Criónica TV
| 3 de Junio de 2012 | 00:00
CRIOPRESERVACION. PROCESO INVERSO. DESCONGELAMIENTO EMPEZANDO EN 10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1, 0.
Qué hago acá. Qué hago en este tiempo que no es mi tiempo, en este espacio que no es mi espacio. Lo único que conservo son marcas. Marcas de guerra sobre mi cuerpo. Cicatrices de antaño. Heridas que ya cerraron, pero lo sé, volverán a abrirse una vez más, y volverán a cerrarse, y a abrirse y a cerrarse y así. Lo único que conservo son marcas. Marcas y un espíritu reiterativo. Algunas de las marcas son invisibles, van por dentro, están en el hard disk, porque todo, todo, está grabado: sólo hay que recordar, recordarme, recordarlos. Lo último que recuerdo es un sueño que soñé. No, no es redundancia soñar un sueño. No cuando muchas veces uno siente que está viviendo el mismo maldito y condenado sueño una y otra vez. Todos mis recuerdos se desarrollan en blanco y negro y además tienen interferencias y ruidos de fondo. En el sueño estaba en las Islas Malvinas. Creo que volvía en reemplazo de mi tío. Un sorteo o algo así. Si un ex combatiente ya no estaba entre nosotros, tenía que ir alguien de su sangre en reemplazo. Y ahí estaba yo. Calle amplia, parecida a Avenida de Mayo, pero en Malvinas y mucho más moderna. Gente en las calles. Titulares en diarios, no de papel sino en unas pantallas electrónicas dispuestas en las veredas cada dos metros. La guerra es en los medios. La guerra es el medio. Después, la imagen de un barco llegando a un puerto. Un barco tan grande como todos mis temores. Creo que es inglés el barco. No sé si de guerra o de carga o de pasajeros. Pero la proa apunta hacia mí, hacia todos nosotros. Es imponente y deslumbra y es la gran imagen del sueño, la cara visible, la punta del iceberg de una historia que está hundida en casi un 90%. Y yo: pies firmes, mirada en alto, pose de guerrero de primera línea pero desalineado. Me preparo para lo peor. Sé que voy a morir. El corazón me late lleno de vida. Sé que es por él. Sé que es una cuestión personal, familiar. Van a disparar, van a dispararme, voy a morir. Todo tiene sentido. Y hasta ahí recuerdo.
DESPUES DEL SUEÑO
Y sigo caminando en este presente apocalíptico pero siempre sin saber bien para dónde voy. Todo me parece irreconocible pero no por ello novedoso. No existe en mí el menor atisbo de curiosidad. Suena un celular que parece ser mío porque está en mi bolsillo. Pantalla del celular que dice "Elvira". Atiendo. Que tenemos que ir a la charla. Que es a las 11.30, pero que sería recomendable que lleguemos antes, por el estacionamiento y todo eso. Me pregunta dónde estoy, que por dónde me pasa a buscar. Subo la mirada y veo en la esquina un cartel que dice 48, otro que lo cruza dice 14. Y entonces le digo 48 y 14. Y ella: a las once. Y asiento y saludo y cortamos.
Al rato estoy en el auto. Ella habla. Parece saber todo de mi vida. En teoría somos grandes amigos. Elvira es una mujer mayor pero en su mirada y espíritu conserva una juventud enérgica muy noble. Tiene un disco sonando adentro del auto. Música clásica. Creo que Bramhs.
El yo pasado, lo que ayer sentimos y pensamos vivo, perdura en una existencia subterránea del espíritu. Basta con que nos desentendamos de la urgente actualidad para que ascienda a flor de alma todo ese pasado nuestro y se ponga de nuevo a resonar. Con una palabra de bellos contornos etimológicos decimos que lo recordamos -esto es, que lo volvemos a pasar por el estuario de nuestro corazón-. Dante diría per il lago del cor (José Ortega y Gasset: El espectador, II, "Azorín: primores de lo vulgar").
BEN BEST
Necesito salir de la sala.
Y salgo.
Afuera todo es verde y el aire corriendo me tranquiliza. Suena teléfono. Un aviso de que alguien me sigue en Twitter. Otro aviso. X quiere ser tu amigo en Facebook. Ahora una llamada. Una voz diciendo que le van a mostrar a alguien mi nota de los desaparecidos. Que la nota es muy buena. Que tiene fotos copadas y hasta un poema y una canción. Agradezco y nos despedimos y cortamos. Miro alrededor. No entiendo. No entiendo nada de nada. Pienso que será largo el nuevo proceso de adaptación al nuevo mundo. Tengo ganas de dormirme una siesta eterna. Me subo a un taxi. Maquinalmente sale de mi boca una dirección. Subo escaleras. Abro puerta. Pasillo, living, pieza.
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