Curiosa “casa de los muñecos” frente al Río
| 21 de Enero de 2013 | 00:00

Referencia de pasajeros que van en taxi o remise hacia esa zona, escenario de video-clips, y atractivo turístico para los visitantes que pasan en auto y se detienen para llevarse una foto con el singular fondo de imagen, la “casa de los muñecos” llama la atención de quien pase por la calle costera de Punta Lara y advierta su existencia, de cara al río, y con la más variada y curiosa clase de juguetes con los que suelen entretenerse las nenas.
De trapo, antiguas de porcelana, bebotes, viejas brujas, princesas, reunidas en secciones temáticas o sueltas, unas delicadamente vestidas y otras con las señas del paso del tiempo sin disimular, son decenas y decenas las muñecas que se exhiben sobre la fachada y en lo que sería el sector de la vereda de la casa. Las colecciona y las muestra -siempre que no llueva y durante los meses más cálidos del año- Stella Maris Cuartucci, una vecina del balneario ensenadense que sigue la tradición iniciada hace 60 años por su madre, Blanca Arandía, quien dio el puntapié inicial de la llamativa ocurrencia sacando sólo un par de piezas a la calle.
“Cuando ella empezó con esto, acá era todo monte y río, apenas había unas pocas casas y casi nada de vecinos. A ella siempre le gustaron las muñecas y para que la casa se identificara puso en la puerta dos de trapo. Yo iba creciendo, iba teniendo más muñecas y mi mamá las mostraba afuera de la casa. Yo seguí esa idea porque a mí también me fascinan. Las saco de donde sea; encuentro alguna en la calle y por más rota que esté la arreglo, la visto y la sumo a la colección”, cuenta Stella Maris, hoy madre de cuatro hijos y abuela de cuatro nietos.
Punto de atracción de las niñas del barrio, que de tanto en tanto se acercan para jugar un rato con tan preciado tesoro, la “casa de los muñecos” como la distinguen en la zona, despierta el interés no ya tanto de los vecinos, para quienes es parte del paisaje cotidiano, sino de los visitantes de Punta Lara, que se encuentran con esa extrañeza a unos mil metros del fuerte Barragán, sobre la Avenida Almirante Brown.
“Dan vida a la zona”, comenta Stella Maris, que no sólo siente orgullo por continuar la obra de su madre sino también por los vecinos y turistas que se acercan para admirar la exposición de muñecas. “Jamás nadie intentó llevarse una; no las tocan, solamente las miran y respetan mucho el lugar”, agrega.
Además de algunas que están agrupadas de manera arbitraria, sin elementos en común que las reúna, hay conjuntos según el tema: terror, duendes, piratas, hadas y novias conforman escenas que Stella Maris diseñó especialmente.
Escenario de un videoclip
El lugar fue elegido como locación por una banda de rock platense . “Los chicos se fascinaron con la casa y me pidieron permiso para filmar acá. Por supuesto que los dejé y vinieron y tocaron toda una tarde mientras grababan el video”, cuenta Stella Maris, en su casa frente al río.
Contar con esta colección y mostrarla al público implica todo un trabajo para la dueña de la “casa de los muñecos”. Es que además de limpiar y vestir (“yo misma les coso la ropa”, confía) cada pieza que encuentra y mantener en condiciones todo el conjunto, Stella Maris vive atenta al pronóstico meteorológico. “Mientras que no llueva están siempre afuera, incluso toda la noche, pero ni bien sé que hay peligro de tormenta las guardo adentro. Lo mismo en invierno: ahí directamente no las saco”, señala la mujer.
Son tantas las muñecas que se ven en la vereda, en el jardín y hasta en el balcón de la segunda planta de la vivienda que ni la dueña de casa sabe decir qué cantidad tiene. “Nunca las conté porque son un montón y siempre estoy agregando nuevas”, explica.
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