“Drive My Car”: duelos, autos y el regreso a la vida

La oscarizada película del japonés Ryusuke Hamaguchi, basada en un cuento de Murakami, se puede ver por Netflix

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“Drive My Car”, la película del japonés Ryusuke Hamaguchi, sorprendió 2022 al ganar el Oscar a mejor película internacional. Una película larga, de ritmo sosegado, inundada por la tristeza, y que sin embargo conquistó a la audiencia internacional: el propio cineasta dijo estar sorprendido ante la popularidad internacional de su película, aunque lo atribuye a la universalidad del cuento de Haruki Murakami en la que se basa.

La película, que se puede ver en Netflix, se centra en un actor interpretado por Hidetoshi Nishijima que dirige una producción multilingüe de “Tío Vania” de Chéjov. Todavía de luto por la repentina pérdida de su esposa, el actor Kafuku dirige al elenco en los ensayos en los que se sientan y leen sus líneas llanamente, asimilando el lenguaje durante días antes de representarlas.

La cinta de tres horas, una historia de duelo, conexión y recuperación, ganó el Premio de la Academia al mejor largometraje internacional. “En realidad, me sorprendió la gran aceptación de esta película”, dijo Hamaguchi.

Si bien atribuyó su popularidad a la universalidad de la historia del escritor japonés, Hamaguchi dijo que los actores “la llevaron a la pantalla de una manera muy convincente, aunque estoy seguro de que fue una tarea extremadamente difícil para ellos encarnar la visión del mundo de Haruki Murakami”.

Por su parte, trató de “mostrar algún tipo de esperanza, como lo hace el señor Haruki Murakami en sus novelas, para que podamos sentir que este personaje ahora está bien — el proceso de pérdida y aceptarlo para seguir adelante — por no decir bastante recuperado”, dijo Hamaguchi.

La “realidad interna” de los personajes es tanto el encanto como la dificultad para convertir la historia de Murakami en imágenes, dijo Hamaguchi.

“Describir la realidad interna... es algo en lo que las películas no son muy buenas”, dijo el director. Así que decidió no rastrear el lenguaje escrito de la historia original. “Cuanto más atractiva es una historia, más difícil es que las imágenes superen las imágenes ya formadas en la mente de los lectores”, señaló.

 

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