¿Hay forma de saber cuánto tiempo vamos a vivir?
Edición Impresa | 19 de Enero de 2025 | 03:30

El bienestar no solo implica la ausencia de enfermedades, sino también disfrutar de una vida prolongada y con calidad. La ciencia moderna ha desarrollado herramientas que permiten medir el estado físico de las personas y determinar qué ajustes pueden realizar para mejorar su salud. Estos índices y mediciones, basados en números concretos, son indicadores clave para alcanzar un estado físico óptimo.
El Índice de Masa Corporal (IMC) es una de las referencias tradicionales. Este indicador se calcula dividiendo el peso en kilogramos por la altura en metros al cuadrado. Un IMC que se encuentra entre 18,5 y 24,9 se considera saludable, mientras que valores superiores pueden sugerir sobrepeso u obesidad, aumentando el riesgo de enfermedades como la diabetes o la hipertensión. Sin embargo, no todo depende del IMC; actualmente, se reconoce que la distribución de la grasa corporal tiene igual o mayor relevancia.
Uno de los indicadores más específicos es la circunferencia de la cintura, que se mide rodeando el abdomen a la altura del ombligo. En hombres, una circunferencia menor a 94 centímetros, y en mujeres, menor a 80 centímetros, se asocia con un menor riesgo de enfermedades metabólicas y cardiovasculares, incluso si el IMC se encuentra en el rango considerado normal.
La relación cintura-cadera (RCC), por su parte, analiza la proporción entre la grasa abdominal y la acumulada en otras partes del cuerpo. Este índice se calcula dividiendo la circunferencia de la cintura por la de la cadera. Valores menores a 0,9 para los hombres y a 0,85 para las mujeres indican una menor acumulación de grasa visceral, que es la más perjudicial para órganos vitales como el corazón y el hígado.
Otro cálculo relevante es la relación cintura-altura, que resulta de dividir la circunferencia de la cintura por la altura. Un resultado inferior a 0,5 se considera ideal, ya que valores superiores suelen asociarse con obesidad abdominal y mayor probabilidad de desarrollar enfermedades crónicas.
La salud cardiovascular también depende en gran medida de la presión arterial, que debe mantenerse por debajo de 120/80 mmHg para considerarse normal. Cifras superiores, como las de la prehipertensión (entre 120/80 y 139/89 mmHg) o la hipertensión (140/90 mmHg o más), son indicadores de riesgo para enfermedades como ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y problemas renales.
Además de estas mediciones, los análisis de sangre permiten conocer los niveles de colesterol y glucosa. Un colesterol LDL (“malo”) elevado, combinado con bajos niveles de colesterol HDL (“bueno”), aumenta las probabilidades de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Por su parte, niveles altos de glucosa pueden ser un indicio de prediabetes o diabetes tipo 2, afecciones que impactan severamente la calidad de vida.
La fuerza física y la capacidad funcional también son indicadores fundamentales, especialmente en adultos mayores. Pruebas sencillas, como levantarse de una silla sin utilizar las manos, caminar durante seis minutos o medir la fuerza de agarre, ayudan a evaluar el estado muscular y la resistencia. Una buena capacidad funcional y fuerza muscular se relacionan con una mejor calidad de vida y una menor probabilidad de discapacidad en la vejez.
Finalmente, aunque la edad no puede calcularse ni evitarse, es fundamental entender cómo estos índices cambian con el tiempo. Por ejemplo, es común que la presión arterial aumente con los años, pero un estilo de vida saludable puede minimizar estos efectos. Del mismo modo, la masa muscular tiende a disminuir con la edad, aunque el ejercicio regular y una dieta equilibrada pueden contrarrestar esta pérdida, permitiendo mantener la autonomía física durante más tiempo.
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