La Mona Jiménez: de su encuentro con Rodrigo en La Plata y el sueño que le frustró Bin Laden, a su vitalidad a los 74
Edición Impresa | 28 de Noviembre de 2025 | 03:18
María Virginia Bruno
vbruno@eldia.com
Histórica será la visita a La Plata de La Mona Jiménez, que traerá mañana “El baile más grande del universo” al Estadio Único, en lo que marcará su regreso a Buenos Aires, una provincia que no visita desde antes de la pandemia. A los 74 años, el ídolo máximo del cuarteto cordobés, referente de varias generaciones de espectadores y músicos, no detiene su marcha: preparando su disco número 102, que editará en 2026 con “todas canciones originales”, sigue activo porque “el público me mantiene vivo”, mientras espera poder cumplir “antes de morir” el gran pendiente de su vida que le frustró Bin Laden: “tocar en el Madison Square Garden”.
En una entrevista exclusiva con EL DIA, recién aterrizado desde su Córdoba natal, en un aeropuerto al que llegaron los fans que lo persiguen por todos lados (todavía está sorprendido por ese nene de siete años que, llorando, le pidió una foto), La Mona Jiménez habla de todo. ¿La excusa? Su presentación en La Plata, ciudad que lo homenajeará hoy con la doble distinción que apenas días atrás le dieron a Johnny Depp: la declaración de Visitante Ilustre y la entrega de la Llave de la Ciudad.
“¡Con esto me caigo de culo de la alegría! Puedo desmayarme en el camino de la emoción”, dice, entre risas, revelando que será la cuarta que reciba: “Tengo una de Córdoba, una de Ushuaia y otra de Jesús María. Tener además una Llave en la provincia de Buenos Aires es un honor inmenso para mí”.
HISTORIA CON LA PLATA
La historia de La Mona con La Plata tiene un condimento especial. Según recuerda, se presentó una única vez en los 58 años de trayectoria que lleva sobre sus espaldas. Marzo del año 2000, con Rodrigo Bueno en su máximo apogeo, y una presión mediática que fagocitaba una distancia pero que, a la vez, quería juntarlos. Los dos formaron parte del show que se hizo en beneficio del Sindicato de Trabajadores de la Salud Pública, que fue transmitido en vivo y en directo por Crónica TV. También estuvo El Trece, Canal 9, la Revista Gente y la Tota Santillán. La Mona tocó primero y Rodrigo después. Las cámaras esperaban el encuentro que, finalmente, no sucedió.
-Yo estaba en mi camarín, y de pronto entró él, se largó a llorar, se tiró al piso, se arrodilló, y yo le digo: “Rodrigo, ¿por qué lo hacés?”. Y él me pidió que tocara con él. Yo había cantado primero y terminaba él. Pero después de mi actuación, la revista Gente me llevó a sacar fotos, y Rodrigo se enojó conmigo porque yo no me quedé a cantar con él. Pero no tuve tiempo de volver, porque los fotógrafos me tenían de acá para allá y yo pensaba que iba a volver para cantar un tema con él, pero me fueron sacando del local. No tuve la oportunidad. Pero no tuve la culpa.
Tres meses después de ese encuentro fallido, la desgracia encontró a Rodrigo, precisamente volviendo de dar otro show en La Plata. Y el encuentro en el escenario entre dos generaciones de cuarteteros que públicamente se profesaron admiración -Rodrigo lo llamaba “El Charly de Córdoba”- no sucedió. “Pero el amor y el cariño que había entre los dos, por más que él esté donde esté, siempre existió. Yo siempre lo quise, y él siempre me quiso. Eso está en el ADN de nuestro cuerpo y en el alma y el espíritu de él, esté donde esté”, asegura Jiménez.
UN HOMBRE DE MULTITUDES
Sin querer aguar la sorpresa que tiene preparada para el Único, La Mona anticipó que el de mañana será “un espectáculo prácticamente internacional”, que arrancará, según la demanda del público, con “Estrella de la Mañana”. Un formato enorme, presentado como “El baile más grande del universo”, con el que volvió a los escenarios después del Covid-19, un tiempo de reflexión que le sirvió para barajar y dar de nuevo. Antes de la pandemia, tocaba miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo, y tenía a Juana, su mujer, como mánager. Pero le costó reactivar en esos términos después del aislamiento: “No tenía más esa garra de volver todos los días”. Así nació la idea de hacer un gran baile por mes, ahora bajo el comando de su hijo Carly. Y con toda esa parafernalia llegará: “Lo mismo que hacemos en el Kempes, lo traemos acá”, avisa.
A la cita platense se esperan decenas de miles de platenses, pero también seguidores de la Región y de más allá. La última vez que La Mona estuvo “cerca” fue en 2022, cuando la Ciudad de Buenos Aires lo homenajeó por sus 55 años de cuarteto con un show gratuito frente al Obelisco que reunió, según las estimaciones del artista, a más de 180 mil personas que coparon la Diagonal Norte. “¡La gente llegaba hasta Plaza de Mayo!”, destaca el intérprete de hits como “Beso a beso”, “Quién se ha tomado todo el vino” y, entre cientos más, “El federal”.
Y en eso de convocar, La Mona es uno de los que más sabe. En 1988, por ejemplo, fue casi “desterrado” de Córdoba cuando, con su presentación en la Plaza Próspero Molina -luego bautizada como “La noche negra de Cosquín”- hizo que más de 150 mil personas se tomaran todo el vino…
“No digo dentro del predio del festival, porque ahí no entran más de 12 mil personas, pero en el pueblo, que estaba acostumbrado a recibir 40 ó 50 mil personas, a las ocho o nueve de la noche había alrededor de 150 mil personas. No quedaba más locro, no quedaban cigarrillos, no había cerveza, no había vino, no había nada. Parecía que había pasado la langosta y se había comido todo. Los folcloristas se enojaron porque no tenían para comer locro ni tomar vino en los restaurantes; todo se lo había llevado la gente que vino a verme. Y ahí empezó el conflicto: tiraban bronca porque decían que yo había ‘vaciado’ Cosquín”, recuerda ese momento que sería bisagra para su obra.
Porque, como dicen, cuando una puerta se cierra, una ventana se abre. Y así, en medio de la polémica, La Mona salió de Córdoba y fue recibido en Buenos Aires. “Me acuerdo que en los medios salió una nota firmada por Alfredo Leuco, que me defendió porque era cordobés, conocía la historia del cuarteto y sabía quién era La Mona Jiménez. Yo nunca había venido a tocar a Buenos Aires, pero sí me conocía todo el país: mis canciones se escuchaban acá, aunque no me habían visto en vivo. Había tenido un gran éxito con ‘Cortate el pelo, cabezón’ allá por 1977 o 1978”.
Y de la nada, a todo. Uno de sus primeros shows fue ese mismo 1988 en el Luna Park, y después la historia ya conocida: de la censura y la discriminación que marcaron sus orígenes (“fui muy marginado, odiado por cierta parte de la sociedad”, recuerda) llegó la consagración popular con reconocimientos como el ACE, el Gardel y el Konex; seguidores por todo el país, premios, giras, generaciones de músicos que se inspiraron en él y una producción de más de 100 discos que continúa.
-A esta altura de tu vida, ¿qué te motiva a seguir subiéndote a los escenarios?
-El público. La gente. Ellos me hacen sentir más joven y más vivo. Mi gran motivación es el público, que me empuja a seguir siendo La Mona. A seguir haciendo, a seguir cantando temas inéditos.
-Estás por sacar tu disco número 102: ¿cómo se sostiene una búsqueda creativa después de cien álbumes?
-Hace dos años en YouTube había unas 1.260 canciones mías; hoy ya debo estar llegando a 1.300 temas grabados. No todas son mías: alrededor de 150 son de otros autores que me gustaron y las grabé, y hoy todo el mundo las canta. Pero en este nuevo disco las canciones serán todas mías. Sigo cantando porque veo que hay una nueva generación de pibes y pibas que me siguen y me acompañan. Yo tengo 74 años y veo ese amor. Por eso sigo. La música me da salud, amigos, alegría. Me hace sentir joven, me hace sentir que estoy vivo. Si no estuviera la música, me sentiría un abuelo de 90 años. En cambio, tengo 74, pero mi alma y mi espíritu siguen jóvenes. Me siento joven por dentro, más allá de la edad que tenga.
-Después de tanto recorrido, ¿hay algún sueño que todavía no hayas podido concretar?
-Lo único que me queda pendiente es tocar en el Madison Square Garden. Hace 23 años estuve a punto de hacerlo. Yo ya venía haciendo publicidad porque iba a tocar ahí. Durante tres años seguidos hice shows en Dallas, Houston, New Jersey, Nueva York, Los Ángeles, Miami… Iba de boliche en boliche, solo con un disco, preparando el terreno para que después fueran mis músicos. Ya estaba todo listo: estaban invitados Los Tigres del Norte y yo pensaba invitar a Alejandro Lerner, que vivía en Los Ángeles. Pero resulta que vino Bin Laden, me volteó las Torres y se pudrió todo y me mandó a la puta que lo parió a mí. No pude viajar más, no me dejaron ni entrar y se terminó. O sea que estoy con esa deuda que está en mi corazón partida en dos. Ese es mi sueño antes de morir: que algún cantante del mundo me invite a cantar allí, y yo sería muy feliz.
“El amor que había entre Rodrigo y yo siempre existió. Siempre lo quise, y él siempre me quiso”
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