Sin piedad en La Plata: se hacen pasar por enfermeros y le roban a una mujer convaleciente

Un día después del brutal atraco que sufrió una familia en la zona de 58 entre 2 y 3, el pasado sábado por la tarde dos mujeres y una adolescente de 14 años, cuya residencia también se encuentra en el casco fundacional, fueron asaltadas mediante un engaño.

Alrededor de las 16 horas, la dueña de casa, una abogada de 50 años en estado de convalecencia, su cuidadora de 53 y la hija de 14, fueron sorprendidas por tres ladrones, que se hicieron pasar por enfermeros.

A raíz de que la letrada se encuentra en pleno tratamiento por una patología, cada jornada en su departamento ubicado en Diagonal 77 entre 3 y 4, recibe la visita de un asistente, quien le realiza una serie de controles y le administra algunos medicamentos.

El pasado sábado, como todos los días, se encontraban esperando el arribo de ese profesional de la salud.

Por ello, cuanto el timbre sonó alrededor de las 16 dieron por sentado que se trataba de esa persona.

En ese marco, la adolescente bajó del segundo piso a abrir la puerta principal del edificio.

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Si bien no se trataba del enfermero que solía frecuentar su domicilio, la situación no le pareció extraña, ya que los tres sujetos que se encontraban en la vereda esperando que los recibieran estaban vestidos como “médicos”.

La puesta en escena incluyó delantales blancos, cajas organizadoras para traslado, que suelen usar para colocar medicamentos, y hasta un estetoscopio.

Sin siquiera imaginar el calvario que terminaría viviendo minutos después, la chica abrió la puerta.

El tiempo que demoró la dueña de casa en acomodarse para ser atendida le bastó a los asaltantes para analizar en profundidad el panorama.

Como suele suceder en los casos en los que los delincuentes encarnan personajes para ejecutar un engaño, los ladrones observaron la escena para detectar la presencia de más personas en la vivienda, posibles vías de salida y la ubicación de cámaras de seguridad.

Cuando se aseguraron de que las condiciones estaban dadas, uno de ellos extrajo un arma de sus prendas y puso de manifiesto ante las tres mujeres cuál era el verdadero motivo por el que habían ingresado.

Inmediatamente uno de los intrusos, el que fue apuntado como el líder, llevó a las tres víctimas hasta una habitación y se encerró con ellas.

Mientras tanto, los restantes miembros de la banda se dedicaban a dar vuelta el departamento, hurgando hasta en los lugares más íntimos de las damnificadas.

Con ese objetivo, el cabecilla seguía con la acción psicológica, especialmente apuntada a la letrada.

“Dónde tenés los dólares”, fue una de las preguntas que más repitió el sujeto dando por sentado que ese lugar se encontraba escondido un ahorro expresado en esa divisa.

Luego de varios minutos en los que la mujer explicó de todas las formas posibles que no poseía ese dinero, el sujeto decidió ponerle fin al careo y condujo a las damnificadas a la cocina, en donde las ató de pies y manos a las sillas.

Los ladrones continuaron con la búsqueda y, tal como se los había adelantado la propietaria de la unidad, no encontraron nada más que lo había a la vista.

El botín que sustrajeron quedó compuesto por tres celulares, la computadora perteneciente a la empresa en la que trabaja la damnificada y las llaves de la casa.

Una vez que lograron liberarse de sus ataduras, las mujeres llamaron al 911. Se informó que para ingresar a la vivienda, la policía debió saltar de un balcón superior al de las víctimas.