Un nuevo polo de poder

Alguien dijo alguna vez -y circuló hasta convertirse en un “principio”- que en el peronismo todos están siempre dispuestos a correr en auxilio del vencedor. Es una ironía, por supuesto. Pero revela un mecanismo de funcionamiento que también podría ser aplicado a otras fuerzas políticas. Cuando emerge un nuevo liderazgo, todo parece reacomodarse alrededor del ganador y se producen realineamientos internos vertiginosos. Algo de esto empezará a ocurrir a partir de mañana en el peronismo, donde Sergio Massa ha consolidado un triunfo que lo posiciona como referente ineludible de una nueva etapa política en el país.

Massa ganó la elección bonaerense. Eso no lo convierte en forma automática en un líder nacional. Pero sí le da un fuerte envión para ocupar ese lugar, en un contexto dominado por la imposibilidad de otra reelección de la Presidenta.

Las experiencias de los últimos años muestran que un triunfo en la Provincia no es, necesariamente, un pasaporte a la Rosada. Le ocurrió a Cafiero -ganador en el 87 y derrotado por Menem en el 89-, a Meijide -ganadora en el 97 ante el PJ- y por último a De Narváez. Pero en el actual escenario, Massa es un nuevo polo de poder.

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