Las balas alteraron la rutina en Estudiantes

Con los balazos en la sede, la semana pasada, volvieron a recrudecer los problemas internos de la barra. La diferencia, claro, es que ahora la tranquilidad de los socios e hinchas se vio seriamente afectada. La sede, el lugar de los tristes hechos, cambió bruscamente. Ya nada es igual...

Ahora la discusión se trasladó al ámbito interno. Empleados administrativos son los que están más movilizados por encontrar una solución. ¿Por qué? Porque son ellos quienes acuden todos los días a la sede social, ante la cada vez más marcada ausencia dirigencial.

Uno de ellos, Marcelo Giusti, fue quien sufrió más que el resto: le balearon su camioneta EcoSport, estacionada en la puerta de su casa. “Hay que esperar, puede haber sido un mensaje para la dirigencia o un hecho aislado, no lo sé. De lo que estoy seguro es que no se trató de un episodio personal, porque no tengo nada que ocultar” , le dijo a este medio.

De todos modos, a pesar del mal momento que vivió tanto él como su familia, todavía no se planteó dejar de trabajar en el club. “Hoy ni lo pienso. Voy a esperar los resultados de la investigación y qué me dicen los dirigentes” , cerró.

Anoche volvió a trabajar en el primer piso del edificio de la avenida 53, como todos los días.

Otros empleados, en cambio, por lo bajo, aseguran que ahora tienen miedo de entrar a la sede y que están todo el tiempo pendientes de mirar “si algunos personajes, que suelen estar todos los días”, van de “visita”.

“Hay uno, conocido, rubio de pelo largo. Un tipo grande. Va casi todos los días porque dice que es el nexo entre las agrupaciones y el club. Pide entradas, micros, opina, nos tiene cansados. Si bien no es violento, su presencia ya molesta y nadie puede decirle nada porque es socio” , dijo un empleado que pidió la reserva de su identidad.

Otro, que trabaja hace poco tiempo, confesó que en los últimas días el clima interno es otro. “Si bien los equipos de vóley y básquet siguen entrenándose, ya no hay tanto movimiento como en otros tiempos. Por ejemplo no hay gente en el bar, pocos vienen a pagar su cuota y ni hablar del Pincha Store” .

Es más, quién también está sufriendo las consecuencias de esta coyuntura es la familia González, concesionaria del bar Tertulia, que algunos días de la semana pasada estuvo cerrado. Es más, hay quienes dicen que el hijo del matrimonio (de unos 10 años), presente el día de los tiros, habría sufrido un ataque de nervios en los últimos días. El bar ahora está funcionando, pero no con tanta concurrencia.

También hay menos movimiento en la oficina de socios. Hace un tiempo era común ver mucha gente sentada, esperando para ser atendida. Ahora, desde la semana pasada, el salón está semidesierto. “Algunos se borraron, por los temas de la violencia pero también por el aumento de la cuota” , dijo una empleada.

Por el lado dirigencial la merma también es notoria. Si bien públicamente ninguno manifestó su temor de ir a la sede, por lo bajo comentan que tratan de esquivar cualquier tipo de conflicto. “Nosotros ya hicimos todo. Dimos toda la información a la fiscalía y a la Policía” , comentó un importante dirigente que agregó: “Hasta que esto no se solucione trato de ir lo justo y necesario” .

Por lo pronto después de los lamentables incidentes de la semana pasada hay dos policías trabajando dentro del edificio. Se trata de un servicio contratado por el club, hasta tanto se pueda poner en funcionamiento el nuevo sistema de vigilancia que está desarrollando la Universidad Tecnológica para dar más seguridad.