La suba de tasas encarece el financiamiento y frena el crédito a las empresas
Edición Impresa | 14 de Septiembre de 2025 | 02:45

La estrategia del Gobierno de responder a la volatilidad cambiaria con un fuerte aumento de tasas en pesos -que moderó en parte esta semana tras los resultados electorales- generó un doble efecto en la economía real. Por un lado, fortaleció la remuneración de los plazos fijos, lo que permitió recuperar algo de confianza en el peso como instrumento de ahorro. Por otro, encareció el crédito y dejó en evidencia las dificultades de las empresas para sostener su nivel de financiamiento en un contexto de costos financieros en alza.
Los datos del Banco Central (BCRA) correspondientes a agosto muestran que los préstamos comerciales retrocedieron 3,9% en términos reales y sin estacionalidad. Si bien la comparación interanual sigue siendo positiva -con un nivel 38,4% superior al de un año atrás- la caída mensual marca un quiebre que preocupa a pymes y grandes firmas por igual.
El golpe más duro se observó en los adelantos en cuenta corriente, un recurso clave para cubrir baches de liquidez y necesidades transitorias de capital de trabajo. Esa línea se desplomó 10,8% mensual real y quedó 38,9% por debajo del nivel de 2024. Además, el costo financiero se disparó: la tasa promedio saltó de 57% a 77% a lo largo del mes, con episodios en los que superó el 90%. Los documentos comerciales, otro canal de financiamiento relevante, también mostraron debilidad, con bajas de 2% mensual y de 30,4% interanual en términos reales.
En contraste, los préstamos a familias conservaron un sendero ascendente, aunque con un ritmo más pausado. En agosto, el crédito al consumo y las líneas con garantía real crecieron 2,9% mensual en valores ajustados por inflación. Dentro de ese universo, los hipotecarios lideraron con un alza de 9,2% mensual real y acumularon 14 meses consecutivos en expansión. Según el BCRA, los préstamos para vivienda crecieron 352,3% en los últimos doce meses y se explicaron en un 92% por los créditos ajustables por UVA.
Los prendarios también sostuvieron su marcha con un incremento de 2,7% mensual real, 95% por encima del nivel de un año atrás. Las financiaciones con tarjeta avanzaron 3,6% mensual real y 50,9% interanual, mientras que los personales aumentaron 2,1% en agosto y acumulan un salto real de 131,1% en doce meses.
El balance general del crédito privado en pesos mostró así un crecimiento de apenas 0,4% en agosto, un resultado que refleja la contracción del financiamiento comercial compensada por el dinamismo del segmento familiar. En términos del PBI, el crédito se mantuvo estable en 8,8%, un nivel que duplica al de comienzos de 2024, aunque insuficiente para impulsar una recuperación de la actividad.
La consultora LCG advirtió que la política monetaria restrictiva tendrá efectos contractivos: “Las altas tasas de interés continuarán limitando la expansión de los préstamos y aumentando la morosidad. La ralentización del crédito puede convertirse en un factor de peso en la caída del consumo y la inversión, con riesgo de recesión”.
En paralelo, el debate entre economistas giró en torno al origen de la volatilidad financiera. Algunos señalaron como detonante las leyes que ampliaron la cobertura jubilatoria y de discapacidad sin financiamiento genuino, lo que derivó en un veto presidencial. Otros apuntaron a la decisión del Gobierno de desarmar Letras Fiscales de Liquidez (LEFI) por más de \$16 billones. Los bancos solo lograron absorber poco más de la mitad de esos instrumentos, generando presión sobre la política monetaria y cambiaria.
En ese clima, el dólar libre pasó de $1.215 a $1.335 en julio, con un alza del 9,9%, mientras el dólar financiero y el oficial para operaciones de comercio exterior subieron 13,7%. La reacción obligó al BCRA a reforzar su intervención: aumentó encajes bancarios, lanzó licitaciones adicionales y permitió integrar esos encajes con títulos públicos. El objetivo fue moderar la escalada de las tasas activas, aunque en el corto plazo los préstamos comerciales ya sintieron el impacto.
El golpe más duro se observó en los adelantos en cuenta corriente, un recurso clave para empresas
El resultado es un mapa crediticio fragmentado. Las empresas ven restringido su acceso al financiamiento y deben recalcular costos en un contexto de mayor incertidumbre.
Las familias, en cambio, aún aprovechan las líneas hipotecarias y prendarias, sobre todo aquellas ajustables por UVA, sostenidas por la estabilidad de los índices de precios. Sin embargo, analistas advierten que si la política monetaria se mantiene tan restrictiva, ese dinamismo también podría moderarse en los próximos meses.
La suba de tasas, en definitiva, operó como un dique frente a la volatilidad del dólar, pero al mismo tiempo se convirtió en un freno para la rueda del crédito productivo. El dilema que enfrenta el Gobierno es cómo sostener la estabilidad cambiaria sin ahogar el financiamiento que necesitan empresas y familias para mantener la actividad en movimiento.
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