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La Provincia |ANALISIS

Señales de cambios y mitos en baja que dejó el voto de los bonaerenses

El poder territorial de los intendentes y su peso para “decidir” resultados electorales no funcionó esta vez en varios distritos

13 de Agosto de 2013 | 00:00

Clic para ampliarLos resultados de las elecciones primarias realizadas el domingo último dejaron, en la provincia de Buenos Aires, como dato destacado la victoria de una fuerza debutante, el Frente Renovador, de la mano de su líder, el intendente de Tigre, Sergio Massa. Pero en torno de esa victoria, y de unas cuantas derrotas consecuentes, estos comicios revelaron también la profundización de algunos cambios que hace ya tiempo se vienen dando en la tendencia del voto bonaerense y, en ese marco, el derrumbe de algunas “leyendas” que se instalaron a lo largo de décadas en la política de la Provincia.

Concretamente, es el mentado poder de los intendentes “fuertes”, los que ejercen el gobierno de sus comunas con perfil de caciques, al que todos los vecinos, se supone, les responden políticamente, uno de los mitos que estos comicios han puesto en revisión.

Sergio Massa cimentó su victoria con la conquista de caudales muy altos de sufragios en los distritos donde contó con el respaldo de, justamente, los intendentes de esas comarcas.

“Varios caciques del Conurbano no pudieron cumplir con su ‘promesa’ de garantizarle el triunfo al candidato del oficialismo”

Uno de los pilares de su triunfo lo constituyó, efectivamente, no ya el apoyo sino la participación directa de varios jefes comunales de la zona norte del Conurbano en la creación y puesta en marcha del Frente Renovador, la estructura en la que se sustentó la candidatura de Massa.

EL PODER DE LOS CACIQUES, BAJO LA LUPA

Pero en general los intendentes del massismo distan de militar en el grupo de jefes comunales históricos del peronismo, los que llevan décadas en el poder de sus comarcas sin pausa. Los que cobraron fama de que su respaldo o su rechazo resultan clave y decisivos para que los candidatos a las ligas mayores de la política -a presidente, a gobernador o a legisladores nacionales, por caso- ganen o pierdan las elecciones en las que se jueguen esas aspiraciones.

Es que además, y centralmente, aunque el respaldo de los intendentes del norte del Conurbano y de media docena de jefes comunales del interior resultó vital para el armado del massismo (ver pág. 10), la victoria del tigrense fue posible a partir de su también muy buena elección en distritos del oeste y sur del Conurbano, así como en decenas de distritos del interior, a los que el candidato no pudo siquiera visitar una vez en los 50 días de campaña que permiten las elecciones primarias.

Y en buena parte de esos distritos “mandan” esos intendentes históricos que el domingo último no pudieron no sólo evitarle una derrota al “candidato mayor” del kirchnerismo, sino que vieron perder también a “sus” nóminas, las que ellos presentaron a los concejos deliberantes de sus distritos.

Dos figuras emblemáticas de ese grupo de intendentes que aseguran la suerte electoral del resto en sus territorios son Raúl Othacehé y Hugo Curto, jefes comunales de Merlo y Tres de Febrero, respectivamente, en el oeste del Gran Buenos Aires.

En Merlo, Massa se impuso el domingo sobre el candidato del kirchnerismo, Martín Insaurralde, por 26,3 puntos sobre 24,5. Y mucho más duro fue el fracaso de Curto en su promesa de garantizarle el triunfo al candidato de la Casa Rosada. En su distrito, el postulante del Frente Renovador se llevó el 41,4 por ciento de los votos, mientras que Insaurralde consiguió sólo el 26,1 por ciento.

LA LEYENDA DE LA MATANZA

Otro “mito” colocado en duda con los comicios del domingo, fue el poder electoral supuestamente “manejable” de La Matanza, también en el oeste del Conurbano.

Con una población -y por ende con una cantidad de electores- equivalente a una “quinta provincia del país -tiene 910 mil ciudadanos en condiciones de votar-, y con una extendida fidelidad al peronismo, La Matanza es conocida como la comuna que puede volcar una elección provincial -y aún nacional- en favor de esa fuerza política y, en particular, en favor de quien proponga el intendente que la gobierne.

El domingo último no fue la excepción. Gobernada por uno de los jefes comunales más “mimados” por el gobierno nacional y por la presidenta Cristina Kirchner en particular, Fernando Espinosa, La Matanza era considerado el bastión que terminaría de definir la victoria a manos de Insaurralde.

Sin embargo, el candidato del kirchnerismo consiguió allí un 41 por ciento de los sufragios que no le alcanzaron para “dar vuelta” el resultado adverso en el resto de la Provincia, como se suele esperar de los matanceros. Massa hizo también allí una buena elección, con el 31 por ciento (221 mil votos) y La Matanza no pudo cambiar el mandato que impuso en las urnas el resto de los bonaerenses.

La cosecha de Massa a lo largo y ancho del mapa bonaerense mostró, en definitiva, la permeabilidad de los territorios distritales gobernados por los caciques del peronismo.

LAS PERFORMANCE DE MARGARITA Y DE DE NARVAEZ

Otro de los saldos de estos comicios bonaerenses fue la cosecha de votos de Margarita Stolbizer al Frente de la nómina del Frente Progresista Cívico y Social, conformado por el radicalismo y el Fap. Con el 11,3% de las adhesiones en el total provincial, esta candidata no sólo mantuvo su cosecha en la Provincia, si no que se quedó con la victoria en más de una docena de municipios del interior (ver mapa), imponiéndose a Massa e Insaurralde.

“La avalancha de votos de La Matanza que iba a volcar la elección en favor de Insaurralde, esta vez nunca llegó”

De Narváez, en cambio, que participó de estos comicios en alianza con el sindicalista Hugo Moyano, volvió a profundizar la pérdida de adhesiones que ya había mostrado en los comicios generales del 2011, cuando fue candidato a gobernador. Y, con el 10,5 por ciento de las adhesiones, quedó ahora muy lejos de aquel 35 por ciento con el que venció en las legislativas de 2009 a la lista de diputados nacionales que encabezaban los mismísimos Néstor Kirchner y -como postulante testimonial- el gobernador Daniel Scioli.

En ese marco general, De Narváez sólo le ganó a Massa, Insaurralde y el resto en dos distritos del sur de la Provincia, Bahía Blanca y Coronel Rosales, en una dura evidencia del derrumbe de la inserción interesante que en 2009 había logrado en el interior, donde cosechaba la adhesión de buena parte de los productores rurales.

VENEGAS Y EL RECONOCIMIENTO DEL PAGO CHICO

Un triunfo que vino a confirmar que el pago chico reconoce a sus dirigentes, por último, fue el de Gerónimo Venegas. El sindicalista de los trabajadores rurales apenas alcanzó el piso de votos para poder participar de las elecciones de octubre (el 1,56%). Pero en su distrito de origen y donde desarrolló parte de su trayectoria gremial, Necochea, consiguió una contundente victoria: el 43,3%, frente al 17,5% de Insaurralde y el 14% de Massa.

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