Cuidado con el boom de “los suplementos para todo”: el uso indiscriminado pone en riesgo la salud

No son inocuos y sus usos sin guías médicas pueden traer consecuencias que se subestiman. La recomendación es preguntar, revisar antecedentes y, sobre todo, no perder de vista que lo “natural” no siempre es sinónimo de seguro

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En un mercado que se expande año tras año y donde más de la mitad de los adultos incorpora algún tipo de suplemento a su rutina diaria, médicos e investigadores advierten que el consumo sin control de estas gomitas, polvos y pastillas “naturales” puede esconder efectos adversos serios y, en ocasiones, retrasar diagnósticos clave. La popularidad del universo de productos que prometen reforzar el sistema inmunológico, mejorar el ánimo, aumentar la energía o suplir carencias vitamínicas choca de frente con una realidad incómoda: no siempre funcionan como se espera y, en ciertos casos, pueden causar daño.

Desde la cardiología hasta la medicina interna, diferentes profesionales cuentan que se multiplican los pacientes que llegan a consulta usando suplementos en lugar de tratamientos avalados por la evidencia científica. Algunos ingresan buscando alternativas “más naturales”, otros como parte de planes recomendados por influenciadores o por prácticas terapéuticas no médicas. Pero detrás de esas decisiones, advierten especialistas, suele haber una falsa sensación de seguridad alimentada por una industria muy poco regulada. En Estados Unidos, la agencia encargada de controlar estos productos solo interviene de manera limitada, sin exigir pruebas previas de seguridad o eficacia antes de su llegada al público. Investigaciones recientes han demostrado que muchos suplementos están mal etiquetados, contienen concentraciones distintas a las informadas o incluso incluyen sustancias tóxicas.

El abanico es amplio: vitaminas, minerales, extractos herbales, aminoácidos, estimulantes vegetales y productos de medicina tradicional. Si bien algunos cumplen un rol claro —como el ácido fólico en mujeres que buscan un embarazo o el aporte puntual de vitaminas en quienes presentan carencias certificadas— los expertos remarcan que los riesgos no son anecdóticos. Estudios publicados en revistas médicas estiman que decenas de miles de personas llegan cada año a emergencias por efectos adversos vinculados a suplementos, desde malestares gastrointestinales hasta complicaciones hepáticas. Investigadores de universidades reconocidas han alertado también sobre la relación entre ciertos compuestos y la toxicidad hepática, un fenómeno más frecuente de lo que se supone.

La preocupación se profundiza cuando los suplementos interactúan con medicamentos recetados o cuando, bajo la promesa de aliviar síntomas, ocultan cuadros más peligrosos. Médicos de distintas especialidades coinciden en que uno de los mayores problemas es el retraso en el diagnóstico: pacientes que toman productos para mejorar la digestión, el ánimo o la energía sin investigar la causa real de esos malestares. En varios centros de salud se registran situaciones donde el consumo constante de suplementos terminó en el ocultamiento de patologías graves, cuya detección temprana habría cambiado el curso del tratamiento.

El abordaje profesional ante este fenómeno varía. Algunos médicos adoptan estrategias firmes y proponen a sus pacientes revisar uno por uno todos los suplementos que consumen, evaluar sus motivos y, cuando es necesario, dejar de tomarlos. Otros optan por una conversación más gradual para evitar que la persona se sienta juzgada o deje de consultar. Pero todos coinciden en un punto: la consulta médica debe ser un espacio seguro para hablar sin miedo sobre todo lo que se consume, incluidos los productos no recetados. La falta de esa confianza, remarcan, solo alimenta el problema.

Las redes sociales y el marketing digital cumplen un rol clave en esta tendencia. Profesionales de la salud advierten que el prestigio de ciertos médicos que venden suplementos en internet, sumado a la desconfianza creciente en el sistema sanitario tradicional, contribuye a que muchos opten por caminos paralelos en vez de recurrir a evaluaciones clínicas. Y si bien los especialistas reconocen que la decepción o la mala experiencia con el sistema de salud puede impulsar la búsqueda de soluciones alternativas, insisten en que ningún suplemento reemplaza a los estudios diagnósticos ni al tratamiento basado en evidencia.

 

 

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