El cirujano (Opera sin anestesia)

A ver, ¿qué es bajarse de un campeonato? ¿Alguien puede explicarlo? ¿Qué significa?: ¿que de ahora en más entran a la cancha a dejarse ganar? ¿Que se retiran del torneo? ¿Que si ganan les regalan los puntos al otro equipo? ¿O que si de repente el puntero se cae, y ellos empiezan a ganar y salen campeones porque se dan los demás resultados, rechazan el título porque ya dijeron que se habían bajado? Por favor... Señores de la prensa, no culpables de nada, pero deformadores de todo. Instaladores de frases y cosas tontas, propagadores de idioteces, y asignadores de méritos que no son, ¡Basta!

Estimulan el ego de un pegador de patadas como si fuera una hazaña -cuando tiene más que ver con la cobardía-, acotando con admiración "¡cómo raspa!" "raspa quete raspa", "lo atendió", etc, etc. Después los jugadores se creen héroes en serio, y se ríen para las cámaras cuando son expulsados. Salen de la cancha como si vinieran de cazar elefantes, y, aprovechando la ignorancia de la mayoría, veneran el vestuario, como si fuera un templo sagrado en el que vaya a saberse qué caldos cocinan. Y lo peor es que los periodistas se lo creen. Aprovechan cuando hay una cámara para arengar de repente al compañero -sorprendido- con un aflautado ¡dale, eh! para que en casa digan: mirá el nene cómo ordena, cómo manda, qué capo que es.

Extraña raza fomentan los periodistas deportivos. Le atribuyen a Mostaza la frase "paso a paso", como si fuera el primero en la vida que la dijo, o a Pasarella "la pelota no dobla", popularizan "golón", y los cuernitos de Basile.

Inventan que llegar ganando a un clásico es sinónimo de llegar bien, y tener más chances de victoria, cuando por lo general es todo lo contrario: venir de perder redobla energías, deja la sangre en el ojo, la sed de venganza, y las cosas frescas que se hicieron mal, mientras que las victorias relajan y aburguesan. Nunca conviene enfrentar a un león herido. Que los zurdos la cruzan en los penales, y que sacar a alguien del equipo es "borrarlo".

No es por Caranta, ni por el Pato, ni por Heinze. Pero sea por la causa que fuere, todo técnico tiene derecho a hacer cambios, sólo que en Boca el problema no era el arquero, ni en la selección un defensor. Ya anticipamos en esta columna cuál era el problema de Boca, cuando con los pibes, sin Riquelme, iban punteros invictos, con todos ganados, 3 goles de promedio, y sin que Palermo -aún sano- metiera ninguno de los 9 tantos xeneizes. Fíjense bien desde qué momento se pudrió todo, y háganlo sin miedo y sin prejuicios.

Navarro Montoya una vez desplazó al Loco Gatti, y cuando Palermo y el Melli llegaron a Boca -que ahí sí eran dos fenómenos-, estaban Maradona y Caniggia taponando todo. Intocables. Grandes campañas que quedaban en las puertas, como ahora.

Selección: Messi es al Kun lo que el Diego era en su época a Ramón, o a Cani, con un problema: Messi y Kun hacen goles en sus clubes sin jugar juntos. Tanto uno como otro se valen de jugadores de otras características, y en el caso de Messi, aunque lo pongan de 7 -un invento del Barsa porque era el único puesto libre- engancha para el medio y encuentra a Eto'ó, Iniesta, antes a Ronaldinho, y atrás a Xavi, uno mejor que el otro. Con tantas opciones, más la individual, el Pulga tiene para elegir, a cual peor para el rival. Ahora tiene al Kun o a Tevez en la otra punta, detrás de cuatro negros de dos metros que lo marcan sólo a él. Si desborda y tira el centro -de derecha- ¿a quién se lo tira? O si no, atrás lo espera Riquelme con el reloj de arena. Después dicen que se la morfa.