sujeto usó a su favor la solemnidad del lugar para dotar de tintes sagrados su accionar.

Luego de permanecer 15 minutos en el templo, aprovechando la situación de recogimiento en la que se encontraban inmersos sus acompañantes, el sujeto impartió órdenes a ambos. Dijo que iría a un sector “sacrosanto” para obtener una mayor bendición y abandonó el lugar.

Con el correr de las horas, cuando llegaron a la casa de la mujer, ambos amigos se dieron cuenta de que el curandero jamás iba a cumplir su promesa y que tampoco iba a haber “derramamiento ni sanación”.