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Avance chino en el comercio de La Plata

Avance chino en el comercio de La Plata
1 de Julio de 2001 | 00:00
Compró un pasaje en clase económica a la provincia de Fujián, que le costó alrededor de 1.600 pesos, y arribó a Hanón, donde viven sus padres y sus cuatro hermanos. En esa ciudad, que tiene el tamaño de La Plata, Lin Chung había trabajado durante años como operario de una fábrica de ventanas por un sueldo equivalente a 200 dólares al mes antes de venir a Argentina.
Durante su viaje, Lin Chung volvió a tomar contacto con su gente, a la que cuenta que "extrañaba con desesperación", y también con varias historias parecidas a la suya. Porque ocurre que la provincia de Fujián es la que tiene la tasa de emigrantes más alta de China, y curiosamente de ahí provienen todos los comerciantes chinos que hoy manejan supermercados en La Plata (ver aparte). Por primera vez, el nombre de nuestra ciudad se cruzó en su destino. Y se lo trajo de vuelta al país en un vuelo de Malaysian Airlines, clase económica.

En La Plata, mientras tanto, Mario V. empezaba a consolidar su negocio en la zona del Parque Castelli. No era precisamente el mejor momento. Hacia 1998, los hipermercados estaban en auge. Y las ventas del comercio establecido en el sector habían caído un 25 por ciento, según datos de la Cámara de Comercio platense, que entonces estallaba en reclamos constantes contra el Municipio para ponerle freno a la competencia inesperada. Pero a fuerza de trabajo, él logró sobreponerse.
Dos años más tarde le llegó el turno a Lin Chung. Con el dinero que había ahorrado rigurosamente durante su ardua estadía en el país, decidió abrir su propio autoservicio. Pero no en Buenos Aires, donde había estado trabajando hasta entonces; sino en La Plata, una ciudad "más linda, más tranquila", dice.
Para eso se asoció con Lin Hein Bing (27), su compañero de siempre, con el que tantas veces había compartido su sueño en el pequeño supermercado de la capital donde trabajaban juntos. Y cuando a mediados de 1999 colgaron juntos el cartel de su propio negocio sobre el frente de un local ubicado en 37 entre 10 y 11, no dudaron en qué nombre iban a ponerle. Se iba a llamar El Dragón. Porque "el dragón es un animal que trae suerte", explica Lin Chung ignorando tal vez que la suya no fue una idea muy original. Varios de los autoservicios chinos que hay en La Plata, y no pertenecen a ninguna cadena, se llaman igual.
Sin embargo, ese punto de coincidencia con el resto es una excepción en el pequeño supermercado de Lin Chung, quien difiere de la mayoría de los que hay en La Plata por un aspecto llamativo. En El Dragón de 37 no sólo trabajan empleados chinos (casi una norma en un circuito que apoya de esa forma la inmigración de sus compatriotas); ni tampoco bolivianos (a quienes se los acusa habitualmente de estar indocumentados). Lin Chung abrió varios puestos de trabajo para integrar argentinos.
El autoservicio de Mario V. también sirvió para crear fuentes de empleo. Aunque ya no tantas como antes. De los seis empleados que llegó a tener, sólo pudo mantener dos. Su mujer y su hija mayor, incorporadas al trabajo diario en el negocio, lo ayudan en este momento a enfrentar una crisis de la que dice no poder recuperarse.
Cuenta él que sus problemas económicos empezaron el año pasado con la llegada de los chinos. "Primero abrieron un supermercado en 66 y 21 y mis ventas cayeron un 20 por ciento. En febrero de este año, inauguraron otro en 25 y 64 y volví a sufrir una pérdida similar en mis ingresos. Hace pocas semanas apareció un tercero en 19 y 61, y ya no puedo competir más. Lo que gano no me alcanza ni para pagar los impuestos", asegura.
A punto de presentarse en quiebra, el comerciante platense dice que "las cosas son injustas". Al igual que muchos almaceneros de la ciudad, él está convencido de que los chinos gozan de una exención impositiva en el país. "Si como a ellos a mi me reintegraran el IVA, yo también podría ofrecer esos precios insólitos que nadie se explica, y no tendría estos problemas", destaca.
Pero ni este comerciante, ni las cámaras que los nuclean en la ciudad, ni tampoco otras tantas asociaciones empresariales que hablan de supuestas subvenciones impositivas de la República Popular de China a sus ciudadanos radicados en nuestro país tienen pruebas de eso. Y el gobierno argentino asegura desde distintas dependencias que tal cosa "no existe" (ver aparte).
Lo cierto es que V. va a cerrar su supermercado. Tiene decidido hacerlo en pocos meses, tan pronto liquide las cosas. De ahí en más no sabe bien qué va a hacer de su vida, pero no tienen en sus planes abandonar el país. "Yo no soy de ese tipo", dice, aunque piensa que tal vez en otro lugar su negocio no hubiera corrido la misma suerte.
Tampoco Lin Chung, que ya es ciudadano argentino, piensa irse del país. El no cree, como buena parte de los nuevos inmigrantes chinos, que Argentina sea sólo un país de paso hacia los Estados Unidos (ver aparte). Todavía no aprendió a hablar bien el castellano, pero se defiende con soltura. Su cajera, una chica platense, lo ayuda enseñándole algunas palabras. Una de las que más usa es lindo. "Lindo" dice cuando le preguntan por qué decidió quedarse.
La calle -que lo mismo llama "chinos" a los taiwaneses, los coreanos o los vietnamitas- no se equivocó esta vez al ponerle el apodo más fácil a los emigrantes de Asia que abrieron autoservicios en La Plata. El cien por ciento de los asiáticos que explotan hoy este rubro en nuestra ciudad y aparecen en los registros de habilitación municipal provienen de la República Popular de China. Y más curioso aún, todos son originarios de una misma región: Fijián.

Fujián, más conocida como Min, es una de las provincias más chicas y está ubicada a lo largo de la costa sudeste de China frente a la isla de Taiwán. Pese a que su territorio es veintidós veces inferior al de nuestro país, tiene casi la misma población que toda Argentina: cerca de 33 millones de personas.
La superpoblación no es sin embargo su rasgo distintivo, sino el hecho de constituir uno de los principales laboratorios de China. Porque es en Fujián donde el gobierno de ese país experimenta las reformas de apertura económica hacia el mundo, que más tarde traslada al resto de su territorio. Por ese motivo cuenta con zonas francas y una legislación más flexible que las otras provincias para actividades económicas.
Pero además es la región de China que registra la mayor cantidad de emigrantes. Se calcula que existen cerca de 8 millones de personas de Fujián viviendo en distintos países del mundo. De hecho, el 80 por ciento de la actual población de Taiwán proviene de ahí.
Gracias al plan de apertura económica que viene implementando China, la economía se ha desarrollado rápidamente en Fujián. Desde 1994, su producto bruto ocupa el lugar número 12 entre las cerca de 30 provincias chinas, pese a estar entre las más chicas. Su industria -basada en la producción de materiales para la construcción, madera, textiles, electrónica y maquinaria- tiene dimensiones gigantescas con sus 14 mil empresas.
Con todo, la situación salarial de su gente no escapa a la realidad del resto de China. El ingreso promedio anual per cápita equivale a unos 860 pesos; es decir, un sueldo medio de 71 pesos por mes.
Nunca antes en toda su historia, Argentina recibió un caudal de inmigrantes asiáticos tan numeroso como en los últimos años. Las cifras de la Cámara de Comercio Argentina China son contundentes: durante los '90 llegaron al país 36 mil chinos.

No menos significativos son los datos de la oficina de Control de Ingresos de la Dirección Nacional de Migraciones: en apenas los últimos 17 meses arribaron 6.779 personas de distintas naciones de Asia. Y eso "es apenas la punta visible del iceberg", dicen los funcionarios de esa dependencia, al reconocer que "una gran cantidad de asiáticos está ingresando de manera clandestina".
Pese a que la dirección de Tratados de la Cancillería Argentina asegura que "no existen en este momento acuerdos vigentes con ningún país de Asia para fomentar la inmigración", los archivos de la Dirección Nacional de Migraciones no registran antecedentes de un fenómeno como el que se está dando en este momento.
Desde el primer día de enero del año 2000 a la fecha, los países que mayor cantidad de inmigrantes han aportado a la Argentina son: la República de Corea, con 1459 personas; la República Popular Democrática de Corea, con 1.268; Taiwán, 693; Japón, 524; y la República Popular China, 483. El resto del caudal inmigratorio de Asia proviene mayoritariamente de Rusia, India, Filipinas, Vietnam del Norte y del Sur y Tailandia.
Hay además un porcentaje alto de inmigrantes de los que no se tiene registro porque entran por medios irregulares. "No sabemos cómo entran, pero creemos que existen organizaciones delictivas que se ocupan de traerlos. Nosotros los detectamos cuando intentan obtener su radicación permanente, porque no aparecen en los registros de ingreso. En ese caso son declarados ilegales y son deportados si no pueden justificar cómo ingresaron al país", asegura el licenciado Carlos Bilbao de la dirección Nacional de Migraciones.
En nuestro país rige desde hace décadas la Ley de Migraciones, que en teoría es igual para todos; vale decir que impone ciertos requisitos fijos sin importar de dónde provenga la persona que quiere vivir en Argentina.

Para poder radicarse los inmigrantes tienen que encuadrar su aspiración en alguno de estos tres criterios: Tener un familiar directo nacionalizado; contar con un contrato previo de trabajo; emigrar con capital. Se les exige una transferencia de 100 mil pesos a una cuenta en Argentina. Pero lo mismo vale si tienen propiedades o bienes de producción en el país.
Aunque la Cancillería y la Dirección Nacional de Migraciones reconocen no tener estudios hechos sobre inmigración asiática, ambos organismos coinciden al señalar que "el mayor porcentaje de inmigraciones de Asia que pretende radicarse justifica su aspiración a través de un familiar directo en el país o un contrato previo de trabajo. Son muy pocos los que vienen con capital".
Cumplido alguno de esos tres requisitos, los inmigrantes que hayan ingresado legalmente al país pueden pedir un permiso de residencia, lo que equivale a una radicación precaria. Recién después de tres años de permanecer en Argentina tienen derecho a solicitar la radicación permanente, y con eso la ciudadanía. No es un trámite rápido. Toma por lo menos un año más.
Ni los japoneses son ya tintoreros, ni los italianos vienen a abrir verdulerías. Estas asociaciones, que eran una realidad a principio de siglo pasado, perdieron vigencia en la Argentina actual. Con los nuevos desembarcos inmigratorios, se perfilan en nuestro país nuevas ocupaciones relacionadas con ciertas nacionalidades.

Hoy, "los taiwaneses instalan locutorios, los coreanos ponen tiendas de ropa, y los chinos explotan el rubro de los supermercados y restaurantes, o bien manejan negocios de productos importados", comenta Patricio, gestor de un conocido estudio contable de La Plata, quien tramitó casi todas las habilitaciones de emprendimientos comerciales de asiáticos en nuestra ciudad.
Este fenómeno -destaca el profesor José Panettieri, titular de la cátedra de Historia Social Argentina y decano entre el '84 y el '92 de la facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata- tiene una explicación bastante sencilla. "En todos los procesos inmigratorios, los pioneros apoyan a los que vienen atrás. Es natural. Cuando uno acaba de instalarse en un país donde no conoce a nadie, acude antes que nada a la ayuda de sus connacionales para aprovechar la experiencia".
"Cuando esa experiencia se acumula en determinado oficio, lo más probable es que los que vengan después continúen en esa línea. De esa manera, con el tiempo la cadena suele derivar en una constante generalizada", menciona el historiador.
¿Cómo se explica que mientras que miles de compatriotas hacen colas en las puertas de las embajadas para irse del país haya otros tantos miles de asiáticos que quieren entrar? Pintadas así las cosas cualquiera imagina un futuro próximo poblado de piqueteros coreanos, goleadores chinos y cumbias taiwanesas. Pero difícilmente las cosas se den alguna vez de esa forma. Porque la gran mayoría de los inmigrantes que están ingresando no tiene interés en vivir en Argentina, sino apenas en lograr la nacionalización. Sus ojos están puestos en Estados Unidos.

"Todos ellos quieren nacionalizarse. Y un alto porcentaje lo quiere porque de esa forma no necesita visa para ingresar después a Estados Unidos, que suele ser su país de destino final", explica el licenciado Carlos Bilbao de la dirección nacional de Migraciones.
Desde que hace unos años la Cancillería firmó un acuerdo con los Estados Unidos que le abrió a los ciudadanos argentinos la posibilidad de ingresar a ese país sin una visa previa, los solicitantes de nacionalización se han multiplicado en la Dirección Nacional de Migraciones. Y no sólo por el lado de los asiáticos.
¿Son entonces inmigrantes golondrinas? "No tanto -asegura Bilbao-. Para conseguir la ciudadanía argentina tienen que obtener antes un permiso de radicación precaria, que recién al tercer año pueden convertir en permanente. De modo que el trámite no toma menos de cuatro años. Aun así, sigue siendo una buena alternativa para ellos que tienen grandes dificultades para llegar a los Estados Unidos directamente desde su país de origen".
El brote de comercios asiáticos está lejos de ser algo se produce sólo en La Plata. Y tal vez Juan Carlos Cámara, el jefe del departamento de Contralor de la Dirección de Comercio Interior, sea la persona más adecuada para dar cuenta de eso. Por su trabajo, que lo obliga a recorrer la Provincia para realizar operativos, él se convirtió en un testigo privilegiado del fenómeno. Y dice estar "absolutamente sorprendido por la forma en que se están multiplicando los emprendimientos de ese grupo".

"Hasta fines del '99 -cuenta- era inusual encontrar comercios asiáticos en algunos lugares de la Provincia. Hoy existe una explosión desmesurada y se los ve por todas partes. En particular en el conurbano bonaerense. Ahí no sólo se dedican a la venta de comestibles. Son fuertes también en el rubro textil, en el de las tiendas de 'todo por dos pesos', y hasta tienen verdulerías. A una escala más chica, lo mismo se está dando en muchas localidades del interior".
Pero lo que en serio asombra a Cámara es la penetración de los asiáticos en el Mercado Central. "Es algo de no creer -asegura-, más del 30 por ciento de los 1.800 puestos del mercado están hoy en manos de los chinos o los coreanos. Y no hay feria paraguaya en donde no se hayan instalado también".
En lo que hace a su trabajo específico, el jefe del departamento de Contralor de Comercio Interior, cuenta que "sólo se han detectado algunos pocos casos en los que su mercadería no estaba debidamente identificada. Se trató en general de ropa que posiblemente haya sido confeccionada en talleres clandestinos", resume.
Aunque sus funcionarios no lo reconocen oficialmente, la DGI considera a los comercios de propietarios asiáticos como un sector con un índice alto de evasión fiscal. De los últimos ocho operativos que ese organismo realizó sobre pequeños supermercados y restaurantes chinos de La Plata, cinco derivaron en sanciones por haberse detectado diferencias de facturación entre la memoria fiscal (caja negra) y los libros.

"Pero además de la evasión -cuenta un inspector fiscal platense-, hemos advertido un grado importante de explotación entre ellos. Lo curioso es que al mismo tiempo se protegen. Sabemos de casos en los que los empleados, aún sin ser ilegales en el país, han escapado por los techos para evitarle sanciones a sus patrones".
De acuerdo con datos del último mes y medio, la DGI realizó ocho operativos sobre locales de asiáticos en La Plata, y se controló la situación de 47 de sus empleados. Veintiséis de ellos estaban en negro, lo que equivale al 55 por ciento. De esos 26, había seis indocumentados; es decir, el 23 por ciento. Se labraron cinco actas de clausura por faltas relacionadas con la facturación. Una de ellas ya se efectivizó.
LOS LOCALES EN LA PLATA
Nadie tiene ni idea cuántos supermercados chinos hay exactamente en La Plata. Las cámaras de comerciantes hablan de más de 34. El Instituto Municipal de la Producción y el Empleo (IMPE), que se ocupa de habilitarlos, sólo tiene registrado doce. No obstante, es muy probable que la cifra real se aproxime más a lo que dicen los comerciantes. Porque se han encontrado dieciocho locales de este tipo que no figuran en el banco de datos de la Comuna, lo que no significa necesariamente que estén sin habilitación. Puede que figuren a nombre de personas que no tengan origen chino.

Si se considera que en el casco urbano de La Plata funciona un total de 128 autoservicios o pequeños supermercados (una categoría que no incluye almacenes de menos de 200 metros cuadrados), entonces los datos de la Cámara de Comercio Argentino China -que atribuyen a los chinos uno de cada cuatro emprendimientos de este tipo-, se ajustan a la realidad de nuestra ciudad.
Por lo pronto, los autoservicios chinos son el sector que más ha crecido en el rubro durante el año pasado. De los 31 emprendimientos de este tipo que se abrieron en La Plata durante el 2000, siete corresponden a ciudadanos chinos.
Marcelo García Basileo, subdirector vicedirector del IMPE, se muestra sorprendido por la magnitud del desembarco chino en nuestra ciudad. "No exagero al decir que un tercio de los pedidos de habilitación que se presentan para abrir supermercados provienen de ese sector", dice. Y aclara: "no es que esté en contra del comercio chino en la ciudad, pero creo que habría que ponerle un freno para proteger al comercio establecido. Lamentablemente no tenemos elementos para eso. Y en la medida en que los titulares cumplan con los requisitos de habilitación, nosotros estamos obligados de habilitarlos, ya se llamen Rodríguez o Lin Chin Chuan."
NO HAY PRUEBAS DE QUE RECIBAN SUBVENCIONES
De todas las cosas que se dicen de los nuevos inmigrantes chinos, una de las que se escucha con mayor insistencia es que estarían subvencionados por su gobierno, y que gracias a eso ofrecen productos a preciso que pocos pueden igualar. Lo dicen los comerciantes establecidos; lo dicen los proveedores; lo dicen los responsables de las cámaras empresariales y hasta algunos inspectores de comercio lo dicen extraoficialmente. Pero ninguno de ellos puede ofrecer la mínima prueba de eso. Y la embajada de ese país asegura que esas acusaciones no tienen fundamentos.
"Para obviar costos sociales, su país les estaría dando la oportunidad de emigrar con subvenciones para el comercio en los países donde elijan radicarse. Esos subvenciones, según nos han informado, consisten en una desgravación del Impuesto al Valor Agregado a través de un reintegro. No tenemos datos concretos sobre cómo se canaliza ese reintegro, pero nos deja en una situación absolutamente desigual. Lo consideramos una intromisión grave que atenta contra el comercio argentino", dice Mario Turkenich, secretario de la Federación Empresaria de La Plata (FELP).
Por su parte, Ricardo Salomé, vicepresidente de la Cámara de Comercio de La Plata, se encuentra con la misma dificultad al tratar de explicar los precios con los que trabajan algunos supermercados chinos. "Creemos que podrían estar beneficiados por alguna clase de subvención de su gobierno y que conformarían un grupo económico fuerte que estaría haciendo compras a gran escala. Pero no hemos podido encontrar pruebas para sustentar esas hipótesis", dice.
Desde la Cámara Argentina Mercantil Empresaria (CAME), Francisco Matilla asegura estar "convencido de que ellos tienen subvenciones del gobierno de China. Se trataría de sumas fijas y reintegros totales o parciales del IVA. Hemos recibido denuncias desde distintos municipios de la Provincia pero no podemos ayudarlos porque no tenemos pruebas de cómo funciona. Son toda una organización mafiosa. Compiten en total deslealtad porque no pagan impuestos y venden productos de dudosa procedencia", señala.
En medio de toda esta descarga de acusaciones se impone un dato llamativo: hace tres semanas se realizó en la ciudad de Córdoba un encuentro de cámaras comerciales. Se reunieron más de 600 representantes de todo el país. La gran mayoría de ellos conocía el rumor sobre las subvenciones chinas. Ninguno pudo aportar datos concretos.
Pero no son sólo los representantes de las cámaras los que tienen sospechas o hacen acusaciones de ese tipo. A ellos se les suman algunos proveedores. Tal es el caso de Daniel, un distribuidor de carne que abastece a varios supermercados chinos en La Plata y dice que "están recibiendo ayuda de su gobierno. De otra forma no se entiende cómo pueden vender la carne casi al precio que me la compran. Es absurdo porque con cualquier desperdicio pierden plata".
Juan Carlos, un inspector de comercio, se pregunta lo mismo. "¿Cómo se explica que estén vendiendo vinos nacionales que en cualquier lado salen cuatro pesos a poco más de dos? Estoy casi seguro que reciben algún tipo de subsidio y me parece que se trata de una competencia totalmente desleal para el comercio instalado", opina.
"No se deje llevar por cuentos chinos, amigo -sugiere un empresario de la capital federal que tiene una vieja relación comercial con China y es fanático de su cultura-. La posibilidad de que el gobierno de la República China esté subsidiando emprendimientos privados fuera de su territorio es muy improbable, por no decir imposible. Imagínese que se trata de un país con más de mil doscientos millones de habitantes, con salarios promedio de 70 dólares por mes, ¿Por qué razón se haría cargo de deudas impositivas privadas de los millones de ciudadanos que tiene viviendo fuera de sus fronteras? Tal cosa suena a un disparate inventado por los comerciantes", dice.

En la delegación comercial de la Embajada china en Buenos Aires también se muestran sorprendidos por la consulta. Pero su respuesta oficial se limita a un laconismo diplomático: "no existen subsidios ni préstamos personales del gobierno de la República Popular de China a sus ciudadanos en Argentina".
La oficina de Convenios y Tratados del ministerio de Relaciones Exteriores ratifica esa versión. "El único acuerdo comercial que tenemos con China es el que aparece con el título 'Convenio para la promoción y la protección recíproca de inversiones', firmado en Beijing en noviembre de 1992, y aprobado por el Congreso a través de la ley 24.325 de ese mismo año. Pero en él no se menciona ninguna subvención a través de reintegros de impuestos internos, ni cosa parecida", aseguran los responsables de esa área.
Tampoco tiene información al respecto el ministerio de Economía de la Nación. Su encargada de Relaciones con Asia, la licenciada María Klein, dijo que "no existe ningún tipo de reintegro o reembolso impositivo de ese tipo. De existir algo así, nosotros tendríamos que saberlo", señala.
¿Y si fuera Argentina la que les reintegra a los comerciantes chinos la parte correspondiente al IVA? Desde la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) aseguran que tal cosa es "imposible". Y explican que "no hay ningún mecanismo legal para justificar un desembolso como ése tratándose de mercadería para comercializar dentro del país".




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