Odio mi cuerpo y todo lo que se desprende de él

Edición Impresa

Paula, La Hermosura

Tengo treinta años y sigo mirándome al espejo como cuando era adolescente: con bronca, con fastidio, con ganas de que la imagen fuera otra. Poco importa si bajo de peso, si hago ejercicio o si alguien me dice un cumplido: la mirada crítica vuelve siempre.

Me comparo con todo el mundo: con mis amigas, con lo que aparece en las redes, con las publicidades, y salgo perdiendo. Sé que no tiene sentido, que mi cuerpo me sostiene, me permite caminar, bailar, abrazar. Pero lo que siento es rechazo. A veces me escondo detrás de ropa ancha, otras veces me obligo a sonreír como si nada. Me cansa tanto esfuerzo en disimular lo que me pasa. No quiero vivir peleada con mi reflejo, ni condicionada por cánones que ni siquiera eligen las personas que me rodean. Quiero reconciliarme con mi cuerpo, mirarlo sin juicio. Pero no sé cómo se hace para dejar de escuchar esa voz interna que siempre me dice: “no alcanza, no está bien, no sos suficiente”.

 

correo de lectores

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE