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Madres, las de antes y las de ahora

Josefina tiene 100 años recién cumplidos. Junto a su hija Ilda y su nieta Patricia cuentan, en el Día de la Madre, en qué cambiaron en tres generaciones los modelos de maternidad

19 de Octubre de 2014 | 00:00
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CUATRO GENERACIONES, DISTINTAS FORMAS DE VIVIR LA MATERNIDAD. JOSEFINA (100) LO HIZO ABOCADA A LA CRIANZA DE SUS HIJOS, EN EL ROL DE AMA DE CASA. ILDA (73, IZQUIERDA), SU HIJA, TUVO QUE SALIR A TRABAJAR POR LA PÉRDIDA TEMPRANA DE SU MARIDO. PATRICIA (46, DERECHA), ELIGIÓ TRABAJAR MIENTRAS EDUCA A IAEL (14, DERECHA ARRIBA).
CUATRO GENERACIONES, DISTINTAS FORMAS DE VIVIR LA MATERNIDAD. JOSEFINA (100) LO HIZO ABOCADA A LA CRIANZA DE SUS HIJOS, EN EL ROL DE AMA DE CASA. ILDA (73, IZQUIERDA), SU HIJA, TUVO QUE SALIR A TRABAJAR POR LA PÉRDIDA TEMPRANA DE SU MARIDO. PATRICIA (46, DERECHA), ELIGIÓ TRABAJAR MIENTRAS EDUCA A IAEL (14, DERECHA ARRIBA).

Madre hay una sola, pero modelos de maternidad hay muchos. Y en estos años, de la mano de la ciencia y el avance en la conquista de derechos por parte de las minorías sexuales, no hacen más que sumarse otros nuevos. Eso si: psicólogos y sociólogos consultados por este diario insisten en señalar que cualquiera sea la forma en que llegue una mujer a la maternidad, el amor de madre siempre es el mismo. Lo que puede cambiar es el impacto social de su maternidad y la forma en que viva la crianza de sus hijos. Así, será más relajada en el caso de las madres que trabajan pero están acompañadas por sus maridos en épocas en que el hombre se caracteriza por vincularse más con las tareas de crianza. O más exigente para aquellas madres que están solas al frente de hogares monoparentales, uno de los modelos que más creció en número en las últimas décadas.

Según indica la socióloga platense Lucrecia Arceguet, los últimos años fueron testigos de un retroceso del modelo tradicional de familia y de la irrupción de otros nuevos. Entre ellos menciona el de las famlias ensambladas, las mujeres jefas de hogar, el matrimonio igualitario y aún el caso de las mujeres solas que tienen hijos a través de nuevas posibilidades que brinda la ciencia, como la inseminación artificial.

Los avances científicos, las conquistas de derechos por parte de las minorías sexuales, la inserción en la mujer, cada vez más fuerte, en el mundo del trabajo, van dibujando un nuevo escenario en el que se surgen nuevas formas de maternidad, con características propias.

En este contexto, ni la más tradicional de ellas es hoy la misma que décadas atrás. Y esto sucede por los cambios que se producen, también, en las relaciones entre géneros, que se traducen, en cada vez más casos, en un mayor compromiso del hombre en la crianza de sus hijos y en las tareas del hogar.

POSMODERNIDAD Y MATERNIDAD

“Hasta no hace mucho había un sólo modelo de madre: era la que se quedaba en la casa, al cuidado de los hijos. No participaba en el mundo del trabajo y su única responsabilidad era la de la casa. Ese modelo ya casi no existe y es propio de esta época el surgimiento de nuevas formas de vivir la maternidad. De entre ellas, quizás la más característica sea la de la madre jefa de hogar y la más novedosa, la de las dos mamás del matrimonio igualitario”, dice la socióloga Lucrecia Arceguet,

Según los datos de los últimos censos nacionales, el porcentaje de jefas de hogar subió del 43,3% al 45,6% entre los censos de 2001 y 2010.

La psicóloga platense Susana Machado García sostiene que este es hoy uno de los modelos más extendidos y más visibles, pero también destaca que una de las características de la coexistencia de estas formas de la maternidad es son socialmente bien recibidos, sin tropezar con el prejuicio típico de épocas pasadas.

“Aún en el caso de las madres del matrimonio igualitario o de las mujeres que eligen tener hijos por inseminación artificial estando solas, se las mira con admiración por haberse animado a hacer lo que el corazón les dictaba”, dice la psicóloga.

Machado García destaca otro elemento positivo: “hoy todos los modelos de madre están visibilizados, se habla de ellos y podemos contar lo que nos pasa. Antes, la buena mamá era la que se callaba”.

Para la mamá sola al frente del hogar, la palabra clave es “esfuerzo”: Así lo indica, por ejemplo, Noemí Villar, una madre platense a cargo de un hogar con dos chicos, Facundo, de 6 años y David, de 4, quien se encarga de llevar adelante una tarea cotidiana que incluye trabajar, criar a los chicos, llevarlos a actividades extra escolares, hacer tortas y ella misma ir a estudiar con la idea de mejorar la situación económica del hogar y garantizar un mejor futuro para sus hijos (“Esfuerzo y buen humor...).

Melissa Coria (35) es protagonista de otros cambios, también propios de estos años. Ella también trabaja, pero encuentra en el hogar la ayuda de su marido, comprometido con la crianza de los chicos, lo que le alivia enormemente la tarea.

“Vivo la maternidad de una manera totalmente diferente a la que la vivía mi mamá, que se tenía que ocupar de todo. Yo dedico dos días a estudiar y esos dos días el que se encarga de Juani, nuestro bebé, es mi marido, algo que hubiera sido imposible en otra época”, dice Coria (ver “Mamás que trabajan...”).

Pero si hay un hogar donde los cambios en la forma de vivir la maternidad con el paso de los años se hacen evidentes es el de Patricia Vélez, donde viven madres de tres generaciones y donde la forma de vivir la maternidad es materia de debate cotidiano.

En esa casa de Barrio Jardín, Josefina Tranquilini, con sus 100 años recién cumplidos vive junto a su hija Ilda Capitanio (73); la hija de ésta, Patricia Vélez (46) y con Iael (14), hija de Patricia.

Puestas a reflexionar sobre la forma en que cada una de ellas vivió la maternidad, aparecen muchas de las diferencias que marcaron las últimas décadas.

A Josefina Tranquilini, hoy la orgullosa madre de dos hijos, abuela de 7 nietos y bisabuela de 15 bisnietos, le tocó vivir una época en la que la madre se dedicaba exclusivamente al cuidado de sus hijos.

“Pasaba el día criando a mis hijos. El que trabajaba era mi marido, pobre...”, dice y enseguida su nieta Patricia pregunta con la mayor naturalidad: “¿porqué pobre?” y argumenta “es que yo no me imagino una vida sin trabajar, sobre todo porque soy docente y trabajo de lo que a mi me gusta”.

Ilda dice que, pese a vivir en una época signada por la autoridad de los padres, su mamá fue un poco de vanguardia en eso de dar permisos: “nunca nos decia ´no´ cuando le pedíamos ir a algún lado. En todo caso, venía con nosotros”, dice.

Ilda cuenta que perdió a su marido siendo éste muy joven y desde ese momento tuvo que salir a trabajar, lo que hizo bien distinta su forma de vivir la maternidad, comparada con la de su madre.

“Al principio estaba con los chicos todo el tiempo y me hubiera gustado seguir así, pero fueron las circunstancias las que me obligaron a salir a trabajar. Entonces los nenes eran chiquitos y pude hacerlo con mucho apoyo de mis padres”, recuerda Ilda.

Pero la diferencia es mucho más marcada cuando es Patricia la que expresa su visión de la maternidad: “yo trabajé siempre y no me hubiera gustado estar en mi casa exclusivamente criando a mis hijos. Me parece que la mujer, aunque sea madre, tiene que atender a su desarrollo personal y como mujer paralelamente a la crianza. Y que eso es muy positivo, porque le da mayor independencia y sentido de la responsabilidad a los chicos”.

“Antes la autoridad de los padres bastaba. Ahora con los chicos hay que combinar autoridad y negociación, porque no acatan así nomás lo que les decís. Si mi mamá me mandaba a poner la mesa, yo lo hacía sin preguntar. Ahora te preguntan: ´¿ porqué lo tengo que hacer ?´ Como padre tenés que ser más flexible y permisivo a la fuerza, sobre todo en cuestiones como el horario de sueño y el uso del celular, porque sino los chicos se quedan afuera de todo”, concluye Patricia.


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