Los jóvenes de Pinamar le apuntan al "Más Allá"

(Enviados especiales, Facundo Bañez y Alex Meckert).-No pasa un año en el que los amantes de los vehículos todo terreno no extiendan un poco más allá los límites naturales de este balneario. Aquí todos la conocen como la playa de las cuatro por cuatro. Y si bien hasta hace unos años se la conocía mayoritariamente como La Frontera, ese límite imaginario se fue ampliando hacia el norte y ahora al parador más alejado y exclusivo de estas playas se lo identifica simplemente como "El Más Allá". Se trata de un inmenso laberinto de médanos empinados y pinos tupidos ubicado al norte de Pinamar, hacia Mar de Ajó.

Elegido por los que le escapan al ruido y quieren un poco de adrenalina sobre sus cuatriciclos, se convirtió desde hace un par de temporadas en uno de los paisajes playeros más exclusivos que tienen los jóvenes de aquí para ir a pasar la tarde.

Su difícil acceso lo hace uno de los paradores más aislados y top de este balneario. Hay dos formas de llegar que aquí todos conocen a la perfección: una es teniendo alguno de los lotes del barrio cerrado con salida al mar que se levantó hace poco. Y la otra, elegida por la mayoría, es a bordo de una cuatro por cuatro y con la firme decisión de recorrer más de 15 kilómetros por la orilla del mar. Una vez que se llega al Más Allá, se oye el viento con más intensidad y se observa como una postal cotidiana las camionetas cuatro por cuatro que se estacionan encimadas unas de otras. Aquí la arena es más blanca y las playas son más amplias, y es común ver a sus visitantes recostados en hamacas paraguayas o en colchonetas bajo sombrillas de paja.

"Es el mejor lugar de Pinamar -resume Valeria, una rosarina de 26 años que veranea en estas playas desde hace cuatro años-. El viento acá nunca te jode. Al haber médanos, conseguís refugio natural y te podés quedar toda la tarde piola".

UN HORIZONTE DE LEJANIA

Como se dijo, la incesante presencia de turistas año tras año hizo que este parador alejado y natural fuese reconstruyendo su propio límite hacia el norte de estas playas ampliando cada vez más su horizonte de lejanía. El extremo norte de Pinamar primero fue bautizado como La Frontera -que acaso siga siendo el lugar más concurrido- pero muchos amantes de las cuatro por cuatro encuentran en El Más Allá un parador cuyo nombre hace justicia y que, sobre todo, aparece en el mapa playero como el lugar ideal para remontar médanos a bordo de los cuatriciclos sin molestar a nadie.

Claro que la ampliación de límites no termina ahí. Los mojones imaginarios se siguen corriendo como si fueran cuatriciclos de viento y hace unos años se inauguró también el parador El Límite y, 500 metros más allá, El Más Allá de la Frontera. Los nombres son justos y dan cuenta del afán por alejarse.

De esta manera, los casi 70 kilómetros de playa libre que hay hasta Mar de Ajó, última ciudad del Partido de la Costa viniendo desde La Plata y vecina a San Bernardo, se convirtieron en un territorio conquistado por veraneantes jóvenes que buscan la tranquilidad y la adrenalina silenciosa del Norte.

Aquí el movimiento arranca recién después del mediodía, cuando los grupos de chicos llegan en sus camionetas y desembarcan cerca de la orilla con carpas que montan a un costado de los vehículos y las infaltables heladeritas cargadas con bebidas y comidas livianas. "Cuando yo empecé a venir con mis amigos, me acuerdo, no veías a nadie -cuenta Valeria-. Pero ahora son cada vez más los que quieren venir a pasar la tarde acá y también por eso los límites se siguen corriendo".

Hasta la hora en que cae el sol, el silencio y la vastedad de este horizonte de médanos sólo es interrumpido por el rugir lejano de las cuatro por cuatro o por el de los cuatriciclos que llegan hasta aquí imitando un dakar a escala pequeña. De noche, cuentan quienes se animan a la aventura de venir hasta este rincón a la hora en que cae el sol, el cielo está poblado de estrellas y lo único que se distingue son las fogatas que algunos chicos improvisan a pocos metros de la playa. Todo es oscuridad y silencio, salvo por las luces encendidas de las camionetas o los focos de los paradores, separados por casi un kilómetro de distancia cada uno. El Más Allá, no hay duda, es lo más parecido a un desierto con vista al mar.